Vuelve al Congreso Nacional el debate sobre la ley de protección de glaciares. Luego del “veto Barrick” ejecutado por el gobierno Nacional, son varios los proyectos en pugna. La Defensoría del Pueblo de la Nación realizó una audiencia pública donde diversos sectores sociales presentaron sus aportes y posiciones. Una crónica de las ponencias y debates aportados.
El pasado lunes, el auditorio del edificio Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación se vio colmado por organizaciones ambientales y sociales de todo el país, que junto a científicos y legisladores nacionales debatieron públicamente sobre la necesidad de proteger los glaciares y los ambientes en que se encuentran.
“Todos los aportes y opiniones serán considerados por el Defensor del Pueblo para las futuras acciones que se tengan que tomar en este tema”, afirmó Cristina Maiztegui, integrante de la defensoría, anticipando amparos y acciones legales que podrían llegar al máximo tribunal nacional.
Votada por unanimidad por el parlamento, la ley de Protección de Glaciares (26.418) establecía preservar los glaciares y los ambientes glaciares por considerarlos una reserva estratégica de recursos hídricos y proveedores de agua. En noviembre pasado Cristina Fernández vetó la ley argumentando que no podía darse “preeminencia a los aspectos ambientales por encima de actividades que podrían autorizarse”, como proyectos mineros y petroleros. Para reposicionarse públicamente el oficialismo maneja actualmente dos proyectos propios, uno elaborado por el senador Daniel Filmus y el otro por el diputado Juan Carlos Gioja. “No hay que caer en la trampa del gobierno nacional”, enfatizó la legisladora Fernanda Reyes, que participa en la comisión de Minería. “Los proyectos oficiales acotan la definición del ambiente periglacial y permitirían la continuidad de actividades económicas y emprendimientos de infraestructura que destruyen los glaciares”, agregó.
Es por eso que el diputado Miguel Bonasso, que preside la la comisión de Recursos Naturales, volverá a insistir con el mismo texto aprobado el año pasado, es decir, con la ley de “presupuestos mínimos para la preservación de los glaciares y del ambiente periglacial”, redactada por la ex diputada Marta Maffei. Para darle sustento político, social y científico a esta iniciativa los legisladores articularon con la Defensoría del Pueblo y con los principales referentes ambientales en relación a este tema (como el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales -IANIGLIA-, Osvaldo Canziani -Academia Argentina de Ciencias del Ambiente-, la Red Nacional de Acción Ecologista -RENACE-, la Unión de Asambleas Ciudadanas -UAC-, entre otros).
La necesidad de insistir con el mismo texto que fuera aprobado anteriormente tiene que ver con la claridad en que define las cosas: la realización del inventario nacional de glaciares (generar conocimiento público) y la prohibición absoluta de toda actividad minera, petrolera u obra pública sobre las formas glaciares y periglaciares. Los recientes proyectos oficiales, sobre todo el del diputado pro minero Juan Carlos Gioja, relativizan las prohibiciones y ponen en riesgo las principales fuentes de agua de la Nación (según informó Marta Maffei, “el 70% de toda el agua potable del país está en los glaciares, no es una pequeña porción”).
El “veto Barrick”
Ell diputado Bonasso insistió con el problema político que es necesario comprender en relación a los glaciares: “Estamos hablando de la Ley 26.418. Es una ley nacional, aprobada en comisión, que fue al recinto y se votó por unanimidad en las cámaras. Como ley debería cumplirse y no se cumple porque hay intereses bastardos, que son los que ligan al señor gobernador de la provincia de San Juan -el autor intelectual del veto de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en contra de la ley de glaciares- con la empresa Barrick Gold. En febrero pasado el presidente de la Barrick vino en persona, información que dio el Diario de Cuyo y se le pasó a muchos medios nacionales [1]. Vino para una visita protocolar al gobernador José Luis Gioja que duró 4 horas, una reunión secreta -nosotros en cambio hacemos audiencias públicas-. Se reunieron para el lanzamiento de Pascua Lama [proyecto minero binacional]. En abril se va a hacer el anuncio oficial y en septiembre van a iniciar las operaciones. Acá hay un interés particular que va en contra del interés de la Nación.
Y el decreto del veto presidencial lo dice muy claro, 'ante preocupaciones de gobernadores de la zona cordillerana', apenas un eufemismo que encubre muy poco. Qué casualidad que el senador César Ambrosio Gioja, el hermano del gobernador, sea el presidente de la comisión de Minería del Senado y que al mismo tiempo sea el presidente de la empresa Bentonitas Santa Gema. No puede ser que se utilice una comisión del Senado de la Nación para impulsar un negocio personal, porque esta empresa es proveedora de Barrick Gold”.
Los glaciares como fuente de agua
Ricardo Villalba es el director del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLIA). Hizo una presentación argumentando en la necesidad de proteger los glaciares. “¿Por qué los glaciares son importantes? Existe una relación muy marcada entre la nieve que cae en Cordillera [de los Andes] y el caudal de nuestros ríos, tanto en el lado chileno como el argentino. En general la nieve proporciona el 90% de ese caudal. Pero en años muy particulares como en 1968, 1998, 2004, en los cuales las precipitaciones sobre la Cordillera fueron prácticamente nulas, los ríos no se secaron. Y en esos casos el agua provino en un 70% desde los glaciares. Por lo tanto los glaciares en la región de Cuyo cumplen el papel fundamental de proveer agua justamente en el momento en que más la necesitamos.
Es central para la actividad de los oasis cuyanos. Podríamos decir que el éxito de 400 o más años de vida de los oasis frutícolas y vitivinícolas del oeste argentino se lo debemos a los glaciares. Si no tuviéramos los glaciares en años como 1968, donde la precipitación en Cordillera fue nula, no hubiésemos tenido caudal en nuestros ríos, con lo cual una actividad como la vitivinícola se hubiera muerto, ya que depende de una especie perenne, que no la puedo sembrar todos los años como el trigo. Hubieran muerto todas las plantaciones y colapsado la economía del oeste argentino. Entonces la importancia que tienen los glaciares como proveedores de agua es clave”.
Juan Pablo Milana, glaciólogo de la Universidad de San Juan, agregó que “cuando tenemos una sequía, un glaciar produce más agua. Durante los años malos, de sequía, la superficie del glaciar se oscurece con la tierra que lleva el viento, producto de la falta de humedad. Eso hace que el glaciar tome mucha más energía [solar], que produce el derretimiento. Cuanto más energía más caudal. Y esto se invierte en los años con buenas nevadas en que el glaciar recupera masa”.
Marta Maffei, autora de la ley de protección de glaciares vetada por el Ejecutivo Nacional, insistió en señalar que “Argentina todavía no ha declarado el derecho al agua como un derecho humano. Hay insuficiencia de control para los bienes públicos como el agua. Lo que sabemos respecto de los glaciares es que son la mejor reserva hídrica de Argentina: casi el 70% de toda el agua potable está en los glaciares, no es una pequeña porción. Además son el mejor atemperamiento contra el cambio climático. Sin embargo, en todo el mundo el 87% de los glaciares está en retracción. Pero en Argentina no tenemos datos precisos, tenemos presunciones. Ningún país se puede manejar así, sin datos”. Por eso uno de los puntos centrales de la ley es el inventario.
Las mediciones que no llegan, ¿por algo será?
Osvaldo Canziani exhibe un listado de pergaminos en relación al estudio del medio ambiente (académico, interviene en el panel sobre Cambio Climático de la ONU, fue Premio Nobel de la Paz en 2007, entre otras cosas). “Estamos hablando del agua, y el glaciar es una fuente de agua. Es un sistema natural completo, es un total y tocarlo en cualquiera de sus zonas es algo crítico”, afirmó. Se suele contraponer el desarrollo económico con la protección del ambiente (algo en lo que el gobernador Gioja o el riojano Beder Herrera han insistido particularmente). Sin embargo, para Canziani esto no es así: “Cuando hablamos de desarrollo la tendencia es pensarlo a través de la economía exclusivamente. En cambio, el desarrollo sostenible implica tener en cuenta un componente ambiental, otro humano y la economía. El error fundamental es olvidarnos que existen otros componentes. Si un país tiene planes de desarrollo, y si por ejemplo es agrícola ganadero, es evidente que tiene que planificar sobre eso. Cualquier ataque al sistema único de provisión agua es un acto de lesa patria”.
“Hay un tema crítico en la ley, los inventarios de los glaciares. América Latina tiene un problema: nadie mide nada y todos pretenden saber las cosas sin medirlas. Cuando los brasileros hablan de macroeconomía hablan según su objetivo, pero si deforestan la Amazonía se van a perder el 50% de las lluvias en todo el territorio de América del Sur. Hay que hacer una planificación y decir 'ésta es la fuente de agua'. ¿Cuál es la política que se ha hecho en Argentina para medir los recursos hídricos y ponderarlos a futuro? Ninguna. No tenemos datos. Hemos vivido un período de 50 años con una caída de las observaciones. Ingresé a meteorología en 1945 y teníamos 4000 pluviómetros. Hoy no hay siquiera mil, de los cuales 500 son malos. No tenemos mediciones serias”. Canziani remata: “Tocar un glaciar es destruir un recurso hídrico, por lo tanto es un crimen”.
No se preocupen, los movemos de lugar
Javier Rodríguez Pardo es uno de los principales referentes de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC). A partir de ese contacto directo con las comunidades afectadas por la minería contaminante refirió los antecedentes que no hay que olvidar: “Tenemos un compromiso asumido desde las comunidades que están puestas de pie y organizadas en torno a la Unión de Asambleas Ciudadanas. Todos estos dramas los hemos vivido también con los hermanos de Chile. Y la propia lucha que nos llevó a defender los bienes comunes nos lleva a la necesidad de entender. Entonces vimos un pueblo muy modesto a la vera de un emprendimiento minero del lado de Chile -que se llama Pascua, en el valle del Huasco-. A ellos se les ocurrió preguntar 'señores en este informe de impacto ambiental que acaba de presentar la minera no figuran los glaciares'. ¿Cómo es posible que empresas que ventilan un supuesto desarrollo sostenible hayan omitido deliberadamente la presencia de glaciares? Ante esto la empresa Barrick Gold dijo 'nosotros vamos a tener un plan de manejo de glaciares' y arrimó ese plan de manejo. ¿Y cuál era el plan?: trasladar los glaciares de lugar [risas]. Esto es importante decirlo porque no entra en nuestras cabezas”.
“Barrick Gold sube con varios glaciólogos franceses y uno argentino para armar ese plan de manejo. Se encargaban de decirles que no eran glaciares sino que eran cuerpos de hielo. ¿Qué diferencia un cuerpo de hielo de un glaciar, si para nosotros podría ser lo mismo? Para Barrick no. Entonces comprendimos con los hermanos de Chile que lo importante era pelear por la defensa del ecosistema andino”.
“Hay que decirlo: esta actividad minera sin los glaciares no puede operar. En Chile millones de toneladas de hielo glaciar se utilizaron para obtener agua y lixiviar los minerales. No podemos apartarnos de lo que es este sistema minero que necesita mucha agua. Entonces, ¿cuál es nuestra posición?: la intangibilidad de los glaciares, periglaciares y todo cuerpo de hielo. Es la definición que nos gustaría que figurara en la ley”.
Polémica: pero, ¿qué es un glaciar?
Uno de los debates desatados en la audiencia pública estuvo alrededor de la definición del glaciar, aquello que se pretende proteger, lo que en términos legales lleva a discutir cuál es el bien jurídico protegido.
Desde el IANIGLIA se encargaron de explicar que hay una referencia obligada, un científico francés de apellido Lliboutry, pero que es necesario seguir ampliando y consensuando conceptos a partir de ese piso: “Es muy difícil encontrar una definición precisa de glaciar porque los glaciares tienen aspectos muy diversos. En la comunidad científica lo que se acepta es la definición de Louis Lliboutry, que fue un glaciólogo famoso que también trabajó en los Andes y escribió lo que se toma como la definición clásica de glaciar. Desde IANIGLIA consideramos los distintos tipos de glaciares, como el glaciar de escombro, que pertenece al ambiente periglacial. Son cuerpos que externamente no lo muestran, pero que pueden tener hasta el 70% de hielo en su interior y contribuyen también al caudal de los ríos. Los glaciares de escombro son una expresión del ambiente periglacial y son fundamentales en los ambientes áridos, por lo que también merecen ser protegidos. Además un glaciar descubierto -la forma clásica en que se los conoce- puede terminar en un glaciar cubierto por roca”.
En cambio para el glaciólogo Juan Pablo Milana los glaciares no deberían ser el bien jurídico protegido. “Para nosotros el espíritu de esta ley tendría que ser el de la protección del agua, del recurso hídrico en estado sólido. Nuestra postura es que hay que proteger el hielo, tanto los glaciares descubiertos como el glaciar de roca, todo lo que tenga hielo que se conserve de un año a otro tiene que ser protegido”. Pero toda su argumentación culmina en que no está de acuerdo con uso del término periglacial, y ahí es donde la política y la ciencia evidencian esa unión que sólo se puede ocultar bajo el mito positivista: “No estoy de acuerdo con el uso del término periglacial porque si queremos defender el área marginal del glaciar hay que decir que incluimos tantos metros para cada lado. Bajo este término la ley no va a salir nunca, porque a los gobiernos de las provincias no les va a gustar mucho. Pero si nosotros decimos que vamos a defender las reservas hídricas en forma de hielo es mucho más probable que la ley se apruebe”.
Las respuestas no se hicieron esperar y el debate sobre la cuestión periglacial atravesó la audiencia. Carlos Ceara, geólogo, miembro de las Asambleas de Autoconvocados contra la Minería de Córdoba, le respondió a Milana: “Yo adhiero a la ley que se votó (y luego se vetó) porque lejos de presentar cuestiones oscuras, creo que tiene una claridad meridiana. Ha sabido diferenciar lo que es un ambiente glaciar de un ambiente periglacial. Dos cosas diferentes, dos paisajes de erosión diferentes. En uno está el hielo que cubre. En el otro tenemos suelos que se congelan. Y es un hecho que no vamos a saber el porcentaje en el que está presente el hielo. Cuando en las modificaciones se habla de hasta un 50% de la masa de hielo se está diciendo una total barbaridad [2]. Es significativo que en los anteproyectos que han presentado la palabra periglacial no existe más. Esto es preocupante porque el ambiente periglacial está defendiendo directamente al ambiente glaciar. Si hoy los glaciares están retrocediendo, ¿qué pasará cuando les quitemos esa defensa periglacial, con infraestructura, con actividades económicas como la minería? Las comunidades se nutren del agua que proviene de la Cordillera y si esto avanza el problema lo vamos a ver inmediatamente transferido a las economías regionales de la zona. Es un problema real que ha surgido como consecuencia de las presiones de gobiernos provinciales que ven que en esas zonas no van a poder intervenir las multinacionales mineras con quienes ellos están casados. Los problemas que se argumentan para vetar la ley son en realidad presiones, porque el espacio que ocupa el sistema periglacial dentro de nuestra Cordillera está en el orden de la sexta parte de todo el territorio de montaña, que es una constante a nivel mundial. En esa superficie, ¿cuántos yacimientos tendremos?”.
Aunque está claro que no se está tratando una ley antiminera o que regule la minería, sino una ley que protege los glaciares, el conflicto de intereses hace que el lobby minero descargue toda su artillería para que ni una sola hectárea se vea reducida a una futura explotación, sin importar cuáles sean las consecuencias. Preocupa el consenso que tiene en el gobierno esta idea de convertir Argentina en un “país minero”, como pregona el secretario de Minería Jorge Mayoral. Maffei afirma en este sentido que “ésta es una ley que establece presupuestos mínimos para proteger el agua de todos. Propone empezar a construir un conocimiento mediante el inventario de glaciares. Es una ley construida desde un enfoque ecosistémico porque los glaciares son un sistema. Y no estamos oponiendo ambiente con el derecho a producir. Acá no se prohíben actividades, lo que se prohíbe es que la actividad nos mate a todos”. Deja un sabor amargo el hecho de tener que insistir tan fervientemente con algo tan obvio.
(Ecoportal, 08/04/2009)