El científico David King sospecha que grupos de presión o los servicios secretos piratearon mails
Una operación muy sofisticada que resultó en la filtración de cientos de correos electrónicos de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia (CRU) fue probablemente obra de una agencia de inteligencia extranjera o incluso de grupos de presión de Estados Unidos.
Eso es al menos lo que sospecha David King, principal asesor científico del ex primer ministro británico Tony Blair, según el cual esa actividad de piratería informática, que se remonta a 13 años atrás, y la filtración selectiva de los correos electrónicos parece apuntar a una operación perfectamente coordinada de los servicios de información.
Los escépticos sobre cambio climático aprovecharon los correos, divulgados en víspera de la Cumbre sobre Cambio Climático de diciembre, en Copenhague, para afirmar que los científicos del CRU trataron de suprimir datos y de “ocultar” una disminución de las temperaturas para perjudicar sus argumentos.
Los ciberpiratas consiguieron los mails de un servidor utilizado por esa universidad inglesa y, según las sospechas de King, expresadas al diario The Independent, pudo tratarse de un intento de desestabilizar la cumbre de Copenhague.
Fue una operación llevada a cabo por un equipo de profesionales muy competentes, por encargo bien de un gobierno extranjero, bien de grupos de presión estadunidenses opuestos a la lucha del cambio climático.
Los documentos contenían discusiones de carácter privado entre climatólogos, que dejaron en evidencia a algunos de los afectados, sobre todo al profesor Phil Jones, que tuvo que dimitir de su puesto al frente del CRU mientras se investigaban posibles irregularidades.
“Se trata de una operación extremadamente sofisticada. Hay distintos grupos capaces de llevar a cabo un trabajo de esa índole. Puede tratarse de servicios de inteligencia nacionales”, señala el ex asesor científico de Blair.
Los ciberpiratas sustrajeron más de un millar de correos electrónicos y unos dos mil documentos de un servidor de seguridad (back-up) al que resultaba difícil acceder.
Es sólo una pequeña fracción del periodo en el que se desarrollaron esas actividades —de 1996 a 2009—, lo que indica que escogieron los correos que pudieran resultar más reveladores de posibles irregularidades científicas.
La filtración de esos mensajes precisamente en víspera de la conferencia sobre cambio climático parece haber estado perfectamente calculada para desestabilizar la reunión, sospecha King. “Algunos de los mails datan de 1996, lo que significa que alguien se dedicó a recoger esos datos por años. Parece que tenemos que ver con una operación muy bien coordinada, parte de una campaña”, afirma el científico.
La sustracción de los correos se conoció el 27 de noviembre, cuando alguien trató de subirlos al portal RealClimate, gestionado por climatólogos, entre ellos Gavin Schmidt, del Instituto Goddard de Estudios Espaciales, de la NASA.
Según Schmidt, los ciberpiratas utilizaron una computadora legal como servidor, pero el ataque pudo darse desde cualquier parte del mundo. Dos días después del ataque, los correos aparecieron en una compañía llamada Tomcity que opera desde Siberia, aunque pudo tratarse de un intento de culpar a Rusia.
Según King, si el responsable fue un gobierno, es posible que el trabajo lo llevaran a cabo los servicios secretos rusos, pero si fue un grupo de presión, el ataque pudo venir de Estados Unidos.
(EFE / Planeta Azul, 02/02/2010)