Tras la reunión mantenida ayer entre la presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Carmen Martínez Ten, y el ministro de Industria, Miguel Sebastián, Greenpeace ha denunciado el interés en justificar la prolongación de la licencia de actividad de las centrales nucleares más allá de su vida útil, prevista en un máximo de 25 años cuando se construyeron. La organización ecologista considera que el verdadero objetivo de Martínez Ten y de Sebastían cuando hablan de seguridad es asegurarse que las nucleares continúen funcionando y alargar su vida útil durante diez años más.
Para Greenpeace, las medidas que el CSN ha anunciado que “tendrá en cuenta” a la hora de renovar las licencias de explotación de las centrales (1) entre 2009 y 2011 no inciden sobre las causas profundas de los numerosos incidentes que han alertado a la opinión pública. Las razones de estos sucesos no son otras que el envejecimiento de los reactores, los fallos propios de una tecnología intrínsecamente peligrosa y la cada vez menor Cultura de Seguridad de los operadores de centrales como consecuencia de la falta de competitividad de la energía nuclear en un mercado eléctrico liberalizado.
“La energía nuclear, además de peligrosa y sucia, ha demostrado no ser competitiva. Por ello, los propietarios de centrales tratan de maximizar beneficios a costa de reducir los márgenes de seguridad, lo que nos ha llevado a este rosario de incidentes y aumenta el riesgo de sufrir un accidente grave”, ha declarado Anna Rosa Martínez, portavoz de Greenpeace. “Ninguna de las medidas propuestas por el CSN aumentará la competitividad la energía nuclear”
Greenpeace recuerda a Miguel Sebastián que la vida útil máxima para la que fueron diseñadas las centrales nucleares es de 25 años. Por ello, y para cumplir el compromiso del Gobierno de cerrar las centrales nucleares (2), el ministro de Industria debería trabajar en un calendario de su cierre, y en una estrategia de desarrollo de las energías renovable.
La trayectoria histórica del CSN desaconseja, más si cabe, permitir que las centrales nucleares funcionen más allá de su vida útil. “La prometida nueva mano dura del CSN contrasta con su connivencia con las eléctricas en el pasado, que nos ha conducido a esta situación”, añade Martínez. “¿Quién nos asegura que cuando se hayan renovado las licencias no se se relajara de nuevo la presión, pero con un parque nuclear caducado?”
La urgencia de establecer el calendario de cierre para las centrales nucleares es apremiante, ya que la media de edad de todas las centrales españolas es de casi 25 años (su vida útil técnica) y todas presentan, en mayor o menor medida, problemas de envejecimiento. En especial, la central de Santa Mª de Garoña (Burgos), la más antigua en funcionamiento (inaugurada en 1971), sufre graves problemas de agrietamiento por corrosión en diversos componentes de la vasija del reactor, fundamentales para la seguridad. Además, su aportación eléctrica es marginal (menos del 1,3% del total) y está más que compensada por la producción procedente de las renovables.
Nota:
(1) Estas medidas incluyen la finalización de la implantación de las modificaciones derivadas de la rotura de tubería del sistema de servicios esenciales de la central nuclear de Vandellós-2, impuestas en 2005.
(2) El programa electoral del PSOE para las Elecciones Generales 2008 incluye el cierre progresivo de las nucleares y sustituir su aportación energética por “energías limpias, seguras y menos costosas”.
(Greenpeace, 04/09/2008)