En unos pocos cientos de miles de años, después de que todos los efectos atmosféricos del cambio climático del siglo XXI hayan desaparecido de la faz de la tierra, después de que en ardiente silencio nuestros residuos nucleares se hayan extinguido, dos efectos destructivos con rastros de las políticas de George Bush aún van a permanecer. El primero son las extinciones. Las especies que han desaparecido, entre las cuales se cuenta el subgrupo resultante de las políticas ambientales de Bush, privarán para siempre a nuestra biosfera en desarrollo de su contribución. "El segundo son los organismos genéticamente modificados (OGM) – los animales, plantas, bacterias y virus, cuyo ADN ha sido mixturado y mutilado mediante inserciones de especies foráneas".
El segundo son los organismos genéticamente modificados (OGM) – los animales, plantas, bacterias y virus, cuyo ADN ha sido mixturado y mutilado mediante inserciones de especies foráneas. Una vez liberada en el ecosistema, de manera intencionada o por accidente, la contaminación genética es capaz de autopropagarse. Ningún rescate de la administración de Obama puede limpiar las variedades autóctonas del maíz de México, actualmente contaminadas por nuestro maíz genéticamente modificado (GM). Ningún decreto puede extirpar o ni siquiera identificar las plantas de mostaza silvestre que hoy en día son portadoras de genes manipulados que les han sido transferidos por el polen de su prima, la canola GM.
Todos conocemos historias que ilustran los efectos exponenciales de las especies invasoras. Aquí está mi favorita, recordada en mi libro Genetic Roulette (Ruleta Genética):
"“El Día de Navidad de 1859, la Victorian Acclimatization Society (Sociedad Victoriana de Aclimatación, en inglés) liberó veinticuatro (24) conejos en un campo de Australia a fin de que los colonos pudieran cazarlos por deporte y se sintieran más como "en casa". Los conejos se multiplicaron a más de doscientos millones, distribuyéndose sobre más de cuatro millones de kilómetros cuadrados.Ese regalo de Navidad le cuesta actualmente a la agricultura australiana unos seiscientos millones de dólares por año.”
¿Podrán los OMG de hoy ser mostrados como los “conejos australianos” del futuro? Aun cuando sus impactos sobre nuestro ecosistema y nuestra dieta han sido poco estudiados, esto no ha obstado para que la actual y las pasadas administraciones presidieran la liberación de millones de hectáreas de cultivos transgénicos. Cada planta no solamente es portadora de un gen de una bacteria o de un virus, su ADN tiene cientos o miles de mutaciones resultantes del proceso disruptor de la ingeniería genética. Diversos informes sugieren que los efectos colaterales de los OMG son sumamente peligrosos.
Las políticas de Bush institucionalizan la contaminación por OMG
Si los transgénicos tuvieran que ser prohibidos hoy mismo, lo cual estaría más que justificado, algo de la contaminación proveniente de los cultivos alimentarios GM comerciales, de todos modos seguiría estando en el patrimonio genético de esas especies (y en el de las especies relacionadas). Esto incluye a los elementos contaminantes provenientes de nuestros cultivos transgénicos de gran escala, entre ellos la soja, el maíz amarillo, el algodón y la canola, así como a los de los cultivos menores: la papaya (mamón) hawaiana, el zucchini (o calabacín), y la calabaza amarilla de cuello curvo (crookneck squash). Recién agregados - en la cosecha de este año - están la remolacha azucarera y el maíz blanco GM. También hay tomates y papas (patatas) GM, no ya en el mercado, pero cuyos genes y semillas, en algún grado, continúan persistiendo "allá afuera". Más aún, la lista de la ropa sucia incluye en la actualidad a más de cien (100) cultivos transgénicos experimentales diferentes, ensayados a campo en más de cincuenta mil (50.000) locaciones de los EE.UU. desde 1986.
Aunque se supone que el gobierno debe asegurarse de que estos ensayos no van a contaminar el medio ambiente circundante, un informe de 2005 de la Oficina del Inspector General del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) ha condenado severamente la abominable supervisión del USDA. "Las regulaciones, políticas y procedimientos actuales", puntualizaba el informe, "no están yendo lo suficientemente a fondo como para garantizar la segura introducción de la biotecnología agrícola". La debilidad de la agencia "aumenta el riesgo de que los organismos genéticamente modificados regulados puedan persistir inadvertidamente en el medio ambiente".
Sin embargo, la respuesta pro- biotecnología de George Bush fue debilitar todavía más a la agencia de supervisión de los OGM - y está tratando de hacerlo rápidamente, antes de que asuma Obama. La propuesta de reglamentación aumenta la probabilidad del escape de genes, incluso de los cultivos transgénicos diseñados para producir drogas farmacéuticas y químicos industriales.
Monsanto admite más contaminación
Como telón de fondo de la apresurada propuesta de Bush, Monsanto sólo ha admitido que un acre * de su campo de ensayo de semillas de algodón GM aún no aprobadas, fue inadvertidamente cosechado y mezclado con algodón aprobado. Entonces ha entrado en nuestra cadena alimentaria, como alimentación animal y aceite de semillas de algodón. ¡Vaya!
Sin embargo tanto la Dirección de Alimentos y Medicamentos (FDA, según su sigla en inglés), la Agencia de Protección Ambiental (EPA), y el USDA, emplearon otra de las abdicaciones institucionalizadas de la administración Bush para la supervisión de los OMG. Declararon inocua la contaminación del algodón, a pesar de que no hay datos suficientes para apoyar esta afirmación.
Si Bush consigue que su nueva reglamentación del USDA entre en vigor, hay que esperar que Obama atienda los consejos del grupo de científicos ambientalistas de EE.UU., la Union of Concerned Scientists, que "recomienda que la nueva administración haga de la revocación, la revisión y el fortalecimiento, una de sus principales prioridades".
Esto no va a limpiar por completo nuestro manipulado patrimonio genético. Pero puede comenzar a contener el escape a largo plazo de la contaminación genética, que ahora está fuera de control.
Jeffrey M. Smith es el autor de la publicación Genetic Roulette: The Documented Health Risks of Genetically Engineered Foods (Ruleta genética: riesgos para la salud documentados de los alimentos manipulados genéticamente), que presenta sesenta y cinco (65) de esos riesgos en una extensión de dos páginas fáciles de leer. Su primer libro, Seeds of Deception (Semillas de Decepción), es el más referido y número uno en las ventas de libros sobre alimentos modificados genéticamente en el mundo. Es Director Ejecutivo del Instituto de Tecnología Responsable, que está encabezando la Campaña para una Alimentación Saludable (Campaign for Healthier Eating) en EE.UU. Ir a Aquí para aprender más sobre cómo evitar los alimentos modificados genéticamente.
*N. de la T: Medida inglesa de superficie utilizada en agricultura, que equivale a 4.086,85 m2.
(The Huffington Post, tradução Gladys Guiñez para Acción por la Biodiversidad, 10/12/2008)