Inversores árabes y asiáticos buscan tomar el control de amplias extensiones de tierras fértiles en Sudán, el país más grande de África, que quiere convertirse en el granero de Oriente Medio, aunque para ello deberá modernizar primero su agricultura.
Sudán cuenta con 2,5 millones de km2, 160.000 km2 de los cuales de tierras cultivables, una cifra superior al conjunto de las superficies propicias a la agricultura en Oriente Medio.
El repliegue de los precios del petróleo el año pasado privó a Sudán -gigante africano que exporta más de 300.000 barriles diarios- de preciosos ingresos y devolvió el atractivo a la agricultura, motor tradicional de su economía. País pobre dotado de amplias tierras cultivables, Sudán se abrió a los inversores extranjeros para dar vida a una ‘agro-economía’ vacilante.
A raíz de las sanciones económicas estadounidenses, son los inversores de Asia y Oriente Medio los que fluyen. Oriundos de Qatar, Libia, Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, así como también de China y Corea del Sur, estos inversores poseen derechos a largo plazo sobre unos 8.400 km2, es decir, el equivalente a la superficie de Líbano, según datos oficiales del gobierno sudanés.
“Las inversiones para proyectos tendientes a aumentar la producción agrícola o simples estudios de proyectos han superado los 5.000 millones de dólares el año pasado”, señaló el ministro de Estado sudanés de Agricultura, Abdulrahim Alí Hamad. “Esperamos convertirnos en el granero de la región (Oriente Medio) a partir de 2012?, agregó en una entrevista concedida a la AFP.
Sin embargo, la toma de control de tierra cultivable por países deseosos de garantizar su seguridad alimentaria preocupa a varias asociaciones: en Sudán, más de cinco millones de personas ya dependen de la ayuda internacional para comer.
La otra inquietud es la escasa utilización de las tierras: menos del 15% de las superficies acordadas son en realidad cultivadas, según datos obtenidos por la AFP, ya que los inversores extranjeros dejan las tierras abandonadas a la espera del momento propicio para invertir.
“Los inversores deben probar la seriedad de su proyecto en un determinado lapso de tiempo, porque si no vamos a confiscar las tierras y poner fin a los contratos”, advirtió el ministro sudanés.
“No creo que sea justo otorgar tierras a extranjeros hasta que todas las posibilidades locales no hayan sido agotadas”, estimó por su lado Usama Daud, director general del gigante sudanés Dal, que tiene importantes proyectos agrícolas.
Otro freno a la ambición de Sudán es la necesidad de modernizar el sector agrícola, según los analistas.
(Por Guillaume Lavallee, AFP, Farmlandgrab.org, 07/12/2009)