La agricultura urbana en Cuba, un exitoso modelo de subsistencia derivada de la necesidad de la década de 1990, está volviendo a aliviar la escasez de alimentos en una isla barrida por los huracanes.
Las huertas que florecieron hace una década y media en terrenos baldíos, estacionamientos y hasta azoteas de las ciudades cubanas producen vegetales difíciles de encontrar, dos meses después que dos huracanes destruyeran un 30 por ciento de los cultivos de la isla.
"Nuestra capacidad de respuesta es inmediata, porque esto es una cooperativa, es un negocio y no me puedo dormir", dijo Miguel Salcines caminando entre surcos de lechugas en su granja en Alamar, un suburbio al este de La Habana.
El huerto labrado junto a un complejo de edificios de estilo soviético que el Gobierno les entregó gratuitamente en usufructo es un hervidero de hombres y mujeres tiznados de la tierra rojiza del trópico. Unos plantan, otros riegan y hay quien desbroza la maleza a golpe de machete.
Aunque la isla depende de las importaciones de alimentos, plantaciones en zonas urbanas como la de Alamar ocupan 35.000 hectáreas y producen más del 50 por ciento de las hortalizas que comen los cubanos.
"La agricultura urbana va a jugar un papel primordial en garantizar la alimentación de la población mucho más rápido que los cultivos tradicionales", dijo Richard Haep, coordinador en Cuba de la ONG alemana Welthungerhilfe, que apoya este tipo de proyectos desde 1994.
El modelo fue adoptado por los militares cubanos para autoabastecerse en caso de conflicto y masificado por el general Raúl Castro, entonces ministro de Defensa, en respuesta a la crisis alimentaria tras la desintegración de la Unión Soviética.
Una de las claves es la descentralización, que permite a las huertas tomar sus propias decisiones y actuar más rápidamente que las operaciones agrícolas de gran escala.
Después de los huracanes, la cooperativa de Salcines decidió responder a la escasez de vegetales plantando una variedad de acelga que se cosecha en apenas 25 días.
"No digo que tenga la capacidad de producir suficientes alimentos para toda la isla, pero sí son los más adecuados para responder a una crisis por razones sociales y también agrícolas", dijo Catherine Murphy, una socióloga estadounidense que ha investigado sobre la agricultura urbana en Cuba.
"Han creado uno de los mejores programas de agricultura urbana que existe en el mundo," agregó.
Las huertas urbanas venden directamente en las comunidades a precios más competitivos que los mercados tradicionales, en parte porque evitan costos de transporte e intermediarios.
Revolución verde
La hipótesis del auto abastecimiento se volvió realidad cuando el derrumbe de la Unión Soviética interrumpió de la noche a la mañana el suministro de petróleo y paralizó la agricultura industrial. Los fertilizantes fueron reemplazados por montañas de abono de lombriz y los pesticidas por microorganismos y hasta insectos beneficiosos, dando lugar a una agricultura orgánica a fuerza de necesidad.
La agricultura urbana se rige desde hace más de una década por el criterio de productividad que el presidente Raúl Castro busca aplicar ahora en la economía socialista de Cuba. En el vivero de Alamar, por ejemplo, los trabajadores tienen un salario y se reparten además las utilidades de la cooperativa, así que cuanto más producen, más ganan.
El ingreso medio ronda los 950 pesos cubanos (42,75 dólares), más del doble del promedio nacional. La fórmula ha dado resultados. La cooperativa arrancó en 1997 con cuatro integrantes y hoy tiene 160, incluídos dos doctores en ciencias. La producción anual supera las 240 toneladas de hortalizas en una superficie de 11 hectáreas, o 13 campos de fútbol.
Raúl Castro dio algunos pasos en esa dirección, buscando reducir la dependencia de Cuba de las importaciones de alimentos por la que desembolsará este año unos 2.500 millones de dólares. Su Gobierno descentralizó la toma de decisiones y aumentó los precios que el Estado paga, por ejemplo, por la leche, resultando en un aumento de hasta 20 por ciento en la producción.
En septiembre comenzó a repartir tierras ociosas en usufructo. Algunos expertos temen que el costo de las importaciones y la destrucción de los huracanes vuelva a colocar a Cuba en la senda de los agroquímicos. El Gobierno ha dicho que pretende construir una fábrica de fertilizantes con ayuda de su aliado Venezuela.
(Por Esteban Israel, Eco POrtal, 17/12/2008)