Según New Economics Foundation, al mundo le quedan sólo 85 meses si queremos tener una probabilidad muy razonable de evitar un cambio climático fuera de control.
El sitio web llamado onehundredmonths.org muestra un reloj marcando la dramática cuenta atrás hasta que el calentamiento sin control comience y han pasado 15 meses desde que comenzó la cuenta atrás sin ningún avance en las negociaciones por el clima de la ONU.
La idea está basada en un estudio publicado en 2006 por el investigador Malte Meinshausen. Fue el primer científico en cuantificar con porcentajes la probabilidad de exceder ciertos umbrales climáticos: En su documento del 2006 concluyó que sólo estabilizando la concentración de gases de efecto invernadero en 400 partes por millón (ppm) sería “probable” (definido como un porcentaje entre el 66 y el 90%) que el mundo estuviera por debajo de un calentamiento eventual de dos grados. El análisis de la NEF ha desarrollado un cálculo simple, simplemente contabilizando el tiempo que queda antes de que se alcance el nivel de 400 ppm. La fecha límite, si se echa la cuenta, es el 1 de diciembre de 2016.
El gran peligro del cambio climático es que un proceso sistémico a largo plazo. Amenazas urgentes evidentes –como guerras o crisis económica- son fáciles de poner en lo más alto de nuestra lista de prioridades. Pero el cambio climático es un proceso muy lento (noten la línea actual de los escépticos de desprestigiar la falta de un calentamiento año a año como esperanza de probar que todo es un gran error), y otro donde la causa y el efecto (CO2=desastres climáticos) no son tan obvios a un nivel intuitivo, de ahí la continua predominancia de hacerse ilusiones, teorías de la conspiración y rotunda negación. El cambio climático claramente no compromete nuestros mecanismos naturales psicológicos de autodefensa.
Este es el valor de la campaña de los 100 meses, que inyecta un sentido de urgencia en lo que en realidad es un proceso muy lento de cocinarnos. Necesitamos enmarcar este asunto como urgente para generar cualquier tipo de respuesta apropiada y en realidad la NEF explícitamente usa la analogía de en tiempos de guerra. Pero, el retroceso es también claro: En enero de 2017, después de pasar la fecha tope, la gente podría volverse fatalista (“Hemos pasado el punto crítico, renunciemos”) o podría volverse más escéptica (“la cosas no han cambiado mucho- ¿Pensaba que decías que el mundo iba a terminar?”). El fin del mundo no será en 2012 como anuncia la película que se estrena hoy y no ocurrirá en un día concreto, pero si no conseguimos reducir nuestras emisiones iremos acercándonos a él a partir de 2017.
En realidad, esto un forma de analizar riesgos. ¿Cuánto riesgo de destruir nuestro hábitat planetario estamos dispuestos a correr si seguimos quemando combustibles fósiles? Mucho, parece.
(Globalízate / EcoPortal, 16/11/2009)