La UE sigue buscando fórmulas innovadoras que le ayuden a cumplir el ambicioso objetivo de consumir un 20% de energías renovables para 2020. Muchas son las opciones que baraja, pero una de ellas empieza a cobrar especial interés tras varios años en segundo plano: la energía eólica marina.
Basándose en el buen funcionamiento de los parques eólicos situados en las cosas de Dinamarca, Reino Unido, Holanda, Suecia y Alemania, y apoyándose en un estudio recientemente presentado por Greenpeace, Bruselas está considerando la posibilidad de promocionar el mar del Norte como el parque eólico marino del futuro. Lo que la Comisión Europea estudia concretamente es la creación de una instalación eólica gigante que integraría los parques eólicos actuales y otros nuevos, conectándolos todos mediante una gran red eléctrica.
Greenpeace defendió la puesta en marcha de este proyecto en un informe presentado a principios de este mes en Bruselas, en el que hablaba de la instalación de 10.000 aerogeneradores en el mar del Norte y de la conexión eléctrica de todos ellos, animando a la CE a apoyar su construcción. Según la organización ecologista este macroproyecto tendría una potencia 68.400 MW que podría abastecer a 70 millones de europeos en 2030.
Los costes de construcción de molinos de viento en el mar son siempre superiores a los de su instalación en tierra y, según las estimaciones de Greenpeace, el coste total de este plan sería de entre 15 y 20 mil millones de euros que los inversores recuperarán a través del comercio energético entre los países implicados en el proyecto. La línea eléctrica que conectaría a Noruega con Holanda, por ejemplo, tendría un coste de unos 600 millones de euros que permitirán en el futuro operaciones comerciales de cerca de 800.000 euros al día.
El sistema integraría las instalaciones de muy diferentes pero cercanos países, Reino Unido, Francia, Bélgica, Alemania, Holanda, Dinamarca y Noruega, lo que permitiría compensar el ritmo de actividad de unos parques con el de otros. En la zona, los altos rendimientos de unas áreas compensarían los de otras.
«La escasa producción de una instalación podría equilibrarse fácilmente con la mayor actividad de otro parque, aunque sea a 100 kilómetros de distancia», afirma la ecologista de Greenpeace Frauke Thies, que defiende el proyecto con visión de futuro y confiando en un plan «con sentido común desde el punto de vista económico y medioambiental».
El sector pesquero, preocupado
A pesar de seguir ostentando con honor el título de «energía limpia», la energía eólica no se ha librado de los detractores que la condenan por motivos de estética para el paisaje y por su impacto sobre el turismo o el patrimonio histórico. Son los mismos que ahora atacan el traslado al mar de los aerogeneradores alegando el empeoramiento del aspecto del litoral y de las playas. A ellos se han sumadoademás los reproches del sector pesquero, que teme sufrir las consecuencias del impacto medioambiental de la construcción de los parques.
Esta ha sido precisamente la gran causa que explica que España haya tardado tanto en asimilar esta forma de energía, siendo Cádiz una de las provincias más afectadas por la polémica, por tener un litoral muy favorable a este tipo de construcciones.
Y es que, de los 31 proyectos que se han presentado al ministerio de Fomento para la construcción de turbinas en el mar, 12 tienen como objetivo instalarse en aguas gaditanas. Iberdrola presentó el pasado mes de junio seis planes para la construcción de parques eólicos en aguas de Huelva y Cádiz con una potencia de aproximadamente de 498 MW.
Holanda, un mar de ventajas
Si energía eólica marina tiene una ventaja sobre la terrestre es la liberación de terrenos, cuya disponibilidad empieza a ser motivo de preocupación en casos como el de Holanda. Este pequeño país de 16 millones de personas tiene, además de una larga tradición en la explotación de la energía eólica y el uso de molinos de viento, la mayor densidad de población de toda la UE. De ahí que la salida al mar de los aerogeneradores se convierta en una de las soluciones para seguir aprovechando las ventajas energéticas del viento sin interrumpir el ritmo de crecimiento de pueblos y ciudades, y permitiendo que las llanuras holandesas sigan siendo el icono del país.
El pasado mes de junio, Holanda inauguró el mayor parque eólico marino del mundo. Construido a 23 kilómetros de su costa y a una profundidad marina que todavía no ha sido superada por ningún otro parque (de entre 19 y 24 metros), abastece a 125.000 hogares holandeses con energía renovable gracias a sus 435 GWh de potencia y evita la emisión a la atmósfera, según los datos de asociaciones ecologistas holandesas, de 225.000 toneladas de CO2 al año.
El ecologista de Ecocern, Ad van Wijk afirmó con motivo de la inauguración que Holanda se ha fijado el objetivo de sacar todo el potencial energético a su costa y construir un parque eólico marino al año. Holanda se prepara, además, para aprovechar en el futuro las otras formas de obtención energética que ofrece el mar más allá de la eólica. Ahí estará el futuro.
(Por Laura Villena, abc.es, Ecoticias, 14/09/2008)