Según los datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en nuestro país existen casi 1.500 especies invasoras. Se trata de plantas, animales y microorganismos que un día llegaron a España donde jamás han sido autóctonas. Convivimos con todas ellas a diario y desconocemos la existencia de la gran mayoría.
Los expertos llevan un control exhaustivo de cada una de ellas porque una de cada diez especies invasoras es dañina para nuestros ecosistemas. Si analizamos los datos a nivel europeo la cifra es aun más alarmante, 11.000 especies campan a sus anchas generando daños para la biodiversidad. Volvamos a nuestro país. Entre las cien especies más dañinas debemos destacar, por su nivel de peligro y por el conocimiento que tiene nuestra sociedad, al mosquito tigre, el cangrejo rojo y el mejillón cebra.
Por suerte no debemos aguantar la invasión de los canguros de Australia, la de las hormigas de Hawái, las de serpientes de algunas islas del Pacifico Occidental o la de percas del rio Nilo. Pero estos países tienen la suerte de no soportar nuestras plagas que, por sus características y hábitats, son más molestas para el medio ambiente y más costosas de controlar. Además estamos situados en el Mediterráneo, el área marina más perjudicada por estas invasiones.
El cangrejo rojo o americano se empezó a introducir en nuestro país durante la década de los años 60 pero no fue hasta principios de los setenta cuando se aclimató a la perfección en Badajoz y en los arrozales del Bajo Guadalquivir. Con el tiempo se ha demostrado que es una especie ingeniera del paisaje, al transformar físicamente su entorno y al alterar la disponibilidad de recursos para otras especies.
El mejillón cebra es aun más peligroso. Su presencia se detecto en Catalunya a finales del año 2001. Hablamos de un molusco de agua dulce no comestible y muy resistente a otras aguas más saladas. Hoy en día este mejillón habita en nueve comunidades autónomas españolas aunque su mayor presencia hay que buscarla en la parte baja del rio Ebro. Ya ha colonizado todas las zonas donde vive y entre ellas espacios naturales y embalses. Las poblaciones de mejillón tigre reducen el fitoplancton, alteran los fondos y aguas fluviales y perjudican a las especies autóctonas de los ríos.
La tercera especie de la que hablaremos hoy es la peor de todas. Quizás no altere tanto el paisaje o los ecosistemas pero, a diferencia de las otras dos y del resto que pueblan nuestro territorio, el mosquito tigre nos molesta directamente a nosotros, los seres humanos.
Se caracteriza por sus franjas blancas pero sobretodo por lo molesta que resulta su picadura que, dependiendo de la víctima, puede durar varios días. Curiosamente, este mosquito puede estar picando las 24 horas y ese hecho lo convierte en una autentica amenaza. Procede de Asia y se descubrió en España por primera vez en el año 2004, en el municipio barcelonés de Sant Cugat. Desde entonces ha colonizado un centenar de municipios y los expertos le auguran un buen futuro que pasa por su expansión por toda la geografía de España y especialmente en aquellas zonas con más población y un mayor índice de lluvias.
n algunas de las zonas afectadas por la presencia masiva del mosquito tigre, las autoridades locales y las administraciones han unido esfuerzos para luchar contra esta especie invasora. En otros casos y aun teniendo margen de actuación, se ha optado por no actuar y esto ha dado aun mas alas a este insecto que, lejos de mudarse de territorio, ha incrementado su presencia estableciendo colonias que con el tiempo serán autenticas plagas.
Los expertos saben que su erradicación es casi una utopía y que habrá que conformarse, gastando grandes cantidades de dinero, con controlar la población de esta especie. Poco podemos hacer los ciudadanos por evitar estas plagas que han llegado a nuestras poblaciones por el eterno problema de la globalización, por el tráfico marítimo, el transporte intercontinental, por culpa de la contaminación y otros factores. Los hemos atraído hacia nosotros y poco nos importan mientras no nos molesten, no nos debiliten. La cosa cambia cuando, por nuestro egoísmo de masas, vemos como afectan a nuestra vida diaria. No es lo mismo una especie invasora que un mosquito tigre. La primera no la vemos y la segunda, la notamos en nuestra propia piel. Somos así, somos humanos y como humanos que somos, erramientas.
(Por Ángel Juárez Almendros*, Ecoticias.com, 08/10/2009)
*Ángel Juárez Almendros "Presidente de Mediterrània-CIE"