Ausentes Kirchner e Tabaré, o conflito continua à deriva (em espanhol)
2006-04-12
Algo grave sucede en un conflicto cuando desaparece la política. En ese estado de cosas permanece el pleito entre la Argentina y Uruguay por las papeleras. Los amagues y las acciones transcurren en los Tribunales. La Corte de la Haya se ha puesto de moda para ambos países. El Mercosur recobró notoriedad no a raíz de proyectos que sirvan para construir una esperanza regional sino para intentar dirimir un pleito al que nadie le encuentra la vuelta.
Aquella ausencia de la política denota además la debilidad de los Estados. Las administraciones de una y otra orilla construyeron la cumbre presidencial de Chile que fue, por corto tiempo, la única señal de encauzamiento del problema. Pero bastó que la empresa finesa Botnia resistiera cumplir uno de los puntos del acuerdo para que los poderes políticos de la Argentina y Uruguay volvieran a exhibir una impotencia manifiesta.
Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez han regresado a un punto inicial. No hablan del conflicto ni se comunican. Parecen dos hombres invadidos de rencor. Los piquetes en Gualeguaychú y en Colón para bloquear los pasos de frontera retornaron sin ninguna resistencia oficial. Los gendarmes observaron ayer, sin inmutarse, como resultó obstaculizado por un puñado de manifestantes el camino que conduce a Paysandú. Uruguay ha vuelto a hablar únicamente de ese desafío y archivó el argumento admitido de que la instalación de Botnia y Ence (España) en Fray Bentos son también actores del conflicto.
El internismo provincial mete además su cola. Daniel Yrigoyen, el intendente de Gualeguaychú, alienta los cortes de ruta en una población que, con lógica, está sensibilizada por el temor a una posible contaminación. Esa agitación va en contra de lo que pretende ahora Jorge Busti. El gobernador de Entre Ríos, en sintonía al menos con lo que opina el canciller, Jorge Taiana, entiende que los piquetes atentan contra el sustento jurídico de la presentación que la Argentina hará en La Haya. Busti e Yrigoyen, ligado a sectores del kirchnerismo, están enfrentados.
Yrigoyen atraviesa una situación política delicada. El tesorero de su administración está detenido acusado por irregularidades, al parecer, en el manejo de 3 millones de pesos. La cuestión implica un escándalo local. Pero resulta consumida por el fuego que mantiene encendido el conflicto con Uruguay. Vázquez ha vuelto a refugiarse en la política doméstica. Había perdido la anuencia de la oposición luego de la cumbre con Kirchner. Pero la recuperó cuando el conflicto volvió a empantanarse y resolvió encaminarlo por la vía judicial. Esas idas y venidas le provocaron al mandatario uruguayo cierto descrédito con la sociedad.
La falta de brújula política es tan ostensible que la Argentina y Uruguay celebraron como un triunfo un último informe ambiental del Banco Mundial. Reinaldo Gargano, el canciller oriental, sostuvo que las objeciones marcadas en el trabajo son menores y que admite que la tecnología que se utilizará en las plantas no es contaminante.
Según el gobierno argentino el informe de la Corporación Financiera Internacional reconoce que Uruguay no ha dado la información adecuada sobre la fórmula que se utilizará para la producción de pasta de celulosa. Al mismo tiempo el ombudsman del BM reiteró en las últimas horas que no se han contemplado las inquietudes de los potenciales afectados del lado argentino.
En el área se concentra mas del 90% de la producción pesquera del tramo compartido del rio Uruguay, que supera las 4500 toneladas anuales. La zona es además área de cría de las poblaciones de peces migratorios propias de ese lecho. La Argentina insiste que el impacto acumulado de ambas plantas destruiría esa ecología. La Argentina y Uruguay no podrían tener razón al mismo tiempo. La puja ocurre ahora en los estamentos intermedios del poder por la falta de instancias superiores. Sería hora, otra vez, de que Kirchner y Tabaré regresen a escena antes que se hagan realidad los augurios mas pesimistas.
(Clarin, 12/04/06)
http://www.clarin.com/diario/2006/04/12/elpais/p-00501.htm