La explosión de los precios de los alimentos alcanza dimensiones dramáticas y, según el Banco Mundial, ha condenado ya a cien millones de personas más a la extrema pobreza. Una de las causas de este aumento del hambre es la producción de agrocombustibles a partir de alimentos básicos en los países del Sur. Voces de Asia, África y Latinoamérica condenan en Berna esta práctica.
La conferencia "Los agrocombustibles agudizan el hambre" organizada por Swissaid (28.05), llamó la atención sobre la directa relación entre la producción de agrocarburantes, los exorbitantes precios de los comestibles y el daño ambiental. Mauricio García describió con ejemplos las consecuencias de la producción de agrocarburantes en una región del centro de Colombia: menos alimentos, más hambre, mayor daño ambiental y aumento de conflictos. Los campos en los que antes se producían alimentos, y los bosques tropicales que albergaban una rica biodiversidad se han transformado en gigantes monocultivos destinados a los productos base de los agrocombustible
Sin tierras ni soberanía alimentaria
García, coordinador de la campaña 'Semillas de identidad' de Swissaid en Colombia, refirió que en su país se destinan 192,000 hectáreas de caña de azúcar y 301.000 hectáreas de palma de aceite a la fabricación de agrocombustibles "En 2006, 800,000 hectáreas de tierra (18% del total nacional) se destinaron a la siembra de productos destinados a transformarse en agrocarburantes. Hasta el 2010 se ha planeado ampliar la superficie a 921,000 hectáreas", indicó.
Ello, a pesar de que en Colombia el conflicto por la propiedad de la tierra aún no se ha resuelto, casi el 70% de la población rural es pobre y más de 3 millones de habitantes del campo han sido desplazados violentamente, hecho que atribuyó a los políticos, los paramilitares y la guerrilla. Gras costos sociales y económicosGarcía indicó que un estudio de la organización campesina de Simití identificó 80 impactos ambientales, muchos de ellos irreversibles, en el cultivo masivo de la palma de aceite. "Se alteraron cursos de agua, se desecaron humedales, se contaminaron ríos y suelos con agroquímicos, se perdieron especies animales y vegetales".
También hubo costos sociales y económicos: pérdida de la propiedad comunal, de fuentes de trabajo de campesinos y pescadores, de soberanía y seguridad alimentaria. Por ejemplo, dijo, cada vez se cultiva menos arroz y yuca, los alimentos más importantes de la región. "Hemos perdido además muchos sistemas de producción, conocimientos tradicionales, hay escasez de leña para cocinar los alimentos y de madera para construir las casas, ha aumentado la desnutrición de la población, sobre todo infantil, y la emigración a los cinturones de pobreza de las grandes ciudades", concluyó García.
Ecuador, palma en vez de bosques tropicales
La situación es similar en Ecuador, donde a comienzos del 2007 el Ministerio de Agricultura anunció que 100.000 hectáreas de tierras cultivables se destinarían a la producción de caña de azúcar y de palma de aceite, para fabricar agrocarburantes. Entretanto, sólo en el noroeste del país, se han destruído los bosques tropicales que quedaban en la zona para dar paso a plantaciones de palma, lo que significa una amenaza seria para la población Awá y las comunidades afroecuatorianas de la región, según Swissaid.
Caroline Morel, directora de esta organización, apuntó que no se puede ignorar los informes sobre desalojos violentos de comunidades indígenas y condiciones de trabajo esclavistas en la producción de agrocarburantes. Tampoco se puede soslayar que la explosión del precio de los alimentos está agravando la hambruna ya existente, prosiguió. "A los 860 millones de personas hambrientas se han sumado 100 millones más. Estamos ante una nueva 'era del hambre' y uno se plantea si en las escasas tierras de cultivo se va a producir maíz o cereales destinados sólo a llenar los tanques de los autos. Es una cuestión ética".
'Biocombustibles' no tienen nada de biológicos
Los agrocombustibles son presentados como opción ante las consecuencias del cambio climático y los altos precios del petróleo. Sin embargo, varios estudios han determinado que su producción implica destrucción de bosques tropicales y contaminación del agua y el suelo por el uso masivo de pesticidas", agregó Morel. Detrás de la ilusión de carburantes que no causan impacto ambiental negativo está la industria automobilística, petrolera y agraria, criticó la representante de esta organización que este año lleva adelante la campaña 'El hambre no es una fatalidad'.
Y añadió: Los países industrializados, sobre todo los Estados Unidos y la Unión Europea, esperan menor dependencia del petróleo y una reducción de sus emisiones de CO2 en el transporte. Por ello, con medidas políticas como cuotas añadidas obligatorias, subvenciones y liberación de impuestos promueven una demanda creciente de agrocarburantes.
La responsabilidad de Suiza
Ante la estrecha relación entre aumento del hambre y producción de agrocombustibles, Swissaid reclama al gobierno suizo distanciarse de las subvenciones indirectas a la importación de agrocombustibles, y a corregir la ley de minerales, que libera de impuestos a este producto.
Esta organización también insta a Suiza a apoyar una moratoria internacional de la producción industrial de agrocarburantes, tal como ya lo exigió Jean Ziegler, ex relator especial por el derecho a la alimentación de la ONU. Además, demanda a Suiza encontrar alternativas contra el calentamiento climático, desarrollar políticas energéticas que lleven a una real reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero y aplicar los principios de la soberanía alimentaria, en la política agraria suiza y en las políticas de comercio y de cooperación.
(Swissinfo, La Biodiversidad, 05/06/2008)