Si ahora cortan el puente, qué podremos esperar para cuando la chimenea eche humo". Israel Sirio, un muchacho de Fray Bentos, no disimula su fastidio por el bloqueo de la ruta que siempre los ha mantenido, como dicen, "hermanados", con la ciudad argentina de Gualeguaychú.
La angustia que se vive en Gualeguaychú a raíz de la planta productora de pasta celulosa, contrasta con la tranquilidad que se respira del otro lado del río Uruguay. "Fray Bentos, ciudad amiga", dice un cartel en la entrada. A punto de cumplirse una semana de bloqueo, llama la atención ver por las calles un auto con patente argentina, el que conduce este enviado, algo que era muy común en otros días. Hay muchas miradas, pero ningún gesto de hostilidad.
En la esquina de Young y Lavalleja, en el barrio El Algodón (por los residuos patológicos que tiraba un viejo hospital), cuatro amigos conversan y matean. "El corte es terrible y nos afecta mucho. Somos ciudades hermanas", se lamenta Miguel Martínez. "O éramos", dice Israel. "Yo creo que si hacen una encuesta en Gualeguaychú, la mayoría está en contra del corte", especula otro. Los fantasmas conspirativos sobrevuelan en ambas orillas: "La asamblea está bancada", tira uno de ellos.
Antes de salir para Fray Bentos (los asambleístas permitieron a Clarín cruzar el puente), un conserje comentó: "ya van a ver, el uruguayo confía mucho en sus políticos". La frase se revalida en Fray Bentos. "Si la planta llega a contaminar, no le quepa duda que a Tabaré no le va a temblar el pulso para cerrarla", afirma Gabriel Fernández, en la charla con Clarín.
A él, la instalación de la planta le permitió trabajar 5 meses operando una grúa. Ahora está desempleado: "colaboraba en el puente con un despachante de aduana, y por la falta de trabajo debido a los cortes, me quedé sin trabajo". Tomás Olivera, agrega: "No les tenemos bronca a los argentinos. Si cuando se supo el fallo de La Haya, nadie se salió a festejar". La planta de Botnia, ubicada a unos 10 km. de Fray Bentos, dará 300 empleos directos y 2.000 indirectos, aseguran aquí. Una gran inyección de recursos para una ciudad de 25 mil habitantes, donde siempre faltó trabajo.
Gualeguaychú siempre fue la contracara de su hermana menor. El motor de su economía es el sector privado: un parque fabril con 30 plantas y 1.400 empleos formales, un centro comer cial muy activo y una gran oferta turística—hotelera. El municipio tiene mil empleados, un número bajo en relación a los 80 mil habitantes. La cohesión social, con una gran clase media educada e informada, es su gran orgullo.
En la zona sur—este de Fray Bentos, Botnia se refleja en el flamante Barrio Jardín. Son unas 70 casas sobrias y bonitas, de dos plantas, que estarán listas a fin de año para alojar al personal jerárquico de la planta. Algo del poderío económico finlandés se ha derramado entre los obreros de Montevideo. César Silva y Fernando Cabrera, electricistas, vinieron desde la capital uruguaya a Fray Bentos, contratados para el Barrio Jardín: "Sí, pagan muy bien", admiten.
Laura Pankievich y su amiga Giovana esperan que sus hijos salgan de la escuela Barrio Jardín. "Confío en lo que dijo el presidente: si contamina, se cierra", dice Laura, confirmando lo dicho por el conserje argentino. "La intendencia y Botnia hacen charlas, nos explican cómo funciona la nueva tecnología. No tenemos miedo", dicen.
Las mujeres también aluden a un comentario dominante en Fray Bentos: "Como las plantas no se instalaron en Gualeguaychú, los políticos se enojaron y empezaron los cortes. Y todos saben por qué Botnia no se instaló en Entre Ríos". Hablan de un improbable pedido de favores por parte de quienes debían decidir la instalación de las plantas en Argentina.
Cuando en la asamblea de Gualeguaychú alguien insulta "a los uruguayos", la mayoría lo chista. "Nuestra bronca es con los políticos", se aclara. Del otro lado, la posibilidad de perder otra temporada ante un corte prolongado de la ruta, incubaría sentimientos peligrosos. Como antecedentes, hay un puñado de incidentes ocurridos durante el verano, cuando el corte de la ruta sumó 45 días. El conflicto podría profundizar las grietas entre las ciudades hermanas.
(Por Horacio Aizpeolea, Clarín, 26/11/2006) http://www.clarin.com/diario/2006/11/26/elpais/p-01701.htm