Los integrantes de la Red en Defensa del Maíz calificaron ese hecho como un "crimen histórico contra los pueblos, contra la biodiversidad, la soberanía alimentaria y contra 10 mil años de agricultura campesina e indígena que legaron esta semilla para el bien de todo el mundo"
Juan Almonte Luna, integrante de acción política de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en San Nicolás de los Ranchos; Telésforo Castillo Casas, representante de la CNC en San Nicolás de los Ranchos; Manuel Domínguez Zárate, militante de la CNC en Santa Isabel Cholula, y Javier Gómez Delgado, afiliado a la CNC en San Juan Tianguismanalco, coincidieron en el rechazo “enérgico y unánime” por la siembra de maíz transgénico en México.
Los integrantes de la Red en Defensa del Maíz calificaron ese hecho como un “crimen histórico contra los pueblos, contra la biodiversidad, la soberanía alimentaria y contra 10 mil años de agricultura campesina e indígena que legaron esta semilla para el bien de todo el mundo”.
Entrevistados en el marco del cambio de comité de la CNC en la región de Atlixco, argumentaron sus protestas: “México es centro de origen y diversidad del maíz. Hay más de 59 razas reconocidas y miles de variedades que serán contaminadas; los pueblos indígenas y campesinos son quienes crearon y mantienen este tesoro genético, uno de los principales cultivos de los que depende la alimentación humana y animal en el planeta”.
– La Jornada ¿Cómo debemos entender el valor cultural e histórico del maíz?
–En ninguna parte está evaluado su consumo cotidiano como sucede aquí. Hay estudios científicos que estiman un aspecto importante: a mucho menor consumo, mayores reportes de alergias y otros impactos a la salud humana y de los animales, reveló Almonte Luna.
Las variedades de maíz transgénico no resuelven los problemas de la agricultura mexicana por varias razones: “son más caros que los cultivos convencionales por el costo de las semillas y la licencia; no aumentan los rendimientos, incluso disminuyen, a menos que exista una muy fuerte incidencia de plagas que no son frecuentes en México; utilizan más plaguicidas, y en consecuencia emiten una toxina”.
Castillo Casas, un viejo sabio de los asuntos agrícolas en el área del Popo–Izta, señaló que los transgénicos provocarán daños al ambiente: “por ser un cultivo de polinización (sic) abierta es imposible evitar la contaminación de nuestro maíz cuando se siembra a campo abierto. La contaminación ocurre también en los almacenes, transportes e industrias”.
Los transgénicos no sirven para la agricultura campesina y orgánica, sentenció Domínguez Zárate. “Pero irremediablemente contaminarán las variedades nativas y criollas de maíz, además de ser una amenaza para la producción orgánica que perderá su nicho de mercado”.
Cabe recordar, de acuerdo a testimonios de organizaciones campesinas y no gubernamentales independientes, “todas las semillas transgénicas están patentadas y controladas por seis multinacionales (Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer, Basf), y eso provocará una dependencia absoluta de los campesinos y agricultores hacia esas multinacionales”.
Los pueblos originarios de México, asumió Gómez Delgado, crearon (sic) y son los guardianes del maíz. “De la integridad de sus derechos dependerá la soberanía alimentaria y la preservación de esta diversidad. Por ello, la contaminación transgénica es una herida a la identidad de los pueblos y atenta contra 10 mil años de agricultura. Es un ataque frontal y una violación a nuestros derechos”.
El maíz para los pueblos de México, recordó, no es una mercancía, es el origen de una civilización y base del sustento de las vidas y economías campesinas. “No permitiremos que se pierdan y contaminen nuestras semillas por transgenes propiedad de empresas transnacionales. No acataremos las leyes injustas que criminalizan las semillas y la vida campesina. Seguiremos cuidando el maíz y la vida de los pueblos”.
De ahí que responsabilizan “de la pérdida y daños al maíz mexicano a las corporaciones productoras de semillas transgénicas; al Poder Legislativo, que aprobó una Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (ley Monsanto) a favor de las empresas, al gobierno de México, y al secretario de Agricultura, Medio Ambiente que son responsables de las medidas finales para eliminar toda protección legal al maíz”.
Por todas estas razones, coincidieron, “rechazamos la siembra experimental o comercial de maíz transgénico, y exigimos su prohibición en México; rechazamos la ley Monsanto, su reglamento y cualquier otra forma de criminalización de las semillas campesinas; rechazamos el monitoreo gubernamental de las milpas campesinas porque es usado como pretexto para eliminar más granos”.
En consecuencia, afirmaron, “nos comprometemos y llamamos a todas las comunidades y pueblos indígenas y campesinos del país a defender la s semillas nativas y a continuar sembrando, guardando, intercambiando y distribuyendo sus granos propios, así como a ejercer el derecho sobre sus territorios e impedir la siembra de maíz transgénico”.
(La Jornada de Oriente/ Biodiversidadla, 29/04/2009)