Greenpeace denunció hoy en Machu Pichu el impacto que generará en la región la producción a gran escala de biocombustibles orientada a abastecer el mercado internacional. En el marco de la Cumbre de Presidentes de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, Greenpeace instó a los gobiernos a adoptar estrictos criterios de sustentabilidad en la producción de biocombustibles.
En anticipación a la V Cumbre de America Latina, el Caribe y la Unión Europea (V ALC-UE) que se desarrollará a partir de mañana en Lima, Perú, Greenpeace denunció el peligro que la producción a gran escala de biocombustibles entraña para la región. Con un cartel gigante con la leyenda “Peligro: Biocombustibles. Salvemos los bosques para salvar el clima”, desplegado en las ruinas de Machu Picchu, la organización ambientalista señaló el impacto que los biocombustibles tendrán sobre los bosques nativos de America Latina y en el aumento de los precios de los alimentos.
“La producción de biocombustibles está siendo impulsada por los gobiernos de los países industrializados como una “solución rápida” para el problema de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), pero lo que están generando son más problemas que soluciones. Si lo que realmente queremos es proteger el clima, necesitamos proteger los últimos bosques nativos que quedan”, señaló María Eugenia Testa, de la Unidad Política de Greenpeace Argentina.
La acción de Greenpeace en las ruinas de Machu Pichu fue realizada por un grupo de activistas integrado por ciudadanos chilenos, argentinos, colombianos, australianos y alemanes. La policía peruana demoró a tres activistas luego de que realizaran la acción de despliegue del cartel sobre las ruinas.
A pesar de las advertencias de investigaciones científicas y de las denuncias de importantes organismos internacionales acerca de la clara amenaza que los biocombustibles representan para los bosques y para la seguridad alimentaria, muchos gobiernos de la unión Europea y América Latina siguen impulsando y promoviendo la producción a gran escala de biocombustibles. “Los patrones de producción de biocombustibles hoy día están poniendo en peligro la subsistencia de las poblaciones más pobres del mundo al influir sobre los precios de los alimentos”, sentenció Testa.
“Por otro lado, la extensión de cultivos tales como el maíz, la soja, la colza o la caña de azúcar, destinados a la producción de biocombustibles, influye también en las tierras agrícolas disponibles y provocando la destrucción, directa e indirecta, de ecosistemas naturales, como las selvas y bosques tropicales”, afirmó.
La reglamentación europea estipula un corte obligatorio de los combustibles usados en el transporte con un 5,75% de biocombustibles para el 2010 y del 20% para el 2020.
“Europa ha establecido un corte que excede su capacidad de producción, por lo que se procura que los países de América Latina se conviertan en proveedores dentro del mercado internacional, poniendo en peligro su patrimonio natural” sostuvo Juan Carlos Villalonga, Director Político de Greenpeace Argentina. “Por eso, hoy es imprescindible que los presidentes reunidos en Lima establezcan criterios comunes para ambas regiones de sostenibilidad a la hora de producir biocombustibles.”
Mediante un documento acerca de los criterios que deben aplicarse en el uso de la bioenergía, la organización ambientalista pide a los líderes reunidos en Lima que se reconozca la necesidad de adoptar criterios de sustentabilidad para la producción de biocombustibles. Esta tarea incluye: lograr una reducción positiva y considerable de los gases de efecto invernadero (GEI) de al menos 60%; no degradar directa o indirectamente bosques naturales ni otros ecosistemas y no amenazar la seguridad alimentaria local, en especial la de los países en vías de desarrollo entre otros.
En la actualidad, la deforestación a nivel mundial sigue aumentando a una tasa alarmante: desaparecen más de 13 millones de hectáreas al año. La región de América Latina y el caribe aún dispone de abundantes recursos forestales pero alcanza uno de los niveles de deforestación más preocupantes: de 1990 a 2005 perdió alrededor de 64 millones de hectáreas de bosques.
(Greenpeace Argentina, Eco Portal, 16/05/2008)