El batacazo de la economía española ha provocado este año caídas históricas en el consumo eléctrico y en la demanda del gas y de los hidrocarburos. Centrales eléctricas, regasificadoras y refinerías están infrautilizadas o paradas.
España, un país energéticamente dependiente del exterior durante toda su historia, tiene ahora capacidad en exceso. La paradoja es que, en lugar de bajar, los precios para el consumidor podrían subir.
Sin récord
En electricidad, España tiene más del doble de capacidad de generación de lo que el país es capaz de demandar incluso en horas punta. Existen más de 90.000 megavatios (MW) de potencia instalada, sobre todo, por la explosión de las energías renovables, que se han duplicado en los últimos cuatro años, pasando de 11.004 MW en 2004 a los 21.921 MW de 2008.
Pero mientras se sigue añadiendo potencia al sistema –por la inercia de los proyectos empezados–, el consumo sigue cayendo. A septiembre, la demanda eléctrica en España mantiene tasas de caída del 5%. Nadie niega que, por seguridad energética, el sistema eléctrico debe tener más capacidad de generación de la que necesita habitualmente para cubrir los picos de demanda. Tener ese colchón era una necesidad imperiosa en los años de bonanza, en los que España se convirtió en el mercado europeo donde más creció la demanda (a tasas de casi el 12% entre 2004 y 2008).
El problema es que ahora el país no necesita tanta luz, y nadie sabe cuándo la volverá a necesitar. Ni en 2008 ni mucho menos este año la economía española ha superado el récord de 44.876 MW de potencia eléctrica que se necesitó el 17 de diciembre de 2007, un año en el que España disfrutaba de lo que parecía un boom económico inagotable.
En los últimos años, en los momentos de demanda máxima de luz en el país, el sistema eléctrico trabajaba a tasas de hasta el 55%. Ahora, a duras penas entra en funcionamiento el 47% de la capacidad. Por primera vez, en los momentos pico de 2008, había potencia de sobra incluso para exportar luz a países como Francia, Portugal o Marruecos a través de las interconexiones. El problema del sector energético es que todo está imbricado. Hay centrales que se han quedado fuera del sistema, porque no caben, como las de carbón. Esto, a su vez, provoca un efecto dominó en el sector minero en España.
Caídas históricas
En hidrocarburos, las petroleras también han ralentizado la actividad de sus refinerías. Compañías como Repsol y Cepsa se vienen enfrentando desde hace un año a un descenso de ventas en gasoil por primera vez en la historia. En 2008, vendieron 35,3 millones de toneladas, un 3,4% menos que el ejercicio anterior, frente a los aumentos estables de entre el 2% y el 3% que disfrutaron en años precedentes.
El bajón de las ventas (que ya empezó en el segundo semestre de 2008 y ha seguido este año) pasa factura industrialmente. La decena de refinerías que hay en España se encuentran trabajando al 77% de su capacidad. Es una cifra que contrasta con el 90,1% de 2008 y el 89,1% de 2007, según datos de la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP).
En gas, la demanda había caído un 12% hasta agosto. Ha bajado el nivel de actividad de las regasificadoras (por donde llega el gas natural licuado de los metaneros, cuyas entradas se han reducido en un 8%) y la ocupación de los gasoductos (ahora, entra un 20% menos). Regasificadoras como la de Sagunto estaban, en agosto de 2008, al 83% de su capacidad. Ahora, se encuentran al 64%.
El problema del exceso de capacidad tiene grandes consecuencias. Empresarialmente, una infraestructura infrautilizada es sinónimo de falta de rentabilidad. Especialmente en energía, un sector intensivo en capital donde los proyectos tardan años en madurar. Políticamente, la crisis ha teñido de incertidumbre a la industria. ¿Con qué variables va a jugar el Gobierno en la elaboración de su política energética?
Para el consumidor, la situación puede resultar perversa. Si hay menos consumo de energía (por ejemplo, de electricidad) los costes fijos del sistema tendrán que distribuirse entre menos kilovatios hora consumidos, y éstos serán más caros.
Efecto dominó
· Carbón eléctrico
Los sectores energéticos tienen conexión. Sobre todo, la electricidad, el gas y el carbón. Lo que le pase a uno lo sufre el otro. El derrumbe en el consumo de gas viene impulsado por la menor demanda eléctrica. Lo mismo ocurre con el bajón en el carbón nacional. En lo que va de año, la producción eléctrica con ciclos combinados (gas) ha caído un 15%, casi tanto como con el carbón (18%).
· Surtidores sin brotes
La brutal caída que sufrían las ventas de gasoil en España (termómetro de la actividad económica del país) dio un respiro en verano. Frente a patinazos de hasta el 13% en la primera parte del año, la tasa de caída se relajó hasta el 2%. Parecía que llegaban los brotes verdes. Pero, en septiembre (los datos están todavía pendientes de confirmarse), las petroleras apuntan a que el descenso se ha vuelto a intensificar.
· Escapes del gas
El problema de exceso de infraestructuras energéticas es menos preocupante en el gas. Aquí, España aún tiene grandes asignaturas pendientes. Por ejemplo, faltan almacenamientos subterráneos. Por otra parte, es relativamente más fácil gestionar los flujos de gas. Si no se consume gas en el país, se puede hacer trading con un metanero que viaja hacia este mercado y venderlo en otro sitio.
(Por Miguel Á. Patiño, Expansion.com / Ecoticias.com, 12/10/2009)