Sólo tres líneas de un documento elaborado para la ONU mencionan deberes del sector salud. Temperatura, pautas de precipitación y viento influyen en comportamiento, desarrollo y reproducción de vectores de otras enfermedades como malaria, dengue y paludismo, explica.
Los brotes de epidemias producidas por vectores como cólera, malaria, dengue y paludismo se intensificarán con el cambio climático. En México, en 1993 se comenzaron a incrementar los casos de paludismo, los cuales están relacionados con el aumento de la temperatura. A pesar de ello, el borrador del Programa Especial de Cambio Climático dedica tres líneas al sector salud, al cual, dice, le corresponde la tarea de reducir la vulnerabilidad de la salud pública.
El cambio climático se ha convertido en una amenaza para la salud de la población. Las temperaturas extremas llevan a condiciones propicias para la aparición de enfermedades como golpes de calor, padecimientos transmitidos por vector, agua y alimentos, indica la tercera Comunicación nacional ante la convención marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, elaborada por el Instituto Nacional de Ecología y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Detalla que el paludismo, hasta 2005, afectó principalmente las localidades rurales de difícil acceso en Chiapas, Campeche, Chihuahua, Oaxaca, Sinaloa y Quintana Roo, mientras los casos de dengue se incrementaron en Chiapas, Colima, Guerrero, Nuevo León, Oaxaca, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz.
En tanto, el estudio Cambio climático y la salud humana, realizado por Irina Ize Lema, publicado en la Gaceta Ecológica del Instituto Nacional de Ecología, sostiene que padecimientos como malaria, peste, dengue o el síndrome pulmonar hantavirus, entre otros, han reaparecido o se han intensificado en diversas partes del mundo. Indica que una de las maneras más agresivas en que el cambio climático puede afectar la salud humana es el trastorno de un ecosistema: los que funcionan bien ayudan a que los organismos nocivos sean controlados.
En extremo sensibles
Señala que el clima desempeña un papel muy importante en las enfermedades causadas por vectores, como los mosquitos, las garrapatas, las pulgas, las moscas y otros insectos. Explica que los vectores de sangre fría son extremadamente sensibles a los efectos directos del clima como temperatura, patrones de precipitación y viento, ya que influyen en su comportamiento, desarrollo y reproducción.
Los brotes de enfermedades ocasionadas por microorganismos oportunistas son provocados en gran medida por la secuencia de extremos en el clima; es la variabilidad climática exacerbada que acompaña el calentamiento global lo que favorece la aparición de epidemias. Por ejemplo, inviernos templados seguidos de veranos calientes y secos favorecen el ciclo que se da entre reservorio natural, agente transmisor y ser humano. Agrega que, siguiendo esa secuencia, diferentes tipos de mosquitos pueden transmitir fiebre amarilla, enfermedad viral equivalente al dengue; varios tipos de encefalitis, o el virus del Nilo.
Detalla que la malaria, transmitida por un mosquito, está mucho más extendida hoy que hace dos décadas: cada año alrededor de 500 millones de personas en el mundo contraen la enfermedad, de las cuales más de un millón mueren, especialmente niños. La Organización Panamericana de la Salud refiere que el dengue es otra enfermedad relacionada con el clima; afecta en gran medida la región y tiene la probabilidad de aumentar el riesgo en millones de personas durante los próximos decenios.
(Por Angélica Enciso, La Jornada / Ecoportal, 08/05/2009)