A pesar de su valor ecológico y cultural, sufren diversas amenazas y las medidas de conservación son insuficientes. Los espacios verdes limítrofes a los núcleos urbanos son doblemente valiosos. Además de ser importantes focos de biodiversidad, mejoran la calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos (más del 80% de los europeos vive en ciudades) gracias a sus beneficios medioambientales y culturales. Sin embargo, los expertos destacan la escasez de medidas de conservación y restauración de estas zonas naturales, y reclaman una mayor implicación de las instituciones y los ciudadanos para su mejora.
Los expertos señalan la gran variedad de efectos beneficiosos que supone contar con un espacio natural junto a las ciudades: mitigan el cambio climático, al retener el dióxido de carbono (CO2); reducen la contaminación acústica y lumínica; purifican el aire, el suelo y el agua; estabilizan el microclima de las ciudades; protegen el suelo de la erosión; albergan un patrimonio natural y cultural; ofrecen productos agrícolas y silvícolas de calidad; constituyen un entorno saludable para el deporte y el ocio; y permiten a los ciudadanos tener un contacto cercano con la naturaleza.
El desarrollo urbanístico o la construcción de infraestructuras dispersan o fragmentan estas áreas naturales limítrofes
Por ello, estas zonas naturales deberían contar con una protección especial, para garantizar no sólo su conservación, sino también la calidad de vida de los ciudadanos. Las instituciones públicas son cada vez más conscientes de ello y tratan de cuidarlas y mejorarlas. Sin embargo, un informe de Fedenatur, la Federación Europea de Espacios Naturales y Rurales Metropolitanos y Periurbanos subraya que este tipo de acciones son todavía insuficientes, y señala las principales presiones y amenazas que deterioran el estado de conservación de dichas áreas.
En primer lugar, el desarrollo urbanístico o la construcción de infraestructuras dispersan o fragmentan estas áreas naturales limítrofes. Por ejemplo, en los espacios de Mirabel-Jonage (Lyon), o en Léry-Poses (Alta Normandía francesa), cientos de hectáreas de espacios naturales han sido destruidos por las excavaciones de canteras. En Portofino (Génova), la construcción de carreteras y la urbanización ha aislado a varias especies de anfibios al cortar sus conexiones ecológicas.
Asimismo, el equilibrio natural también se rompe por múltiples amenazas. La masificación incontrolada de visitantes a estas áreas, y la sobreexplotación de sus recursos naturales mediante la caza o la pesca provocan el desplazamiento de la fauna, la destrucción de la vegetación y el aumento del riesgo de incendios. Así, en Portofino, la pesca submarina está presionando de manera excesiva a ciertas especies, mientras que en Collserola (Barcelona) o las montañas de Siante-Victoire en Ais-en-Provence (Francia) han sufrido los efectos del fuego.
La transformación artificial del entorno es también una amenaza grave. La intensificación de la agricultura o la silvicultura, la "limpieza" mediante la tala de árboles, el drenaje de los humedales o el cambio de los cursos naturales de los ríos y de sus crecidas son algunos ejemplos. Por otra parte, la contaminación acústica, del agua o del aire empeoran las condiciones naturales de estas zonas, sin olvidar la proliferación de especies invasoras. Por ejemplo, la invasión de especies de flora como la ambrosia se ha convertido en un problema de salud pública en las áreas de Lyon y Milán.
Las disfunciones de uso son otra de las presiones. Los conflictos entre los usuarios de estas áreas que quieren pescar, cazar, pasear, hacer deporte u otro tipo de actividades son frecuentes. Asimismo, también se detectan problemas de vertidos incontrolados, deportes motorizados, etc.
Posibles solucionesLos responsables de Fedenatur ofrecen una serie de recomendaciones para mejorar la situación de los espacios naturales periurbanos. En el ámbito institucional, se deberían aplicar políticas a distintos niveles administrativos, desde la escala europea, pasando por la nacional y la regional, hasta llegar a la local, ya que este tipo de áreas suelen circunscribirse a todos estos ámbitos de actuación.
La participación activa de los ciudadanos es fundamental en la conservación y restauración de los espacios naturales periurbanos
De esta manera, se deberían aplicar medidas legales específicas, aumentar los medios destinados a estos espacios, poner en marcha iniciativas de restauración de las zonas deterioradas, mejorar las condiciones de acceso a los ciudadanos, o desarrollar actividades de educación ambiental y cultural, especialmente de tipo participativo. Por ejemplo, los responsables de Fedenatur recuerdan que hay programas europeos como FEDER o LIFE a los que también deberían tener acceso estos espacios periurbanos.
Asimismo, se deberían coordinar diversas políticas y herramientas de regulación y planificación. Es muy importante que, por ejemplo, en los planes de expansión de las ciudades se tengan en cuenta las características de estos espacios, de manera que se reduzca el impacto ambiental.
Los expertos de Fedenatur también consideran que los gestores de estos espacios naturales se encuentran demasiado aislados, por lo que otra forma de mejorar estas zonas podría venir de la difusión y el intercambio de buenas prácticas. Los ejemplos son muy numerosos: creación de una red de áreas protegidas y corredores biológicos de conservación, como en Barcelona; rehabilitación de espacios promocionando múltiples usos, como en el Anillo Verde de Vitoria-Gasteiz; reforestación y reintroducción de animales como en Milán; integración de servicios al público, como los centros de visita o las granjas de demostración en Roma; organización de festivales culturales y educativos y exhibiciones temporales al aire libre como en Francia, así como programas ecológicos con monitores, como en Barcelona; etc.
Además de las instituciones, la participación activa de los ciudadanos es también fundamental en la conservación y restauración de los espacios naturales periurbanos, e incluso en su creación. Por ejemplo, el parque Boscoincittà (el bosque en la ciudad) de Milán se fundó en 1974 como iniciativa de una asociación ciudadana (Italia Nostra). Sus 35 hectáreas de árboles han sido plantadas por voluntarios, y ha ido creciendo paulatinamente hasta alcanzar en la actualidad las 200 hectáreas, integrándose en el Parque de la Agricultura del Sur de Milán. www.ecoportal.net
(Por Alex Fernandez Muerza, Consumer,
Ecoportal, 29/03/2009)