El ex presidente argentino, Carlos Saúl Menem, no es precisamente un modelo a seguir en materia de transparencia política. A pesar de eso, el ex mandatario no tuvo empacho en afirmar, tal vez con cierta envidia, que la mega represa hidroeléctrica binacional de Yacyretá representa un "monumento a la corrupción".
En las antípodas del pensamiento menemista, las organizaciones sociales que están participando en el IV Encuentro de la Red Latinoamericana de Afectados por Represas reiteraron anoche que los megaproyectos hidroeléctricos han estado "plagados de corrupción".
Además, representan un modelo energético que conduce al desplazamiento involuntario de millones de personas y a los desastres ambientales, según afirmó el dirigente argentino Rulo Bregagnolo, del grupo ecologista de la provincia de Misiones Cuña Pirú.
"Cambian los nombres de los megaproyectos, cambia la geografía, pero los impactos sociales son los mismos", señaló Bregagnolo al cierre de uno de los paneles del encuentro.
El activista también marcó una serie de coincidencias entre los conflictos ambientales originados por represas: muchos de ellos surgieron en procesos dictatoriales y continuaron en democracia; están financiados por las mismas entidades (Banco Mundial, BID, Fonplata); y sus defensores consideran que la naturaleza "es un obstáculo".
"Desde esa concepción, los ríos son vistos como generadores de divisas y no de vida", explicó. Por otra parte, Bregagnolo consideró que: "Muchas veces hablamos de los gobiernos como una cosa distante y lejana, cuando en realidad el gobierno es el Estado, y el Estado somos todos. Tenemos que luchar por conquistar espacios políticos".
La amenaza en Brasil
Soniamara Maraho, del Movimiento Afectados por las Represas, del Brasil, advierte que en su país existe la amenaza de construir 1.500 hidroeléctricas más, que se sumarán a las 2.000 ya existentes. “Si nos beneficiáramos y utilizáramos toda esa energía, podríamos iluminar cuatro planetas, pero ocurre que toda esa energía nuestra es para el de-senvolvimiento de los países del primer mundo, por eso estamos en el ojo del huracán”, advierte Maraho.
La experiencia más marcada en la historia de Brasil —a juicio de Soniamara— es lo ocurrido con la hidroeléctrica ‘Minas Gerais’ (sudeste), que afectó a más de 1.500 familias inundando por completo a la ciudad de Itueta, que fue necesario cambiarla de lugar geográfico.
Ello dejó una herencia histórica representada en problemas económicos, de contaminación, incluso, hasta problemas psicológicos en los afectados, a tal punto que algunas mujeres de la población optaron por prostituirse, sin contar con el desempleo, lo que alimenta la premisa de infelicidad causada por las hidroeléctricas, que precisamente planteó Hildebrando Vélez, del movimiento Amigos de la Tierra.
Otro caso que afecta indígenas colombianos
Leonor Zabaleta, de la Confederación Indígena Tayrona, en la Sierra Nevada de Santa Marta, denunció la manera como se vienen construyendo tres proyectos hidroeléctricos en esa subregión, sin consultar con las comunidades indígenas, contrario a las disposiciones que enmarcan las reglas de las comunidades étnicas en el mundo.
Citó empresas multipropósitos Los Besotes, en Valledupar; Río Ranchería, en La Guajira, que a su juicio afecta al territorio Wiwa; y el megaproyecto de Puerto Brisa, en Dibulla. “Ha existido una imposición agresiva para la construcción de los megaproyectos, hemos adelantado acciones pero no hay fallos de fondo en las cortes”, declaró.
(Redlar, Ecoportal, 30/07/2008)