La situación de los osos polares en el Ártico es preocupante: los expertos estiman que en la actualidad podría haber entre 20.000 y 25.000 ejemplares, de los que dos tercios podrían desaparecer a mediados de este siglo. El calentamiento global, la contaminación o la generalización de las extracciones de petróleo y gas son sus principales amenazas.
Después de tres años de trámites legales y burocráticos iniciados por el Centro para la Diversidad Biológica, el Gobierno estadounidense ha incluido en su Lista de Especies Amenazadas al oso polar. Según el director del programa de clima de dicho centro, Kassie Siegel, la decisión marca un hito sin precedentes, ya que de esta manera la Administración norteamericana reconoce los "brutales impactos del calentamiento global" y debería aumentar sus esfuerzos para conservar dicha especie, lo que significaría incluir una mayor protección del Ártico, especialmente para evitar la entrada de las compañías petroleras, o limitar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Sin embargo, los responsables gubernamentales de este país han argumentado que aunque se intentará mejorar su situación, ello no supondrá un cambio en las políticas de GEI ni la designación de nuevos hábitats protegidos. Y es que los intereses por extraer los recursos petrolíferos y mineros del Ártico no favorecen precisamente la conservación de este plantígrado. En este sentido, Estados Unidos (EE.UU.) permitía recientemente la explotación energética de una reserva que posee en el norte de Alaska, una región protegida hasta ahora frente a tales prácticas.
En cualquier caso, este reconocimiento es un claro exponente de que la situación del oso polar es preocupante. En 2006, la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN) incluía por primera vez al oso polar en su Lista Roja de especies amenazadas. Asimismo, sus responsables informaban de un estudio en el que las dos subpoblaciones mejor estudiadas, la del oeste de la Bahía de Hudson en Canadá y la del sur del mar de Beaufort (EE.UU. y Canadá), habían caído un 22% y un 17% respectivamente en las dos últimas décadas. Y apuntaban otras poblaciones que también disminuían, en concreto las de la Bahía Baffin, la de la cuenca Kane -compartida por Groenlandia y Canadá- y la de Bahía Noruega, en Canadá.
Principales amenazas
Diecinueve poblaciones de oso polar viven en las costas árticas e islas de los cinco países que rodean el Polo Norte: Estados Unidos (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia), Noruega y Rusia. Aunque se trata de grandes extensiones de territorio, lo cierto es que su hábitat cada vez es más reducido. El calentamiento global está afectando especialmente a los polos, y recientes estudios afirman que el Ártico podría quedarse sin hielo en 2030 o incluso antes. Los expertos de la UICN afirman que sin hielos permanentes, los osos polares se enfrentarán a serias dificultades en el futuro, pues dependen de este hielo marino para vivir, cazar y criar.
Por su parte, desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) explican que el retraso de las heladas hace que los osos polares pierdan reservas críticas de grasa, lo que afecta a la reproducción y a la capacidad de las hembras embarazadas de producir suficiente leche para sus cachorros. Los científicos ya han registrado una caída del 15% en la tasa de nacimientos.
Así, la escasez de alimento y la reducción de su hábitat podrían estar provocando comportamientos extremos en algunos ejemplares de esta especie. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Polar Biology detectaba prácticas caníbales en el norte de Alaska y Canadá, un hecho extremadamente raro, según sus responsables. Por otro lado, un oso polar llegaba recientemente a la costa norte de Islandia, tras atravesar 300 kilómetros que le separaban del sureste de Groenlandia, algo que no sucedía en 20 años.
Asimismo, la contaminación es otra de las graves amenazas para los osos polares. Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) aseguraba en 2004 que estos animales están siendo afectados por productos químicos tóxicos como PCB (policlorobifenilos) y pesticidas que habrían llegado arrastrados por vientos y corrientes desde los países al sur del Ártico. El informe hablaba también de alteración de los niveles hormonales, lo que podría llevar a problemas de reproducción y cambios de comportamiento.
Acuerdos internacionales de protección
Diversos acuerdos y organismos internacionales trabajan para proteger al oso polar. En 1973, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca, Noruega y la ex Yugoslavia firmaron el Acuerdo Internacional sobre la Conservación de los Osos Polares y de su Hábitat, que prohibía por ejemplo la caza desde aviones y barcos. En la parte más septentrional de Rusia, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) colabora con comunidades locales para proteger las zonas en las que vive este mamífero. Por su parte, la Convención de sobre el Comercio Internacional de Especies amenazadas de Fauna y Flora silvestres (CITES), ratificada por más de 150 países, prohíbe el comercio internacional del oso polar desde 1975.
(Ecoticias, 21/08/2008)