Durante los días 25-28 de abril los representantes del Comité de Agricultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se reunieron en Roma con el objetivo central de impulsar la producción de cultivos agrícolas para ser utilizados como agro-combustibles.
Consciente de que en realidad el mandato de la FAO apunta a “asegurar una buena nutrición para todos”, y que no resulta sencillo explicar como estos cultivos energéticos ayudan a alimentar a nadie, Alexander Müller, responsable del Departamento de Agricultura y Protección del Consumidor de la FAO comentó que “a la vez que existe una preocupación legítima entre algunos grupos de que la bioenergía puede dañar a la seguridad alimentaria y el medio ambiente, puede ser también una herramienta importante para mejorar el bienestar de la población rural, siempre que los gobiernos tengan en cuenta esos aspectos”.
Dicha explicación no solo no explica nada, sino que pretende esconder la grave amenaza para la alimentación de millones de personas que significa la expansión de los agrocombustibles. La FAO organismo creado para asegurar la nutrición de las personas ahora impulsa cultivos de agro-combustibles, que serán utilizados para “alimentar automóviles” en tierras productoras de alimentos.
Nuestro país no está ajeno a este proceso y ya se está promoviendo y apoyando el cultivo de caña de azúcar en Bella Unión para producir etanol y también se está impulsando el cultivo de sorgo y remolacha azucarera en tierras que han estado destinadas para la producción de alimentos como son los departamentos de San José, Canelones y Montevideo con el mismo objetivo.
Con la promoción de estos monocultivos para energía se acentúa aún más el modelo que tiende a un aumento en el uso de agrotóxicos y a una destrucción ambiental mayor. Tal es el caso de la soja transgénica, cuya superficie sembrada ha superado a la de todos los otros cultivos agrícolas de nuestro país, dejando como resultado destrucción de nuestros ecosistemas, apropiación y contaminación de aguas y suelo, uso masivo de agrotóxicos, mecanización intensiva. En definitiva, una agricultura sin agricultores que destruye el medio ambiente. Y ahora la soja está siendo también promovida para la fabricación de biodiesel.
Similares procesos se están dando en una enorme cantidad de países, donde bajo un engañoso manto “verde” se están promoviendo los agrocombustibles como sustitutos de los combustibles fósiles cuyo consumo ha resultado en el cambio climático. Sin embargo, para millones de personas este remedio será mucho peor que la propia enfermedad, ya que se estarán ocupando millones y millones de hectáreas de tierras productoras de alimentos en tierras productoras de materia prima para la producción de biocombustibles.
Resulta lamentable tener que recordarle a la FAO que su misión no es asegurar la alimentación de los automóviles sino la de las personas y que por lo tanto debería estarse oponiendo a este nuevo empuje de las transnacionales. ¿Pero no será que en realidad la función de la FAO es hacer precisamente lo que está haciendo?.
(Eco Portal, 30/04/2007)