Dos conocidos gremios sellaron recientemente los festejos de la reforma petrolera y su logro máximo: la nueva refinería. Uno, el sindicato nacional de trabajadores petroleros, expresó en un desplegado su más amplio reconocimiento al presidente Calderón "por su afortunada decisión de construir la refinería en Tula, Hidalgo". El líder de ese sindicato, Carlos Romero Deschamps (muy apreciado por Felipe Calderón), agregó que "todos debemos prepararnos para que unidos y fortalecidos como país, emprendamos el reto que está por iniciarse". Otro, el Colegio de Ingenieros Civiles de México, AC y su comité de energía, reconocen en un desplegado al licenciado Calderón y al director de Pemex "por la trascendental decisión al anunciar la construcción de la nueva refinería, pues promoverá el desarrollo energético nacional, la generación de empleo y la reactivación de la ingeniería civil mexicana, la cual reitera su compromiso con México". Eso mismo hubieran dicho ambas agrupaciones de ser Cozumel el sitio elegido.
También están muy agradecidos en Salamanca por no tener allí la refinería. Y es que esta ciudad padece serios problemas ambientales. Aunque el gobernador de Guanajuato asegura que es "el único municipio petrolero que está monitoreando intensamente la contaminación, y ha demostrado que en más de un año tiene cero días de contaminación por dióxido de azufre", muy distinto opinan en la secretaría federal del medio ambiente y en los centros de investigación que analizan la calidad del aire.
La dependencia que preside el ingeniero Elvira afirma que la refinería de Salamanca emite cada año 46 mil toneladas de compuestos de azufre. Agréguese una enorme cantidad de otros contaminantes, como partículas suspendidas y óxido de nitrógeno, provenientes de las plantas industriales que funcionan en la zona. No en vano Salamanca figura en los reportes oficiales como la ciudad más contaminada del país. Sin embargo, no hay estudios puntuales para medir el daño que esto ocasiona a la población local y a la que vive en el corredor fabril del Bajío. Tampoco existen para otras áreas altamente afectadas por la actividad petrolera y petroquímica, como Coatzacoalcos-Minatitlán-Cangrejera-Cosoleacaque, en el sur de Veracruz. Y mucho menos para la región de Tula.
Mientras el gobernador de Hidalgo pide "la unidad de todos los habitantes de la entidad para afrontar el reto que significa la nueva refinería", se divulgan datos que muestran el grave deterioro ambiental que allí existe, fruto de la actividad petrolera y el funcionamiento de una termoeléctrica. Ese deterioro afecta incluso a los habitantes de la zona metropolitana de la ciudad de México, hasta donde llega el bióxido de azufre producido en la vecina entidad.
Pero ese negro panorama pronto acabará, pues las autoridades anuncian que vigilarán la instalación y el funcionamiento de la nueva y modernísima refinería a fin de que tenga un "desempeño ambiental sustentable". Hasta un Proaire, como el de la ciudad de México, planean para Hidalgo, así como purificar los suelos y las aguas. El edén con todo y gigantes de piedra. Seguramente también se resolverán los problemas que origina abastecer de agua a la nueva refinería, así como a las demás actividades que trae su funcionamiento.
Un informe oficial advierte que tanto el manto freático como las corrientes superficiales están sobrexplotadas en Hidalgo. Lo estarán más, como anota Judith Domínguez Serrano, investigadora de El Colegio de México, porque las refinerías demandan una enorme cantidad de agua, además de que el acuífero de Tula está ligado al del valle de México y gigantesca la carga de contaminantes que hoy soporta dicha región. Pero no seamos aguafiestas. En el próximo milenio todo será distinto.
Las comunidades afectadas llevan adelante la defensa del agua y el bosque de esa entidad, lo cual afecta intereses inconfesables pero inmediatamente reconocibles. Nuestra solidaridad con su lucha.
(Por Ivan Resptrepo, Asud, 09/05/2009)