Lleva treinta años en Indonesia luchando por proteger los tres mil orangutanes que quedan. Era ingeniero forestal hasta que rescató un orangután bebé de la basura, enfermo, escuálido y a punto de morir.
Desde entonces fundó Borneo Orangutan Survival (BOS) y vive rodeado de mil huérfanos que ha rescatado de las 'garras' humanas. Su objetivo es claro: enseñarles a sobrevivir en la selva. Una selva cada día más fragmentada y pequeña por la constante amenaza de las multinacionales de aceite de palma. 'Pensadores de la Jungla' muestra, por primera vez, orangutanes usando lanzas para pescar, decorando sus hogares, elaborando fármacos y un largo etcétera que deja boquiabierto a cualquier lector.
En cuarenta años, y quizá en menos tiempo, podría desaparecer el orangután.
¡¿Cuarenta?!
Perdemos 6000 cada año y los trozos de selva virgen son cada día más pequeños y fragmentados. Hay 28 millones de hectáreas de tierra destrozada en Indonesia. Arrasamos con todos los árboles para plantar en los desolados paisajes palmas aceiteras. De aquí se extrae el aceite de palma que es un compuesto de demanda global, usado en la industria cosmética y en la fabricación de biodiesel.
Pero el biodiesel es una energía alternativa y más limpia, necesaria para frenar el cambio climático.
Todo lo contrario. Cortando todos los árboles están eliminando sumideros de Dióxido de Carbono. Debido a esta tala masiva, Indonesia es la tercera emisora de CO2 en el mundo y ni siquiera tiene industria. Se encuentra por debajo de EE.UU. y China y sólo por la destrucción del medio ambiente.
¿El Primer Mundo es el culpable de la extinción del orangután?
¡Claro! Nosotros usamos la electricidad que se genera con el biocombustible. Además, el diez por ciento de los productos del supermercado tiene aceite de palma. El consumidor está mal informado y desconoce la existencia de este aceite y de cómo se produce.
Pero estas plantaciones generan trabajo a los locales.
Esto es que lo que venden las multinacionales pero es falso. Existen estudios que dicen que por una hectárea de plantación sólo se crean 0,12 puestos de trabajo, mal retribuidos y peligrosos por la constante fumigación con plaguicidas tóxicos. Además, al cabo de unos años la tierra pierde todos sus minerales y la zona se convierte en un auténtico desierto. Nada puede crecer allá y las inundaciones son terribles. No sólo destruimos el hábitat de los orangutanes sino también el de la gente local. Hay que frenar la importación del aceite de palma insostenible, es decir, el que proviene de la deforestación de la selva virgen.
En el libro 'humaniza' a los orangutanes.
Me limito a describir cómo son. Los orangutanes son seres pensantes, capaces de construir herramientas para mejorar su calidad de vida, disfrutan de la belleza y tienen un sentido estético.
¿Por ejemplo?
Han aprendido a pescar con lanzas, recoger agua con cuencos hechos de cáscara de coco, beber leche con una técnica milenaria (una especia de esponja hecha con raíces de orquídeas). Construyen sus propias camas para dormir y, además, las decoran. Incluso poseen facultades que creíamos únicas del ser humano, como la del altruismo. Son capaces de poner en riesgo sus vidas para salvar a otro orangután en apuros, aunque sea un completo desconocido. Nosotros llamaríamos a esas personas héroes pero, en el mundo de los orangutanes, todos son héroes. Las madres cuidan y protegen a sus bebes durante ocho años, mostrándoles todo el conocimiento para sobrevivir en la selva. Y, por primera vez, el libro muestra orangutanes nadando.
Perdone mi ignorancia pero, ¿antes no nadaban?
¡Qué va! Durante millones de años los ríos han significado obstáculos para estos simios. Pero ahora, imitando a los humanos, han aprendido a nadar lo que les permite coger las frutas que se encuentran al otro lado del río.
Realmente son muy parecidos a los humanos.
Es la reacción que quiero que tenga la gente después de ver estas fotografías increíbles. Por eso también el libro explica las terribles atrocidades. Algunos se los comen, otros los tienen como mascotas en condiciones infrahumanas, los usan como prostitutas en burdeles o en películas pornográficas.
¿Cómo?
Se llamaba Pony y la encontramos en una caja de madera minúscula, con todo el cuerpo rasurado y totalmente obesa. Tuvo que aguantar durante años las perversas fantasías de los clientes de un burdel. Todavía hoy sufre enfermedades de transmisión sexual y tiene muchos problemas psicológicos. Mi objetivo es que la gente se enfade después de leer el libro. Que la gente vea, por primera vez, imágenes de lo que está pasando. Si no nos cuidamos de nuestros relativos más cercanos, ¿cómo nos vamos a cuidar de toda la naturaleza? Estamos destrozando nuestro propio futuro.
Los orangutanes que liberas, ¿le reconocen cuando le vuelven a ver después de muchos años?
¡Qué pregunta tan estúpida! (risas) Perdona mi vocabulario. ¡Claro que me reconocen! Si voy al bosque y me ven salen de los árboles y vienen a abrazarme, me muestran a sus niños, están tan contentos de que haya ido a verlos a la selva.
Además, el libro nos enseña que los orangutanes también saben de medicina…
Conocen muchas plantas medicinales y esa sabiduría se pasa de generación en generación. Yo mismo aprendí de ellos una medicina perfecta para el dolor de cabeza y ahora la gente local planta ese árbol en todas partes porque realmente funciona.
El última capítulo del libro nos da un poco de esperanza.
Ese es el mayor logro que he hecho, un auténtico milagro. Samboja era un paisaje lunar, no se oían insectos, ni pájaros. Los habitantes estaban desesperados, había crecido la delincuencia y el desempleo se situaba en un cincuenta por ciento. El agua potable, que antes abundaba, ahora debían comprarla a un precio excesivo porque jamás llovía. Cuando creíamos que no había esperanza conseguimos hacer crecer un precioso bosque de 2000 hectáreas, con 137 especies de pájaros y 30 especies de reptiles. El clima tropical ha vuelto a la zona y los 3000 locales que habitan ya tienen acceso a agua potable, comida y otros recursos.
(Por Marta Cuatrecasas, La Vanguardia, Ecoticias, 26/01/2009)