La reciente ‘defunción’ de AVINA es una noticia importante para todos los movimientos sociales implicados en la lucha medioambiental y por los derechos humanos. Su despedida no ha sido más clara que su trayectoria, pero ambas han sido interpretadas desde hace algún tiempo por diversas personas y entidades que han tenido el objetivo de aclarar qué era esta organización. Una de ellas ha sido Paco Puche, coordinador del INFORME AVINA, que se ha publicado en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com y circula ampliamente por la red. Puche hace en esta ocasión algunas consideraciones sobre el último episodio de AVINA, y aprovecha para felicitar a todos los que han peleado contra ella en lo que considera una victoria.
Réquiem por AVINA*
"Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas."
(Martín Luther King)
"El primer principio de esperanza reside en lo improbable."
(Edgar Morin)
Hace unos días, Avina anunciaba un cambio de ciento ochenta grados en su estrategia (la que venía desarrollando desde su fundación, hace ya quince años) y el cierre de una gran parte de las infraestructuras hasta ese momento existentes, por medio de una carta de su director ejecutivo Sean McKaughan, fechada el 14 de mayo de 2009.
Se da la curiosa circunstancia que dos días antes, el 12 de mayo, su presidente Brizio Biondi-Morra con motivo de la reflexión que hacía al informe de gestión de 2008, no decía ni una palabra del inmediato desmantelamiento de la línea seguida hasta ahora, que podíamos denominar Avina-cooptación de socios-líderes de los movimientos sociales.
En sus reflexiones volvía a dejar claro la ideología de la fundación (“el movimiento... surgido en la década pasada ha madurado en un capitalismo innovador que busca cómo emplear las herramientas de mercado para resolver problemas sociales, e incluso utiliza métodos empresariales generadores de riqueza para la mayoría desatendida”), y sutilmente insinuaba un cambio de estrategia (“A comienzos de 2008, Avina convocó un encuentro... al que asistieron todos los miembros de la junta directiva, los presidentes de Viva Trust y Grupo Nueva y la participación virtual de nuestro visionario fundador Stephan Schmidheiny... y en el que nos centramos (en lograr) por lo menos 10 cambios relevantes a escala continental para fines de 2012... (para ello) Avina se asoció con otras instituciones... (en concreto con) la fundación Bill y Melinda Gates”)
El director ejecutivo, en su carta, daba todas las claves de la liquidación y, como se hace cuando se cierra una empresa, anunciaba:
- Como justificación, el cambio de estrategia y la crisis ( -la nueva- estrategia institucional es una evolución natural de nuestra actuación hasta ahora (...) también ha coincidido con las crisis financiera mundial);
- El cierre de oficinas. En la actualidad son veintiuna, solamente en el continente latinoamericano (“decidimos cerrar varios espacios físicos”);
- La reducción del presupuesto, de la plantilla y el despido masivo de los trabajadores (“la disminución presupuestaria nos ha obligado a proyectar un plantel reducido de colaboradores... y (a) desvincular a muchos excelentes colaboradores”). Una negociación, como no podía ser de otra manera, para los despedidos (“ofreciendo un plan de retiro voluntario y un paquete de beneficios para apoyarles en su próxima fase”);
- Una declaración de buenas intenciones para con sus acreedores (“a pesar de los cambios- en las prioridades de nuestros recursos se cumplirá con todos los compromisos financieros y de apoyo previamente asumidos con socios e iniciativas”);
- Un retén de apaciguamiento, para evitar conflictos por lo abrupto del cambio (“Entendemos que los cambios pueden generar dudas y preguntas por parte de nuestros socios y aliados... en esta fase crítica... por lo que (damos) una lista de personas de referencia en cada país que están a su disposición”- la lista consta de13 nombres, sus correos electrónicos y los países a que atienden, y ni un sólo teléfono operativo);
- Y una estructura de futuro aligerada con la que operarán, se supone que, preferentemente, de forma virtual (‘seguiremos trabajando en todos los países... acompañados de manera presencial o virtual’).
Como puede verse es igual que el cierre de una empresa, y en parte lo es, pero en la que los términos han sido modificados: colaboradores en vez de trabajadores; desvinculación por despido; plan de retiro voluntario en vez de indemnización por despidos, etc. Es un cierre abrupto de una línea de compromisos con sus cerca de mil socios-líderes y sus más de cuatro mil aliados, que son como sus acreedores. Y es una deslocalización: cambian de escala, se van para otros lugares y dejan en el aire una promesa de contacto virtual para los más nostálgicos. A todos los, hasta ayer mismo, amparados, financiados, educados, entretejidos y utilizados, les han dejado, en un abrir y cerrar de ojos, con sólo trece direcciones de correos electrónicos para todo el continente latinoamericano y para el resto del mundo. Lo que se dice vulgarmente, en la pajolera calle.
En la carta del director ejecutivo también se ha confirmado el cambio de estrategia insinuado por el presidente de Avina, en la carta que le ha precedido. La nueva estrategia tiene un nombre ‘Oportunidades de Relevancia Continental’ y, como tal nombre indica, se trata de “transformaciones concretas (...) con potencial de repercusión en todo el continente –latinoamericano”) Y han anunciado que serán diez, de las cuales sólo una ha sido explicitada: “la destinada a la preservación de la Bioma Amazónica”.
Y hasta aquí el certificado de defunción de una suerte de Avina, aquella que ha pretendido dominar, confundir, y desactivar los movimientos sociales, también, como dicen explícitamente en sus documentos y vídeos de promoción, aquella que ha pretendido vincular líderes de la sociedad civil con líderes del empresariado para realizar negocios inclusivos con los pobres y aquella que ha intentado pintar de verde al capitalismo, para hacerlo más opaco y llevadero a los colectivos crecientemente damnificados por su irrefrenable codicia. Que, deberíamos saberlo, el capitalismo sólo cede aquello que le es arrebatado por los trabajadores o por los ciudadanos.
Como dice José L. Sampedro en sus conversaciones con Carlos Taibo (Libros de la Catarata, 2009) “las empresas (capitalistas) son miopes por naturaleza: su objetivo es ganar dinero inmediato, no arreglar el futuro del planeta: Eso quiere decir que debemos despedirnos de medidas, por ejemplo, que demuestren preocupación por el medio ambiente... Debemos dejar de pensar en la salvación de los desiertos, de los bosques, de la Amazonía. De todo eso nada”. ¡Adiós a los sellos de responsabilidad social corporativa (RSC)!
El período de quince años que esta línea estratégica les ha durado (1994-2009) ha coincidido con el auge y caída del neoliberalismo. No es casual. Con este acta de liquidación que comentamos, hay que recordar que los socios-líderes que han acompañado hasta la fecha a esta fundación han asumido compromisos con Avina (de apoyo y financiación como se dice en el documento) y no meramente de acompañamiento aséptico y respetuoso, como mantienen aquellos que pertenecen a Avina.
¿Por qué cierra Avina la estrategia de pequeña escala, de capilaridad?
Creo que por tres razones: una primera, aparente y meramente justificativa: la crisis financiera. Con la crisis hubiese bastado, si era el caso, con disminuir porcentualmente las actividades a tenor de la disminución de ingresos.
Una segunda, más profunda: sobre el magnate visionario que controla Avina pesa, desde ahora y durante los próximos treinta años, lo que se ha dado en llamar el ‘Chernobil del amianto’. En efecto, la familia Schmidheiny, ahora con Stephan a la cabeza, han sido los fabricantes mundiales más importantes de este producto letal;
Como se dice en el informe elaborado por CCOO en 2007, “la retirada del amianto, el desmantelamiento de edificios, maquinaria o instalaciones de diversa naturaleza, costará decenas de millones de euros al erario público” ¿Por qué al erario público? ¿No habíamos quedado que el que contamina paga? Schmidheiny debe guardar su patrimonio, que lo va a necesitar entero, para poder hacer frente a lo que financieramente le espera, en vez de dedicarse a jugar al capitalismo verde. Lo mismo que hemos dicho a los beneficiados de Avina, que el dinero y los medios que han usado pertenecen a las víctimas del amianto.
Según un informe de la UE, sólo en Europa se espera que mueran a causa del amianto quinientas mil personas en los próximos años. En el mundo serán millones. Las dramáticas palabras de Remi Poppe, ex miembro del Parlamento Europeo por los Países Bajos, nos sirven para cerrar este argumento: “A excepción de la pólvora, el amianto es la sustancia más inmoral que se ha hecho trabajar a la gente; las fuerzas siniestras que obtienen provecho del amianto, no se lo piensan dos veces a la hora de recurrir al chantaje, el engaño, y las prácticas deshonestas para proteger lo primordial; sacrifican la salud de los trabajadores a cambio de los beneficios de las empresas” (CCOO, Amianto, 2007).
Y la tercera razón, entendemos que la decisiva para echar el cierre abrupto al que asistimos asombrados, han sido las resistencias de los movimientos sociales en los lugares concretos a los que la capilaridad de Avina ha intentado penetrar. Veamos algunos hitos de estas resistencias en los últimos cinco años.
En otoño de 2005 se produce la dimisión del socio fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Federico Aguilera Klink, catedrático de economía ecológica, premio nacional de Economía y Medio Ambiente, en 2004, y máxima autoridad española en economía del agua. En la carta de su dimisión dice: “Como no sé qué hace la fundación, ni cómo gasta, ni cómo se financia, ni qué compromisos tiene... y si me doy cuenta que tengo que leerme el acta para ver si recoge o no lo que se dijo, es que no estoy a gusto... y por eso he decidido irme”.
En noviembre de 2005, el documento contra el saqueo y la contaminación de la asamblea de la Coordinadora Patagónica por la Vida y el Territorio, afirma, en un texto adicional: “Por tales razones: rechazamos la inserción de Avina en la Patagonia; alertamos a las organizaciones sociales de la región sobre esta situación; invitamos a las personas y organizaciones relacionadas con Avina, en particular a aquellas que reciben financiamiento de ella, a revisar sus principios, reformular sus programas y reconsiderar sus fuentes de financiación”.
En 2006, el Dr. Daniel Verzeñassi, en nombre del Foro Ecologista del Paraná, escribe el memorable texto titulado ‘Amanco, Avina y el agua en América Latina. Cuando la limosna es grande...’ en donde se puede leer: “El proyecto IIRSA, denunciado por el Foro Ecologista de Paraná como el proyecto de las infraestructuras necesarias para la expoliación de bienes comunes (...) era el proyecto marco para la estrategia de la Fundación AVINA sobre recursos hídricos y bordes costeros en América Latina... NUEVA CULTURA DEL AGUA, un sello de la Fundación AVINA, venido de España de la mano de un socio líder de dicha Fundación”.
Como se ve, una propuesta legítima y de prestigio en España, es apropiada, desvirtuada y quemada por Avina. Por eso coopta socios-líderes de los movimientos sociales: para neutralizarlos.
En junio de 2008, aparecen en la revista EL OBSERVADOR varias denuncias a cargo de pescadores garífunas y de representantes de la organización Fraternal Negra Hondureña, que incluyen prohibiciones de pesca en los sitios tradicionales de los indígenas, asesinatos y deterioro ambiental por el turismo y por el rodaje de programas del tipo Supervivientes. Las islas de referencia están situadas en Cayo Cochinos, propiedad desde 1993, del suizo Stephan Schmidheiny.
En julio de 2008, la Red Nacional de Acción Ecologista de Argentina, en un comunicado en el que informa de la admisión del rey de la soja transgénica, Gustavo Grobocopatel, en la Fundación Avina, dice: “En este plano, no podemos ni deseamos convivir con miembros de ONG vinculados a fondos ensangrentados de la corrupción (...) La finalidad que persigue Avina al intentar cooptar las mentes más destacadas y a los líderes más representativos (...) tal como vemos en el modelo de la soja, significan más colonialismo y dependencia para los pueblos del Sur”.
En diciembre de 2008, Boris Ríos, unos de los militantes destacados del movimiento de Cochabamba contra las multinacionales del agua, escribe un artículo en Rebelión, titulado “Ecoeficiencia y responsabilidad empresarial”, en donde podemos leer: “Es inobjetable que la empresa privada está erigida sobre la base de la búsqueda de lucro, ninguna empresa privada existe si no es por los márgenes de ganancia que busca siempre ampliar, es decir, rangos más altos de rentabilidad. La propuesta que se promueve desde la Fundación Avina, la Fundación Nueva Cultura del Agua y las instituciones ligadas, de negocios inclusivos y de responsabilidad empresarial, no son más que la cara amable de negocios, sobre todo en el caso de los bienes comunes, que afectan a muchas personas y por lo que ellos requieren ‘mejores relaciones’ con las comunidades locales para llevarlos adelante”.
En marzo de 2009, aparece en la revista EL OBSERVADOR de Málaga, el calificado como “un explosivo dossier que desmonta la cara amable de dos gigantescas fundaciones, Avina y Ashoka”, titulado Los casos de Avina y Ashoka: aviso para los movimientos sociales’ coordinado por el autor de este artículo. En el citado informe, de forma rigurosa y documentada, se desvelan las finalidades y procedimientos de ambas entidades filantrópicas del gran capital.
Tenemos que celebrar esta victoria de los movimientos sociales. Y es muy importante hacerlo porque afirma la convicción que hemos de tener de que cuando el saqueo llega a los pueblos, por muy disfrazado que venga, termina encontrando la resistencia difícilmente vencible de las gentes. Y a no ser que terminen con la especie, la presunción de victoria de los muchos damnificados será razonablemente superior a la de los pocos explotadores. La dignidad superará siempre al dinero y al poder... Y si acaban con todos nosotros y con la especie, como dice Jorge Riechmann, cito de memoria, “siempre nos quedará la doble B: las bacterias y los bosquimanos”. Y tenemos, además, que celebrarlo por esa mucha gente, que sin tener idea de la verdadera naturaleza de Avina ha estado en sus alianzas o financiamientos. Así quedarán liberadas de esta insidiosa mentira.
Pero el capitalismo, senil y en proceso de autodestrucción, en su crepúsculo, no ha sido, ni mucho menos derrotado, anda entre nosotros y en nuestro interior. Por tanto la tarea continúa, somos como corredores de fondo. Jorge Riechmann de nuevo: “la maldición para la tierra es una masa de capitales en manos de una exigua minoría de inversores y desarrolladores, que escrutan hasta el último metro cuadrado sobre el que podrían abalanzarse para obtener beneficios. La imagen del enjambre de langostas no resulta desatinada”.
Podríamos concluir con esa sentencia que alguien me recitó, de autor anónimo, y que resulta ser una bella paradoja de esperanza. Dice así: “Lo consiguieron porque cuando lo iniciaron no sabían que era imposible”. ¡Aleluya!
(Por Paco Puche**, Revista El Observador, 28/05/2009)
* Dedicado a todas las personas que se han enfrentado a Avina, en especial a Daniel Verzeñassi
** Librero y ecologista