Uruguai estabelece moratória para novas variedades de transgênicos (em espanhol)
2007-03-14
La medida establece, por un lado la moratoria para tratar "nuevas solicitudes
de autorización para introducir eventos de organismos vivos de origen vegetal
y sus partes genéticamente modificadas" por un año y medio, y por otro lado
se crea un Grupo de Trabajo interministerial para "diseñar los lineamientos y
políticas sobre biotecnología". Este grupo está integrado por cuatro
ministerios y permitirá la participación del sector privado, sociedad civil y
academia. Su finalidad es definir las políticas en biotecnología, los ajustes
institucionales, las relaciones entre la producción orgánica y el uso de
transgénicos, los mecanismos de información al consumidor y la investigación
básica.
La moratoria se aprobó en momentos en que está terminando su tarea un “comité
de bioseguridad” que debe elaborar el marco para la futura normativa sobre
transgénicos, tanto los de origen vegetal, como los usados en la industria,
medicina, etc. Ese trabajo se realiza desde el Ministerio del Ambiente, con
apoyos del PNUMA y GEF, y su principal espacio es una comisión donde están
representadas las organizaciones de productores rurales, empresas
comercializadoras de semillas, investigadores en biotecnología, distintos
ministerios, y las organizaciones ciudadanas. La marcha de esa comisión ha
sido cuestionada por la Asociación de Productores Orgánicos de Uruguay
(APODU) y organizaciones ambientalistas. Las divergencias en las opiniones,
discrepancias en la marcha de ese comité y la tardanza en aprobar una
moratoria varias veces anunciadas, hicieron que las ONGs ciudadanas y APODU
dejaran de participar a fines de 2006.
La aprobación de esta moratoria es un paso positivo, y debe ser bienvenida.
El proceso de aprobación de eventos transgénicos ha tenido muchas
debilidades, y en algunos casos su transparencia y calidad técnica han sido
cuestionadas, y por lo tanto su suspensión asegura que no se repetirán los
errores del pasado. Es también una buena noticia en un contexto donde en el
último año no hubieron muchas acciones concretas en el terreno ambiental.
Asimismo, la puesta en marcha de un debate y análisis para crear una política
nacional biotecnológica permitirá abordar otras cuestiones íntimamente
relacionadas, como los organismos modificados genéticamente de uso industrial
o médico, y aquellos empleados en la investigación básica. En algunos de esos
casos, las regulaciones son insuficientes o no existen.
En Uruguay los transgénicos de uso agrícola se concentran especialmente en la
soja RR (resistente al glifosato), que cubre un poco más de 360 mil has, en
menor medida dos variedades de maíz (MON 810 y Bt11). Esos eventos fueron
aprobados años atrás, y desde la instalación del nuevo gobierno progresista,
en marzo de 2005, no se autorizaron nuevas variedades transgénicos. Asimismo,
algunos sectores, como los cultivadores de arroz, han decidido por voluntad
propia no utilizar transgénicos para preservar la calidad de su producto.
Otros sectores, como los productores ganaderos de carne, observan con
preocupación la proliferación de transgénicos ya que pone en riesgo
exportaciones de carne bajo certificaciones de "pastoril" u "orgánica" (bajo
esa modalidad la cría de ganado no puede realizarse en predios con cultivos
transgénicos y no puede ser alimentado con derivados de transgénicos).
Lamentablemente en Uruguay todavía no se han explorado nichos de exportación
basados en variedades de soja orgánica o convencional (no transgénica), tal
como sucede con éxito en Brasil.
Bajo esta nueva reglamentación, cobra importancia la forma en que el gobierno
velará por su aplicación. En ese flanco habrá que ver cómo se controla la
importación de maíz para evitar el ingreso de partidas con transgénicos,
mientras que también se deberá vigilar la comercialización de semillas para
evitar la venta de variedades no autorizadas. Recordemos que en Brasil, años
atrás, el gobierno Lula aplicó medidas provisorias para impedir el avance de
los transgénicos, pero el contrabando de semillas de soja RR desde Argentina
y Paraguay, y las debilidades de la fiscalización no lograron impedir la
diseminación de esos cultivos. Esto resultó en una situación de hechos
consumados, donde la soja RR finalmente proliferó en muchos estados. La
moratoria uruguaya es necesaria para evitar problemas de este tipo.
Los voceros de empresas semilleras y grandes grupos agroindustriales
criticaron la medida, invocando los miedos usuales tales como el supuesto
atraso tecnológico que ello significa, la pérdida de competitividad
comercial, y las dificultades para los importadores de maíz (que es casi todo
transgénico). La prensa tradicional ya ha reproducido estos cuestionamientos,
y una vez más las opiniones de los productores orgánicos o las organizaciones
ambientalistas quedan en un segundo plano.
La polémica sobre el uso de los transgénicos en Uruguay se mantiene, aunque
en este caso el gobierno ahora parece decidido a diseñar una estrategia en un
marco que aparece como auspicioso, por abordar un amplio abanico de
componentes, desde los productivos a los ambientales, como por su invocación
a la participación ciudadana.
(Por Eduardo Gudynas, Eco Portal, 12/03/2007)
http://www.ecoportal.net/content/view/full/67346