Esta crisis económica global, trae consigo diversas expresiones, una de ellas la alimentaria, pero ambas encuentran su explicación en el hecho de que el capital no es capaz de resolver eficazmente sus problemas de rentabilidad. Esa es la causa común que explica el fenómeno recurrente. Y, efectivamente, nos señala un rasgo inherente al sistema capitalista: para seguir “funcionando” requiere la obtención de tasas de rentabilidad crecientes y esto lo logra en detrimento de la mano de obra y de la naturaleza produciendo cada vez una crisis más profunda, es decir que al “funcionar” socava los factores de los cuales obtiene su rentabilidad.
A finales de abril de 2008 el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas anunció un Plan para combatir la crisis alimentaria y en septiembre de ese mismo año fue citada una reunión de alto nivel para renovar los compromisos sobre las metas del milenio, establecidos para el 2015. Se concluyó que la crisis alimentaria era un problema central en todo el mundo y seria atendido a través de una unidad de emergencia pues la principal meta del milenio, erradicar el hambre, no se lograría. A partir de eso hechos se incrementó la discusión acerca de la crisis alimentaria.
En este artículo miraremos algunas preocupaciones de las organizaciones ambientalistas en Colombia acerca del carácter de esta crisis alimentaria, identificando la actual crisis económica como el factor fundamental que la ha generado y su importancia para las discusiones ambientalistas en el futuro.
La economía mundial atraviesa tiempos difíciles: La OIT ha señalado recientemente que la crisis económica podrá dejar sin empleo a finales de este año a 51 millones de personas en el mundo, además según el Fondo Monetario Internacional -FMI-, el crecimiento de la producción mundial será de apenas el 0.5% en el 2009, la peor tasa en más de 6 décadas, la discusión en ese sentido para las Instituciones Financieras no radica en si hay o no recesión, sino en cómo hacer para que no dure tanto tiempo.
Estamos atravesando una crisis global del capital, las bolsas del mundo han tenido una tendencia hacia la baja, los parlamentos de Europa y Estados Unidos aprueban múltiples operaciones de salvamento a industrias, se buscan alternativas para resolver la crisis con más endeudamiento, hay una oleada de despidos masivos de trabajadores, las corporaciones adquieren en medio de la crisis un poder cada vez mayor, la apropiación privada de los recursos y derechos sociales en pocas manos, etc. Son estas algunas de las características que llevan a muchos analistas económicos a señalar que esta crisis que estamos viviendo es la más importante desde 1929 y que se diferencia de las crisis recientes en que esta vez no se da en países periféricos de Asia o el Cono Sur sino en el centro del sistema capitalista.
La peor parte de esta crisis estará en los países del norte, en donde todo comenzó, según el FMI las economías industrializadas importantes van a registrar cifras negativas en estos meses, comenzando por la estadounidense con una caída del 1.6%, seguida por la británica con -2.8%, las naciones integrantes de la zona Euro con -2% y Japón con -2.6%; las economías emergentes irán mucho más lento con un aumento del 3.3% de su PIB, esto significa 5 puntos porcentuales por debajo del registrado hace un par de años, América Latina apenas llegará al 1.1%
Estamos en un momento en el que se conjuga una crisis económica con múltiples dimensiones: alimentaria, de materias primas, ambiental, entre otras, pero todas ellas explicadas en decisiones productivistas de una economía capitalista también en crisis, con recesión, desvalorización del capital y reducción de los presupuestos públicos. Por todo esto, los tiempos que se vienen se caracterizaran porque se endurecerán las condiciones del crédito, se multiplicarán las quiebras de empresas, se dispararán los despidos y se reducirá drásticamente el consumo. Será también la ocasión para que los grandes grupos capitalistas reestructuren e intensifiquen la explotación de la mano de obra, despidan y bajen aún más los salarios.
En este contexto la industria de los alimentos no fue la excepción y vimos cómo el mercado de commodities, los cuales son mercados a futuro que especulan con los precios, tuvieron mucho que ver con la llamada crisis alimentaria, ya que si vemos estimaciones que se desarrollaron en el Senado de los Estados Unidos, en mayo de 2008 plantearon que si en el 2003 cada día existían 430 millones de dólares de especulación, en marzo de 2008 diariamente se especulaba con 8.600 millones de dólares, en un solo día se especulaba tanto como en 20 días del 2003. Esta actividad compradora es lo que permite explicar en gran medida el alza a los precios, ya que el mercado a futuro es una referencia esencial para el mercado de contado (al ser los mercados más líquidos y que movilizan mayor información), la transmisión a los mercados de contado ha podido ser directa y rápida. En suma, la “migración de la liquidez” hacia los mercados de futuros ha terminado produciendo subida de precios en los mercados de contado. Para tener una idea, solo en febrero de 2008 se crearon 160 fondos de inversión a nivel mundial de commodities agrarios, de allí la especulación en los mercados de futuro
En el mercado de Chicago, actualmente se negocian alrededor de 25 productos agrícolas como commodities, los Hedge Funds actúan en el mercado de futuros (actualmente se compran 30 millones de toneladas de soya en el mercado de futuros por día), así como la compra de compañías especializadas en el almacenaje de la producción agrícola. Muchos han llegado a señalar que hoy en día resulta muy difícil cuantificar exactamente la inversión financiera en el sector agrícola que se pueda considerar especulativa. Estimaciones señalan que al menos un 55% de la totalidad de la inversión financiera en lo agrícola cumple con estas características, otros señalan que el trigo, por ejemplo, es controlado en un 50% y 60% por parte de los fondos de inversión, siendo en consecuencia este cereal uno de los más comercializados en el mercado de commodities.
Otro elemento adicional tiene que ver con el mercado de tierras, en manos de empresas de esta agroindustria que las compran en muchas ocasiones con fines especulativos, ya que la expectativa creciente de su precio en un futuro, hace que hoy veamos lo que se conoce como titularización de tierras.
¿Cuál es el carácter de la crisis?
Estamos ante una crisis clásica capitalista de sobreproducción que en principio se presenta como una crisis financiera en la que se concentran grandes inversiones institucionales por parte de fondos de pensión, compañías de seguros, bancos, etc., hechas sobre la base de la especulación. Hay 3 bolsas en el mundo que fijan el precio de los alimentos, en los mercados a plazo, la bolsa de Chicago, de Kansas City y de Minneapolis. Los precios a futuro contratados en Estados Unidos en estas bolsas se reflejan en todo el mundo y no solo sobre el precio a futuro sino en el actual.
Las multinacionales de los alimentos se han apoderado y controlan toda la cadena, desde la semilla hasta la producción y posterior comercialización de lo que consumimos y son oligopolios que tienen unas enormes ganancias y que podemos decir son las dueñas de este “negocio”, el 82% del mercado comercial de semillas está bajo propiedad intelectual, 10 empresas controlan el 67% de ese rubro y tal y como lo plantea Silvia Ribeiro: “estas grandes semilleras (Monsanto, Syngenta, Dupont, etc.) son además propiedad de fabricantes de agrotóxicos, rubro en el cual las 10 mayores empresas controlan el 89% del mercado global”, sin mencionar a Wal Mart que es la empresa más grande del mundo, 85% de la producción global de alimentos.
Sigamos viendo algunos datos, los 10 mayores procesadores de alimentos (Unilever, Tyson Foods, Cargill, Mars, ADM, Danone, Nestlé, PepsiCo, Coca Cola y Kraft Foods) controlan el 26% del mercado y 100 cadenas de ventas directas al consumidor controlan 40% del mercado global. Parece "poco" en comparación, pero son volúmenes de venta inmensamente mayores. En 2002, las ventas globales de semillas y agroquímicos fueron de 29 mil millones de dólares; las de procesadores de alimentos, 259 mil millones, y las de cadenas de ventas al consumidor, 501 mil millones. En 2007, esos tres sectores aumentaron respectivamente a 49 mil millones; 339 mil millones y 720 mil millones de dólares (1).
Esta concentración del poder de las empresas, lleva a que por ejemplo, en Europa, entre los años 1987 y 2005, la cuota de mercado de las 10 mayores multinacionales de la distribución significaba un 45% del total y se pronosticaba que ésta podría llegar a un 75% en los próximos 10-15 años. En países como Suecia, 3 cadenas de supermercados controlan alrededor del 95,1% de la cuota de mercado; y en países como Dinamarca, Bélgica, Estado español, Francia, Holanda, Gran Bretaña y Argentina, unas pocas empresas dominan entre el 45% y el 60% del total. De esta manera, las grandes corporaciones, con su matriz en los países occidentales, absorben a cadenas más pequeñas en todo el planeta asegurándose su expansión a nivel internacional y, especialmente, en los países del sur (2).
En Colombia por ejemplo, controlan gran parte del mercado dos multinacionales francesas, Carrefour y Casino, esta última dueña de los Almacenes Éxito y Carulla. Y está entrando la multinacional Wal Mart, a través de la compra este año del conocido Súper Almacén Olímpica (SAO), se conoce que ya la Superintendencia de Industria y Comercio avaló la marca de Wal Mart en el país.
Coherente con lo anterior es la relación de la crisis alimentaria con los agrocombustibles, veamos algunas consideraciones: efectivamente este “boom” global de estos cultivos para la generación de energía, desplazó cultivos alimentarios, esto se constata entre otras cosas, en las enormes y ventajosas políticas que los gobiernos impulsan para quienes decidan invertir en este tipo de proyectos agroindustriales, y al mismo tiempo una ausencia de políticas encaminadas al fomento y producción de alimentos. Esto ha contribuido al encarecimiento en los precios de los alimentos y tal como lo plantea el Banco Mundial, el aumento de la producción de agrocombustibles es el responsable del 70 al 75% del aumento de precios de los alimentos entre 2002 y 2008, principalmente porque ha conllevado una disminución de la oferta de productos alimentarios y la substitución de cultivos de plantas en beneficio de los cultivos para la producción de agrocombustibles, en particular el maíz (3) . Pero además el privilegio del estímulo a los agrocombustibles sobre los cultivos para la alimentación ha incrementado la disputa por los recursos: tierra y agua principalmente.
Al mismo tiempo estos monocultivos agroindustriales, vienen ocasionando fuertes impactos de tipo ambiental, tales como la desertificación y destrucción de los bosques, ya que el carbono retenido en los bosques es mayor que las emisiones evitadas por uso del agrocombustible, y han ocasionado una pérdida de hábitat reduciendo la biodiversidad para aumentar áreas agrícolas.
La crisis en Colombia
El gobierno, en cabeza del Ministro de Agricultura afirma que Colombia está blindada de esta crisis de los alimentos, que aquí no sentiremos el alza en los precios y que la tierra que posee el país es suficiente para los agrocombustibles y que no compite con los cultivos para la alimentación. Pero las cifras dicen todo lo contrario, el crecimiento de los precios de los alimentos en Colombia, el año que acaba de terminar se ubico por encima del 12%, en donde precios como por ejemplo el del arroz se duplico. Obedeciendo esto, entre otras cosas, a decisiones del Ejecutivo, como la de importar alimentos; junto a medidas como la de imponer un arancel del 25% a la importación de maíz (el arancel había sido desmontado como consecuencia del aumento de los precios internacionales: el Sistema Andino de Franjas (SAF), contempla un arancel variable que baja cuando los precios suben y sube cuando los precios bajan). Pero el Gobierno decidió deponer el Sistema de Franjas y beneficiar doblemente a los productores (4).
El modelo agroexportador que tenemos se ha consolidado. Recientemente se aprobó el Estatuto Rural, el cual pone al país en la vía de productor de materias primas para la exportación, el 63.7% de las exportaciones están concentradas en el sector primario. Pero al mismo tiempo esto se contrasta con que Colombia es un importador neto de alimentos, en los últimos meses las harinas subieron un 23.26%, el pan un 16.1%, las pastas el 32.54%, esto tiene que ver con que en el año 1990 se producían 123 kilos de cereales por habitante y en 2007 fueron tan solo 92, estamos importando en este momento el 33% del frijol, el 65% del maíz, el 95% del trigo, el 99% de la cebada; toda la lenteja, todo el garbanzo, y toda la arveja seca (5).
En consecuencia podemos afirmar que esta crisis económica global, trae consigo diversas expresiones, una de ellas la alimentaria, pero ambas encuentran su explicación en el hecho de que el capital no es capaz de resolver eficazmente sus problemas de rentabilidad. Esa es la causa común que explica el fenómeno recurrente. Y, efectivamente, nos señala un rasgo inherente al sistema capitalista: para seguir “funcionando” requiere la obtención de tasas de rentabilidad crecientes y esto lo logra en detrimento de la mano de obra y de la naturaleza produciendo cada vez una crisis más profunda, es decir que al “funcionar” socava los factores de los cuales obtiene su rentabilidad.
Notas:
(1) Ribeiro, Silvia. Los que se quieren comer el mundo. México 2008.
(2) Vivas, Esther. Los supermercados y la Crisis alimentaria mundial.
(3) Donald Mitchell. A note on Rising Food Prices. World bank Policy Research Working. Paper, Julio 2008.
(4) Gaviria, Alejandro. Proteccionismo empobrecedor. Periódico El Espectador, diciembre de 2008
(5) Suárez, Aurelio. El problema es la Seguridad Alimentaria Nacional. 2008.
(Por Paula Alvarez Roa - Investigadora Grupo Semillas, Ecoportal, 23/04/2009)