Brasil está viviendo una segunda etapa de colonización, denunció la dirigente del Movimiento Sin Tierra (MST), Lourdes Vicente, sólo que esta vez, aclaró, se trata de empresas transnacionales que invierten en la agricultura y están modificando la matriz productiva del país introduciendo el monocultivo de la soja, la caña de azúcar y ahora del eucalipto.
Este año en MST cumple 25 años de lucha por la reforma agraria y en este último período debe enfrentar lo que Lourdes Vicente calificó como una gran ofensiva del capital financiero internacional en la agricultura brasileña.
Subrayó que se están abriendo nuevas fronteras agrícolas con la entrada del capital financiero que no sólo están desplazando a los campesinos de sus tierras, sino también atentando contra el medio ambiente al incorporar nuevas áreas del Amazonas a la producción.
Vicente no podía iniciar la entrevista sin mencionar el aniversario del MST. “Son 25 años de mucha resistencia para permanecer en el campo”, destacó. Explicó que en este nuevo aniversario los encuentra ante un nuevo desafío con la entrada de capital financiero internacional en la agricultura brasileña. “Se está reproduciendo lo que fue el período de la colonización de Brasil. Nosotros denominamos este período de nuevo colonialismo.
Este proceso se concreta a través del agro-negocio. Es una ofensiva muy grande y ocurre de diversas maneras: con la expulsión de los campesinos de la tierra, un cambio en la matriz productiva en la forma de monocultivo y sobre todo la explotación de nuestros recursos naturales”, señaló Lourdes Vicente. “En el Brasil actualmente hay tres grandes áreas de monocultivo, la soja, más recientemente el eucalipto que ya está presente en todas las regiones del país, y la más nueva, que ha sido impulsada por el gobierno de Lula, que es la producción de agrocombustibles, el etanol, a partir de la producción de caña de azúcar” indicó.
La dirigenta del MST advirtió que este cambio de la matriz productiva está generando nuevos problemas graves, socioeconómicos, ambientales, y culturales en el campo. La organización de los campesinos está promoviendo la discusión en toda la sociedad brasileña sobre estos cambios. “En los últimos tiempos el MST ha tenido que luchar para presentar a la sociedad la existencia en el campo de dos proyectos de agricultura: el proyecto del agronegocio y el proyecto de la agricultura campesina” subrayó.
Lourdes Vicente explicó que por un lado está el proyecto que implica la concentración de la tierra en pocas manos, y del otro lado el proyecto popular de la distribución de la tierra y la reforma agraria. “Del lado de la agricultura campesina, miles de campesinos que están luchando por permanecer en el campo, rechazando el modelo de una agricultura sin gente, sin trabajadores”. “Del lado del agronegocio, la explotación de la tierra y los recursos naturales en forma de monocultivo, y del lado de la agricultura campesina, la diversificación de la producción, y sobre todo, la producción de comida para el pueblo” explicó. “Los más graves es que en el agronegocio aparece un actor político nuevo, que son las transnacionales” dijo y recordó que si bien este fenómeno se inició en la década del 60, se intensificó en los 90 y ahora con el gobierno de Lula ha cobrado más intensidad.
En esta confrontación de dos modelos de producción, explicó Vicente, el MST está por el proyecto de agricultura que permite a los campesinos permanecer en el campo.
Retroceso con Lula
Lourdes Vicente recordó que el gobierno del Partido de los Trabajadores encabezado por Lula Da Silva, tuvo desde sus inicios como una de sus principales banderas, la reforma agraria. “No obstante su postura política, y la del Partido de los Trabajadores (PT), se ha venido modificando y hoy, la evaluación que nuestros movimientos de campesinos hacen, es que hay una paralización total de la reforma agraria. En estos 6 años de gobierno de Lula los campesinos comprobaron que no hubo un avance de la reforma agraria, pese a ser un gobierno considerado de izquierda y que la tenía como una de sus prioridades, sino que sucedió todo lo contrario”.
“Desde el inicio del gobierno de Lula ha habido un aumento de la concentración de tierra, sobre todo en poder de las empresas transnacionales. Cada año hay más concentración de tierra con la llegada de nuevas empresas. La segunda consecuencia del gobierno de Lula fue la liberación de los productos transgénicos, que era una lucha antigua de los campesinos para impedirlos”.
“En los últimos 5 años hemos emprendido una fuerte lucha para no permitir el ingreso al país de productos transgénicos, y el gobierno de Lula los ha autorizado, el primero fue la soja, y más recientemente, lo más grave, la liberación de una semilla de maíz transgénica de la transnacional Monsanto, y está prepando todo para liberar el ingreso de árboles transgénicos. Así los transgénicos comienzan a entrar en la alimentación, y esa es nuestra denuncia, de que no existen estudios sobre la reacción del organismo a su consumo”.
Flexibilización de leyes ambientales
Otra de las denuncias del MST sobre la situación en el campo brasileño, es la flexibilización de leyes ambientales acordadas por gobiernos estaduales o municipales. “Para aumentar la producción de caña de azúcar para etanol, y promover la plantación de eucaliptos, muchos gobiernos estaduales y municipales han flexibilizados las leyes ambientales para que las empresas transnacionales se puedan instalar”, denunció Vicente.
En ese sentido señaló que un ejemplo muy concreto fue una empresa de 50% de capital noruego y 50% de la empresa sueco finlandesa Stora Enso, que plantó eucalipto en el municipio de Napoli, al sur de Bahía, 96 mil hectáreas en un área de reserva ambiental. El ministerio público de Napoli condenó a la empresa a pagar 20 millones de reales, por el desmonto de la mata atlántica, y obligada a replantear la forestación que destruyó para producir eucalipto. “Estas situaciones se dan mucho con los gobiernos locales que flexibilizan las leyes para atraer inversiones” denunció.
Esto a su vez tiene otra consecuencia negativa, la intervención de las transnacionales en la política local a través de la financiación de las campañas electorales. La dirigente del MST dijo que las empresas están financiando las campañas para vareadores, alcaldes, y hasta gobernadores, para que defiendan sus intereses.
El enorme poder de las transnacionales ha influido para que algunos gobiernos estaduales legislen a su favor para impedir la resistencia en el campo. Según Lourdes Vicente, “estas empresas han sido beneficiadas por el gobierno en la utilización del poder judicial para criminalizar las luchas de resistencia, de los sin tierras y de los indígenas afectados por esas empresas”. “La policía, el Estado brasileño, han favorecido a las empresas para criminalizar cualquier tipo de reacción a la entrada de esas empresas en las comunidades.
Por ejemplo, en Rio Grande do Sul, la empresa Stora Enso, consiguió en la justicia una orden permanente de desalojo de quienes intenten ocupar sus tierras. Si las tierras de Stora Enso fueran ocupadas por cualquier trabajador, la policía puede obligar al desalojo inmediato sin ninguna orden judicial porque ya tiene garantía del ministerio público del Estado de Rio Grande do Sul”, dijo.
Etanol y trabajo esclavo
“El gobierno de Lula no ha hecho nada para cambiar esa situación, por el contrario, sólo se muestra dispuesto a favorecer a las empresas” añadió. En ese sentido destacó que “la única bandera del gobierno de Lula es que tenemos que producir más caña de azúcar para etanol para el mercado mundial”. Esta promoción de la producción de etanol ha sido evaluada negativamente por el MST, ya que además del monocultivo, está promoviendo el trabajo esclavo y semi esclavo.
“La producción de la caña, casi toda manual, está muy ligada al trabajo esclavo”, explicó Vicente. “Tenemos denuncias de varias muertes de trabajadores en la caña por el esfuerzo físico debido al aumento de la producción. En los últimos años un trabajador tenía que cortar 8 toneladas de caña de azúcar por día, ahora con el aumento de la producción, debe cortar 12 toneladas”.
Vicente llamó la atención sobre el crecimiento del monocultivo. “En el Estado de Sao Pablo por ejemplo, en algunos municipios, ya tienen 3 millones de hectáreas de tierra sólo con producción de caña, y la meta del gobierno federal es aumentar hasta 6 millones de hectáreas plantadas de caña”. “Hemos recibido denuncias de municipios que ya no producen más alimentos, no tienen más tierras para producir otra cosa que no sea caña”.
Esta dedicación a un sólo producto, junto a factores externos, explicó, ha impactado en los precios de los alimentos. “La dedicación al monocultivo no ha dejado tierras para producir comida, lo que ha provocado un gran impacto social”.
El MST también ha evaluado negativamente el Programa de Aceleración de Crecimiento presentado por el gobierno de Lula y que implica grandes inversiones estatales en la construcción de hidroelétricas, puertos, carreteras e infraestructura para promover la exportación.
Este proyecto, denunció, “nos está preocupando porque los daños ambientales en el Amazonas. Con este programa las empresas transnacionales están entrando en la Amazonas para construir infraestructura para el mercado externo, puertos, aeropuertos, carreteras, hidroeléctricas” y ello, añadió, está afectando la soberanía alimentaria y la soberanía energética.
En ese sentido destacó la lucha contra el trasvase del río San Francisco en el nordeste del país. “El gobierno quiere transportar agua de esa zona donde llueve poco, a otra región para favorecer la producción de frutas para la exportación. Esto provocaría un impacto ambiental enorme”.
También informó sobre la lucha de resistencia contra la construcción de la mayor hidroeléctrica del Brasil en el río Madera, en una región del Amazonas, destinada a proporcionar energía a las empresas transnacionales. “Muchos ambientalistas, y pueblos indígenas están denunciando este proyecto que los afectará enormemente y que sólo beneficia a empresas trnsnacionales y bancos que están muy comprometidos en esa construcción” dijo Lourdes Vicente.
Luchar contra el capitalismo
La dirigente del MST fue también muy clara a la hora de definir los objetivos de su organización al cumplir 25 años de lucha por la reforma agraria. “Nosotros estamos planteando que no habrá reforma agraria en Brasil si no luchamos contra el capitalismo y las empresas transnacionales y contra el agronegocio en la agricultura. Ahora estamos enfrascados en la lucha contra esas empresas para poder avanzar en el proceso de reforma agraria, porque la tierra está cada vez más concentrada en pocas manos”, subrayó.
Para ello, el MST está promoviendo una alianza con varios sectores de la sociedad a través de la información y discusión sobre los dos proyectos de desarrollo agropecuario que existen en el país. “Tenemos la seguridad de que podemos avanzar si la sociedad asume como bandera de lucha, la soberanía alimentaria y energética. De allí que estamos construyendo alianzas con diferentes movimientos sociales del campo, en lo que denominamos la Vía Campesina de Brasil, y los movimientos sociales de las ciudades para discutir los impactos en las ciudades de la presencia de las empresas transnacionales en la agricultura”.
“Estamos desarrollando campañas para educar al pueblo brasileño, por ejemplo, sobre el alto precio de la energía eléctrica. La población paga cinco veces más caro la energía eléctrica que una empresa transnacional”.
Lourdes Vicente insistió en que “nuestra principal bandera de lucha continúa siendo la reforma agraria” aunque adivrtió que no se trata sólo de la distribución de tierra, “sino también en conformar condiciones para que los campesinos puedan permanecer en la tierra. No podemos pensar en el campo con atrasos históricos, sin condiciones mínimas para vivir”. En ese sentido destacó la importancia de los asentamientos como forma de desarrollo de un modelo productivo alternativo, y de educación de la población.
Recordó que con las ocupaciones de tierras y en los asentamientos, “los campesinos obtienen tierra para trabajar, producir alimentos de calidad, pueden educarse ellos y sus familias, reciben formación política y pueden elevar el nivel de consciencia, y además establecer un proceso organizativo y salir de la lógica de que otras personas hablan por ellos”. Enfatizó que a partir de los asentamientos se desarrollan nuevas formas democráticas de participación política.
“El asentamiento es el lugar de resistencia, donde se produce, se estudia, donde se convive colectivamente, mostrando que es posible un mundo diferente y con trabajadores viviendo en condiciones dignas en el campo”.
Finalmente planteó como otro objetivo el desarrollo de cooperativas, mercados locales entre campesinos para colocar sus productos, y con el objetivo de cambiar la matriz productiva, con la producción en pequeña escala, de forma diversificada, abarcando un mayor número de personas, y produciendo alimentos de calidad para dar de comer al pueblo.
*Barómetro Internaconal
(El Mercurio Digital, La Biodiversidad, 06/11/2008)