La organización ambientalista Greenpeace y la mayor cadena de comida rápida del mundo, McDonald's, lograron que la transnacional Cargill, entre otros grandes comerciantes de soja de Brasil, aceptara una moratoria de dos años a las plantaciones de soja en las áreas de la selva tropical amazónica recientemente deforestadas.
Cargill, de origen estadounidense y una de las mayores productoras de semillas del mundo, vende soja a McDonald's para la alimentación de sus gallinas, que luego se transforman en alimentos. A la empresa semillera no le servía tener a uno de sus más importantes clientes desconforme y entonces reunió a otros comerciantes de soja de Brasil y finalmente aceptaron la moratoria.
“Realmente no veíamos un problema inmediato con los productores de soja, pero pudimos ver cómo se podría transformar en un gran problema en el futuro”, dijo la vocera de Cargill Laurie Johnson, citada por el diario estadounidense Washington Post. Johnson manifestó además que McDonald's y Greenpeace “reunieron a un grupo amplio de gente y crearon un sentido de real urgencia”. “La moratoria dará tiempo para planear cómo controlar mejor la producción y proteger la selva”, agregó.
Empresas como Cargill han impulsado la tala indiscriminada en el interior de la selva del Amazonas en Brasil, para generar espacios físicos donde se pueda producir soja y otros granos. La soja de Cargill es transgénica. La unión de Greenpeace y McDonald's, en principio al menos difícil de explicar, tiene su antecedente inmediato en enero de este año.
En ese entonces cuatro activistas de la organización ambientalista y cuatro directivos de la cadena de comidas realizaron un paseo en bote por el río Amazonas. El objetivo era muy claro: que los representantes de McDonald's vieran “de primera mano” la tala de selva amazónica que muchos agricultores realizan para plantar soja, impulsados por empresas como Cargill.
Las denuncias de Greenpeace por la devastación de la selva amazónica cobraron mayor importancia en 2003, cuando imágenes satelitales mostraron una nueva y significativa deforestación de la selva. Las nuevas revelaciones causaron alarma en organizaciones ambientalistas por el rol central que la selva tropical amazónica tiene en la regulación del clima a escala global.
Desde ese entonces Greenpeace ha denunciado la devastación causada en esa zona por parte de Cargill, a la que acusa por haber impulsado la tala en Brasil de más de un millón de hectáreas de bosque. La organización ambientalista critica además a la empresa por la gran cantidad de agrotóxicos que utiliza en sus cultivos de soja transgénica.
(Radio Mundo Real, 25/04/2007)