“Estos estudios evalúan, desde el punto de vista ambiental, la producción de bioetanol a partir de dos fuentes de biomasa que hasta ahora no se han explotado: los residuos agrícolas del lino (destinado a la producción de fibra de papel para encamado animal), y los cultivos de Brassica carinata (planta herbácea de flores amarillas, similar a la que cubre los campos en primavera)”, explica a SINC Sara González-García, investigadora del Grupo de Ingeniería Ambiental y Bioprocesos de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
González-García, junto a otros investigadores de la USC, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Leiden (Holanda), han confirmado que si se produce bioetanol con estos dos tipos de biomasa “se consigue reducir las emisiones de CO2 y el consumo de combustibles fósiles, dos de los objetivos establecidos por la Unión Europea para promocionar los biocombustibles”.
En estos trabajos se han analizado las cargas ambientales asociadas a las distintas etapas del proceso: cultivo de lino o Brassica, producción de etanol (mediante hidrólisis enzimática seguida de fermentación y destilación), mezcla en distintas proporciones con gasolina, y empleo en un coche de pasajeros.
Los resultados de ambos estudios, publicados en la revista Renewable and Sustainable Energy Reviews, reflejan que el uso de combustibles con etanol puede ayudar a mitigar el cambio climático (reducción de gases de efecto invernadero).
Sin embargo, estos combustibles también “contribuyen a la acidificación, la eutrofización , la formación de oxidantes fotoquímicos y la toxicidad (en personas o en el ambiente)”. Según los expertos, estos efectos negativos se podrían paliar con el empleo de cultivos de alto rendimiento, así como mediante la optimización de las actividades agrícolas y el mejor uso de fertilizantes.
¿Mejor lino o Brassica?
Las simulaciones desarrolladas por los investigadores revelan que el lino (más rico en celulosa) puede llegar a producir 0,30 kg de etanol por cada kg de biomasa seca, frente a los 0,25 kg/kg de la Brassica. Sin embargo, al analizar todo el ciclo de producción, la planta de flores amarillas presenta una mayor producción de biomasa por hectárea y tiene un menor impacto medioambiental.
El biocombustible producido con estas dos plantas es “bioetanol de segunda generación”, aquel que se obtiene de residuos forestales o agrícolas, o de cultivos de herbáceas, y que no entra en competencia directa con los cultivos agrícolas destinados a la alimentación animal y humana.
La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional están promoviendo el desarrollo de este tipo de biocarburantes. España es el tercer productor en Europa de bioetanol, por detrás de Francia y Alemania, aunque de momento su uso apenas representa el 0.40% del total de la energía.
(agroinformacion.com / Ecoticias.com, 20/11/2009)