Aseguran que es por efecto de la acción humana. Los máximos especialistas en conservación del país creen que todavía es posible salvarlos.
La localidad bonaerense se llama Tigre porque a principios del siglo XX, el yaguareté tenía un refugio en el delta del Paraná. Originalmente llegaba hasta el sur del río Negro, y hoy está acorralado en las Yungas de Salta y Jujuy, una porción del Chaco seco y lo que queda de la selva misionera. No es una excepción: buena parte de la fauna emblemática de la Argentina se encuentra en distintos grados de riesgo que van desde vulnerable hasta en peligro crítico. Y algunas especies ya desaparecieron, como el lobo malvinero, el chorlo polar y el guacamayo violáceo.
La conservación de la fauna y los criterios para definir sus niveles de amenaza son dos ejes importantes en el 10° Congreso Internacional de Mamíferos, que se está realizando en Mendoza, con la presencia de 1.200 científicos. "Los animales 5 estrellas de la fauna argentina están en serio riesgo de extinción. Hay poblaciones de muchas especies comunes que están en peligro", alerta el naturalista y conservacionista Juan Carlos Chebez. La vizcacha, por ejemplo, ya es rara en la pampa húmeda. Y como decía Darwin, "la rareza precede a la extinción".
"Era un país con una riqueza original altísima. La Argentina tuvo el privilegio de reunir 18 regiones ecológicas diferentes; pocos países tienen esa megadiversidad", destaca Claudio Bertonatti, de la Fundación Vida Silvestre. Se manifiesta en más de 2.500 especies de vertebrados -entre ellos, 1.004 especies de aves- y más de 20.000 especies de plantas. Bertonatti menciona las políticas económicas de auge y ruina, que han diezmado recursos al punto de dificultar y a veces impedir su regeneración. Así quedaron las ballenas al borde de la extinción. Así colapsó la merluza, con consecuencias aún ignoradas. "En la Argentina, planificación la llevamos a marzo", sentencia Bertonatti.
Del venado de las pampas, presente en gran parte del país, a fines del siglo XIX se llegó a exportar 2 millones de cueros por año. A su caza se sumaron la pérdida de sus pastizales y las enfermedades transmitidas por las vacas. Hoy, con suerte quedan 2.000 ejemplares, en cuatro grupos aislados. De los 100 millones de hectáreas de bosques y selvas que había hace un siglo, hoy sólo hay 32 millones, en territorios más reducidos e incluso fragmentados.
"La forma más eficaz para extinguir una especie es erradicarle el ambiente donde vive", observa Bertonatti. Chebez ha realizado una tarea titánica, al inventariar puntillosamente las especies en riesgo, en su serie de libros Los que se van. Misiones, Buenos Aires y Salta aparecen como las provincias con mayor número de especies amenazadas. Son algunas de las que más transformaciones han sufrido.
Siete especies de anfibios integran la lista roja de la Argentina. Entre los 28 reptiles en riesgo están los yacarés y las tortugas, marinas y terrestres. Chebez relevó 98 especies de aves cuyo futuro es incierto, incluidas algunas que anidan en las islas del Atlántico Sur. El último registro de Aves Argentinas y la Dirección de Fauna Silvestre suma 262 especies: 103 vulnerables -incluidos los pingüinos y el suri cordillerano-, 88 amenazadas, 52 en peligro y 19 en peligro crítico, entre éstas la harpía, una rapaz, y el macá tobiano, un tipo de pato.
De los mamíferos, 59 se hallan en situación preocupante. Entre ellos están los más identificados con nuestro país: el tatú carreta, el quirquincho andino, los pichiciegos, el oso hormiguero gigante, el aguará guazú, el ciervo de los pantanos, el huemul, el carayá pitá, la nutria marina y sus parientes de río, el tapir, el chancho quimilero y hasta las chinchillas silvestres.
Gracias al compromiso de los países andinos, la población argentina de vicuñas se está recuperando. "La buena noticia es que algunas especies que se creía extintas, han reaparecido -rescata Chebez-. Si se les hacen reservas, si a éstas se les crea zonas de amortiguación, y si se las conecta mediante corredores biológicos, hay altas chances de que la cara agreste de la Argentina subsista. Tenemos paisaje para hacer una planificación biorregional". El director de Fauna, Daniel Ramadori, reclama "un ordenamiento territorial que identifique áreas prioritarias para la conservación y, sobre todo, destinar los recursos adecuados. Tenemos un programa de apoyo a reservas provinciales, pero nos faltan fondos".
(Por Sibila Camps, Clarín, 12/08/2009)