La imagen muestra una ciudad en las colinas y sólo un pequeño pedazo de bosque que permanece en una montaña de Cáucaso, Georgia. Todas las otras áreas han sido deforestadas por la gente. Los Pirineos y los Alpes son, entre trece cordilleras estudiadas, las más afectadas por la presión humana, fenómeno que dificulta la investigación científica para conocer las causas de la biodiversidad en las montañas, según un estudio del CSIC elaborado en colaboración con la Universidad de Copenhague.
"Los humanos, al impactar con más intensidad en las zonas bajas de las montañas, han forzado a los científicos a estudiar sólo las zonas más naturales de estos hábitats, lo que ha inducido a notables errores en muchos estudios", afirma el investigador del CSIC David Nogués-Bravo, uno de los coautores del trabajo, que se publica esta semana en la revista 'Nature'.
Entre las cadenas montañosas analizadas las de Papúa Nueva Guinea, cubiertas por selvas tropicales frondosas, son las que menos han sufrido la acción del hombre. "Esto permite que se sigan encontrando nuevas especies de vertebrados cada año en ese lugar" explica el investigador. Se han propuesto varias hipótesis para explicar cómo cambia el número de especies desde las zonas más bajas hasta la cumbre, aunque no se ha llegado a un acuerdo.
"Por mucho tiempo ha existido una discusión científica para listar los diversos factores biológicos que permiten explicar por qué hay más riqueza en una zonas de las montañas que en otras, pero nunca se había llegado a un consenso", afirma Nogués-Bravo, "lo que procuramos con el estudio es lograr una estandarización de los procesos", añade.
"Al impactar con más intensidad en las zonas bajas de las montañas, los humanos han forzado a los científicos a estudiar sólo las zonas más naturales de estos hábitats, lo que ha inducido a error en muchos estudios" explica Nogués-Bravo. Dos hipótesis han sido las más comunes para explicar el cambio del número de especies en las partes más bajas y altas de las montañas.
"Uno de los patrones generales es un descenso del número de especies desde las zonas más bajas hacia las más altas de las montañas. El segundo de los patrones muestra un mayor número de especies en altitudes intermedias, y menos especies en las zonas más bajas y las más altas", señala Miguel Araújo, otro de los autores de la investigación.
'Laboratorios naturales'
Sin embargo, la significación biológica de los dos patrones explicativos está "en duda" porque de los 460 artículos sobre este tema analizados en el estudio, sólo 12 habían sido desarrollados en gradientes altitudinales completos y en cordilleras escasamente impactadas por la acción del hombre.
Para obtener los resultados también fue necesario utilizar las bases de datos del Herbario JACA, que confecciona el Instituto Pirenaico de Ecología. Además, para analizar el impacto humano en estos lugares, han empleado el estudio internacional 'Human Footprint' ('Huella Humana').
Los científicos han tenido en cuenta para el estudio cordilleras como las Rocosas de Sierra Madre en México, los Andes, el Cáucaso, el Himalaya, Tierras Altas de Etiopía, las Montañas Mitumba en África y las Montañas de África Oriental. No obstante, los científicos han aclarado que el objetivo del estudio no era establecer un ránking de montañas por la presión humana.
Entre otras conclusiones, el equipo apunta que la intensa transformación que han sufrido los hábitats de montaña por la presencia del hombre ha reducido de forma "muy significativa" el papel de éstas como 'laboratorios naturales' para conocer las causas biológicas de la distribución de la diversidad de las especies.
(El Mundo, 08/05/2008)