Senador uruguaio explica geopolítica do Mercosul e aposta que seu país vencerá disputa com Argentina pelas papeleiras (em espanhol)
2006-06-12
El senador Sergio Abreu, ex canciller y ex ministro de Industria, es un especialista en temas de política internacional. Aquí aporta enfoques originales, no sólo sobre lo que ocurre en La Haya sino acerca del futuro del Mercosur.
-¿Usted es optimista con respecto a la primera sentencia del Tribunal de la Haya, que implica si las obras habrán de detenerse o no?
-Yo creo que en esta primera sentencia, que tiene que ver con una medida precautoria que solicita Argentina, la paralización de las obras, mientras se sigue tramitando la causa, tenemos todo a favor. Para que el demandante logre una respuesta positiva tiene que probar dos cosas: un daño irreparable y la urgencia de la medida. Y, de acuerdo a lo que hemos visto, Argentina no ha podido aportar pruebas suficientes. Es más, ha tenido una gran fragilidad en la argumentación, al punto de que los aportes que hizo fueron rechazados más de una vez. La Corte es muy estricta y se maneja con criterios de puro derecho. Para aceptar una medida cautelar, sin preocuparse por el resto, sabe que el asunto le llevará años. No sé, dos, tres o más. Por otro lado, Uruguay ha tenido una respuesta muy adecuada, sobre todo con la interpretación del daño inminente y del daño directo, que es lo que debe realmente constatarse, de forma tal de que si se produce en forma inmediata, ese daño termina siendo un hecho irreparable sin perjuicio del hecho de fondo. En este caso no se da ninguna de las causales.
-O sea, el asunto viene bien encaminado...
-Por dos razones. Una, porque Uruguay ha cumplido con sus obligaciones ambientales. Los requisitos del Ministerio de Vivienda han sido muy estrictos, ya que lo que se le exige a las plantas está al nivel internacional más alto. Estamos hablando de un proceso Kraft, libre de cloro elemental. Argentina tuvo una errónea calificación, porque le adjudicó a ese proceso consecuencias para la salud humana de carácter catastrófico. La segunda razón es que, por encima de estos requisitos, Uruguay también ha cumplido con los procedimientos desde el punto de vista de los principios de buena fe y cooperación en el ámbito del derecho internacional.
-En una hipótesis contraria, ¿usted participa de la idea de que si las obras son paralizadas se acaba con estas inversiones?
-No tengo duda. Sería un daño importante en dos niveles. El nivel jurídico y político del país, en cuanto a su imagen: una de las inversiones más importantes permitidas por Uruguay tendría un nivel de contaminación y de daño irreversibles, lo que nos afectaría enormemente ya que estamos en el tercer lugar en el mundo en materia de protección ambiental. Por otro lado, afectaría mucho en lo económico ya que, en el caso de producirse esa hipótesis que usted dice, habilitaría una demanda de las empresas en función del Tratado de Protección de Inversiones. Además, se estaría condicionando la inversión, entre otras cosas porque una medida cautelar, si bien no se pronuncia sobre el fondo, sería una señal peligrosa para los organismos financieros internacionales.
-Volviendo ahora a la hipótesis favorable para Uruguay, esta primera sentencia se produciría en alrededor de un mes. Con ella en la mano, ¿cuántos años habría de una supuesta tranquilidad para que se siguiera haciendo lo que hay que hacer?
-En materia jurídica, por lo menos, esto lleva al menos dos años. Es un procedimiento jurisdiccional con sus etapas habituales. No hay mucha celeridad. Hay un juicio similar por el río Danubio, donde una parte de la ex Yugoslavia y la República Checa lo plantearon, y lleva ya seis o siete años, también con una medida cautelar que fue rechazada.
El futuro de las plantas
-Podríamos decir que ese tiempo, una vez transcurrido, encontrará a las plantas en pleno funcionamiento. ¿Le parece posible?
-Puede ser. Por eso es que la medida cautelar tiene que ser estrictamente mirada desde el punto de vista del derecho. Ahora bien, hay otras cosas. Uno de los aspectos que comentó uno de los abogados que trabaja por Uruguay, fue la incompetencia de la Corte de La Haya, porque se supone que el Estatuto del Río Uruguay reduce el tema a su interpretación y aplicación.
¿Por qué en este caso la Corte no sería competente? Porque lo que se va a discutir es el grado de contaminación que las fábricas provoquen y cómo afecten la calidad de las aguas del río Uruguay. No es la interpretación del Tratado sino que es simplemente el contenido de esto que, según ese abogado, va más allá del ámbito de competencia de la Corte.
Ahora, el asunto es si se contamina o no. Y punto. Y yo tengo que observar que el Uruguay ha exigido niveles, para este tipo de proceso productivo, que son de la más alta exigencia internacional. De diecinueve plantas que existen en Finlandia, diecisiete trabajan con este proceso y Finlandia está ubicada como número uno en el mundo en protección ambiental. Uruguay exige más de lo que exige Estados Unidos, que son los parámetros que se aplican en Brasil, ya no digo los de Argentina porque estos desnudan un doble discurso y un doble estandar de análisis que le hacen perder seriedad y transparencia y consistencia a las argumentaciones del vecino país.
-Situándonos en las argumentaciones argentinas, ¿por qué cree que Argentina, y particularmente Kirchner, adoptó en determinado momento del proceso una postura de confrontación, quizás sabiendo que a la larga pierde?
-Creo que acá hay un aspecto interno, que está vinculado con el estilo de los gobiernos de Argentina. Algunos son más populistas y otros menos. Yo creo que lo de Kirchner está mucho más dirigido a atender la demanda de la población argentina, y de la clientela electoral, sin decirlo con ánimo agraviante, que a prestar atención a sus obligaciones internacionales. Dejó correr una determinada presión que después se transformó en una acción política muy difícil de administrar, entre otras cosas porque debió haber reprimido adecuadamente, aplicando la ley, lo que se produjo con los cortes, en clara violación del derecho internacional.
-Eso me lleva a otra pregunta, analizando un riesgo potencial. Supongamos que Uruguay gana esta primera etapa y Kirchner ve venir el resto del problema cuando todavía no ha garantizado su reelección, ¿Uruguay puede, de todas maneras, correr algún riesgo con un vecino de tales características?
-Uruguay ya tiene un antecedente muy negativo. Es la violación del Tratado de Asunción, la violación de derechos humanos básicos como son la libre circulación de bienes y personas. Esa ha sido una señal muy negativa. Claro, uno tiene el temor de que esto pueda repetirse. Y si pasa, nosotros no sólo enfrentaremos mayor índice de conflicto con Argentina, sino que trasladaremos al Mercosur una circunstancia que debió haber abordado con anterioridad. Acá, de algún modo, nos debatimos entre la prepotencia argentina y la indiferencia brasileña, y la ausencia venezolana que quiere participar en un proyecto político pero que no quiere definirse en estos asuntos que son tan complejos. Paraguay está teniendo dificultades muy serias con Argentina, donde Argentina parece que quiere seguir adelante aunque hay un tema de corrupción vinculado con la represa de Yaciretá. Quiere decir que toma decisiones también unilaterales cuando se trata de Paraguay y hace quejas sobre Uruguay en términos exagerados e inexactos, porque nuestro país cumplió con todas sus obligaciones. Jurídicamente, Uruguay tiene que aferrarse al derecho internacional y al cumplimiento de sus obligaciones. Políticamente, tiene que mantenerse con la firmeza de un Estado digno, pero con la mano tendida para ofrecerle a Argentina la posibilidad de negociar sin hacer concesiones de soberanía.
-Ha trascendido que el presidente Vázquez habría diseñado una estrategia del tipo que usted describe. Una vez obtenido el respaldo de la Corte generar algún tipo de acercamiento para restablecer el diálogo directo. ¿Es posible esto?
-No sólo es posible, sino recomendable. El presidente debe tener el apoyo de todos, porque eso supone fortalecer al país sin hacer concesiones. Es muy importante que Uruguay maneje en forma institucional y profesional un relacionamiento con Argentina y con los otros estados, que permita también tener cierta iniciativa en materia de relación política y diplomática. No debemos agotar nuestra capacidad de propuestas. Eso es lo que nos ha hecho distintos. Salvo que el gobierno argentino, bueno, mi sospecha es que no quiera que se construyan las plantas...
-Eso nos situaría en una posición comprometida. Supongamos que, más allá del gesto que tenga el presidente uruguayo, Kirchner, jugando su propio partido interno, resista y mañana tengamos otra vez piquetes en los puentes. ¿Ahí nos estaría quedando el ámbito del Mercosur, más allá de lo que haya incumplido hasta ahora?
-En realidad, el mecanismo previsto para una circunstancia así ya está funcionando con la puesta en marcha del Tribunal de Controversias, donde también cayó el asunto. O sea que todavía tenemos ese procedimiento que está caminando, y habrá una resolución, porque estamos ante un hecho que provocó al Uruguay daños económicos cuantiosos. No podemos abandonar el Mercosur. Debemos participar, sin esperar que los países grandes resuelvan cuál Mercosur nos queda a nosotros.
El futuro del Mercosur
Entramos de lleno en el tema del Mercosur...
-...!ya sé lo que va a decir, esto no camina...¡
-No, ocurre que el pasado miércoles, en el plenario de Diputados, al aprobarse tres acuerdos vinculados al Mercosur, la bancada oficialista hizo una encendida defensa de la permanencia y la participación en el bloque. Hay que hacer más y mejor Mercosur. Pero mientras se dice eso, uno ve la debilidad intrínseca de Uruguay frente a las dos grandes potencias que siguen construyendo su bilateralidad. ¿Hasta dónde tenemos margen de maniobra?
-Creo que tenemos que darle contenido al "más y mejor" Mercosur. No todos estamos diciendo lo mismo. El "más y mejor" es el Mercosur que tiene que dar certidumbre del cumplimiento de las obligaciones, hoy una de sus principales carencias. Con certeza jurídica, nosotros tenemos mucho más fuerza, hasta podemos ser más inflexibles cuando pedimos resolver las asimetrías entre los miembros. Otro elemento, Uruguay, si algo tiene que priorizar, no es sólo la comercialización y el acceso al mercado, sino también la atracción de inversiones a nuestro país. Si no hay inversiones, no crecemos.
-¿Inversiones que lleguen a través del Mercosur?
-No. Que vengan a través o fuera del Mercosur, pero que tengan la tranquilidad y la certidumbre de que, cuando van a exportar a Brasil o Argentina o a terceros países, no tengan ninguna forma de cuestionamiento. Hay que evitar que quede la impresión de que cuando se quiere invertir en Uruguay hay que pedir permiso a Argentina o Brasil. Esa es una señal terrible. El otro "más y mejor" Mercosur, es el político...
-Permítame, se ha vuelto a hablar del Parlamento del Mercosur, una idea que algún dirigente blanco de relevancia no acepta.
-Yo tengo una discrepancia, y se sabe, con el doctor Lacalle en este tema. El Mercosur es un proyecto político, estratégico, de base comercial. Sin la base comercial no existiría, pero también es cierto que contiene una visión estratégica política para la región, que va más allá del comercio. Incluye la infraestructura, la energía, la logística, hasta la presencia en la región de Uruguay como razón histórica, algo esencial en el pensamiento de mi colectividad política. La institucionalidad del proceso de integración deriva de su madurez. Yo estoy de acuerdo con el parlamento del Mercosur, siempre que sea para evolucionar y no para esconder los fracasos internos. Yo no quiero comprar el terreno de mi vecino si no tengo agua en mi casa. No es un tema ideológico, sino filosófico. Un parlamento, además, que no será supranacional sino una caja de resonancia de la democracia participativa...
-¿Cuando usted dice que no será supranacional, quiere decir que no estará por encima de los parlamentos nacionales?
-Claro. Ahí está la gran discrepancia que tenemos con otras opiniones. Esto no puede tener capacidad legislativa por encima de los Estados. El parlamento del Mercosur debe ser un órgano intergubernamental. Lo que no podemos hacer es poner la basura debajo de la alfombra.
(La Republica, 12/06/2006)
http://www.larepublica.com.uy/lr3/?a=nota&n=213746&e=2006-06-12