Durante una década, la industria biotecnológica ha logrado mantener a la poblaciones consumidora estadounidense en la oscuridad en lo referente a qué come, tras hacer ejercer una presión de lobby en la Federación de Drogas y Alimentos (FDA) y en diferentes gobiernos estatales de los EEUU para garantizar que legalmente no hay que etiquetar los alimentos transgénicos como tales. Pero novedades en el mercado estadounidense sugieren que la marea está volviendo en contra del lobby pro - transgénicos
Cómo el púbico americano empieza a estar en contra de los alimento modificados genéticamente
A pesar del hecho de que el 87% de la población americana cree que se debe etiquetar sus alimentos según se haya empleado productos modificados genéticamente o no en su producción, casi ninguno lo tiene. En consecuencia, se han vendido alimentos modificados genéticamente en los EEUU durante muchos años y en muchos lugares – sin que la población consumidora sepa que está comprando. El poderoso lobby por los transgénicos de los EEUU ha usado este dato como prueba de que el público acepta los alimentos transgénicos, o al menos tiene una postura neutral. Pero, si tuviera la oportunidad de elegir, más del 50% de la población americana dice que no comería alimentos modificados genéticamente.
Durante una década, la industria biotecnológica ha logrado mantener a la poblaciones consumidora estadounidense en la oscuridad en lo referente a qué come, tras hacer ejercer una presión de lobby en la Federación de Drogas y Alimentos (FDA) y en diferentes gobiernos estatales de los EEUU para garantizar que legalmente no hay que etiquetar los alimentos transgénicos como tales. Pero novedades en el mercado estadounidense sugieren que la marea está volviendo en contra del lobby pro - transgénicos. Este informe no pretende cubrir todos los aspectos pertinentes, sino enfocarse en algunos cambios significativos que no se están teniendo en cuenta en el actual debate acerca de los transgénicos en el Reino Unido.
En 1994 Monsanto desarrolló una hormona genéticamente modificada de crecimiento bovino (rBST por sus siglas en castellano) que se inyecta en las vacas lecheras para aumentar el rendimiento de producción de leche. Desde el inicio esta hormona transgénica ha recibido críticas a nivel internacional desde la perspectiva de los riesgos que supone para la salud humana y el bienestar animal. Mientras que Canadá y la UE lo rechazaron, la FDA de los EEUU y la OMC lo calificaron de segura y se ha empleado ampliamente en la industria lechera estadounidense, sin etiquetado alguno de la leche como “producida con modificación genética”. Monsanto trabajó mucho para garantizar que la población consumidora no tuviera posibilidad alguna de elegir – incluso logrando que algunos gobiernos de sus estados prohibiesen a las centrales lecheras vender su leche con etiquetas “sin hormonas artificiales de crecimiento”. Pero un mayor conocimiento y sensibilidad entre la población consumidora estadounidense referente al rBST ha supuesto una caída drástica en la venta de leche. Entre 2002 y 2007 el uso de la hormona cayó en un 23% y el porcentaje de vacas estadounidenses al que se inyecta el rBST cayó desde el 25% a menos del 17%.
Atendiendo a los deseos de sus clientes, muchos intereses de producción, procesamiento y venta de leche están moviendo para prohibir el empleo del rBST en sus productos, con Walmart, Safeway, Starbucks, Kraft y muchos más garantizando que sus clientes pueden comprar productos lácteos libres de transgénicos. Ha aumentado tanto la oposición al rBST que Monsanto anunció este mismo mes que vendería el producto.
A la vez de ver este creciente rechazo de alimentos transgénicos por la población consumidora americana, las empresas de OMG también han tenido que afrontar la oposición de la población agraria y autoridades reguladoras estadounidenses a una serie de nuevos productos transgénicos. Hubo tanta oposición al trigo y al arroz transgénicos que no progresaron de los campos de ensayo y nunca fueron cultivos de forma comercial en los EEUU. No se cultiva casi nada de maíz dulce tampoco (al contrario que el maíz para pienso ganadero), por el simple motivo de que sabe tan mal que la población consumidora no lo compra.
Los intentos de comercializar alfalfa transgénica, el cuatro cultivo de América en términos de superficie cultivada, también fracasaron. Agricultores y agricultoras iniciaron acciones legales contra la liberación deliberada del alfalfa transgénica y ganaron. En 2007 el Departamento de Agricultura de los EEUU recibió una orden de retirar la autorización de la alfalfa transgénica, hay una prohibición en el cultivo de la misma y la venta de semillas de alfalfa transgénicos está prohibido en todos los EEUU. También hay indicios de que los intereses fitomejoradores estadounidenses están rechazando la tecnología MG a favor de métodos más seguros y eficaces como la selección asistida de marcadores (marker assisted selection). A pesar de que la soja es uno de los cultivos modificados genéticamente más ampliamente cultivada, los eventos más recientes de rendimiento alto no son transgénicos.
Por primera vez en los EEUU, hay una gran iniciativa de etiquetado que dará por fin a la población consumidora la opción de elegir una amplia gama de alimentos no modificados genéticamente. Se han unido las empresas más grandes de la industria natural y ecológica para desarrollar una iniciativa de etiquetado “no modificado genéticamente” que ofrece a la población consumidora la elección que evidentemente quiere, apoyado en un fuerte sistema de verificación para garantizar que el etiquetado es de confianza. Se lanzará este nuevo “Proyecto no- modificado genéticamente” este año. Lo lidera un grupo de empresas con ventas anuales conjuntas de al menos $12 mil millones – lo que equivale a casi el 10% de toda la industria alimentaria y de bebidas en el Reino Unido. Cerca de 400 empresas en Canadá y los EEUU apoyan la iniciativa que en su inicio cubrirá alrededor de 28.000 productos.
Al perder la población estadounidense consumidora, agraria y política su entusiasmo por los cultivos transgénicos, no sorprende que las empresas biotecnológicas están redoblando sus esfuerzos para conseguir un nuevo mercado en Europa. Pero en Europa, más de 175 regiones y 4500 municipios y áreas locales se han declarado “libres de transgénicos ”. Países importantes que en su día apoyaron los transgénicos han dejado de hacerlo y la República de Irlanda, Escocia y Gales tienen políticas pro “libre de transgénicos”. Parece que es únicamente el gobierno de Inglaterra, marcadamente pro- transgénicos, que está cada vez más fuera de contacto con lo que su población consumidora quiere. www.ecoportal.net
(Soil Association / Ecoportal, 26/06/2009)