La política sobre los biocarburantes en la Unión Europea, con la exigencia de que éstos superen en 2010 el 5 por ciento del combustible para el transporte, va por delante de la ciencia. Los científicos, según indica el principal asesor medioambiental del Gobierno británico, aún no han podido determinar si la generalización de los biocarburantes supone una ventaja o en realidad la extensión de cultivos para su producción generaría más emisiones de dióxido de carbono de las que se quieren evitar con su uso.
Robert Watson, que ocupa el puesto de «científico medioambiental jefe» de la Administración británica, ha pedido al Gobierno de Gordon Brown una moratoria en la aplicación de las normativas que regulan la obligación de utilizar cada vez más biocarburantes, y que responden a la política comunitaria conocida como Obligación de Combustibles Renovables para el Transporte.
Con él se han alineado los principales grupos ecologistas, desde Oxfam a Greenpeace, que han escrito al Ministerio de Transportes británico que posponga la entrada en vigor el próximo 1 de abril de la exigencia de que el 2,5 por ciento de los combustibles usados en el transporte en el Reino Unido tenga origen biológico. Esas organizaciones reclaman que se espere a los resultados de nuevas investigaciones sobre el particular.
Extensión de cultivos
Aunque el término biocarburante hace referencia a cualquier carburante que se produzca a partir de materia viva o derivada de ella, como puede ser el caso de la madera o el excremento de animales (biogás o metano), normalmente se aplica al etanol o el diésel hecho a partir de cultivos como el maíz, la caña de azúcar y la colza. El bioetanol, que es un alcohol, es normalmente mezclado con petróleo, mientras que el biodiésel se suele usar solo o en mezcla. El primero es producido a través de un proceso de fermentación, como el que se sigue con el vino o la cerveza; el segundo se consigue a través de una variedad de procesos químicos.
El comisario europeo de Medio Ambiente, Stavros Dimas, ha precisado que la meta del 5 por ciento para 2010 sólo se mantendrá si se demuestra que los biocarburantes tienen una producción sostenible. Pero aún es imposible determinar si cualquiera de los biocarburantes son o no sostenibles, pues normalmente son usados en mezcla en el mercado mundial y no se puede determinar sus orígenes, como han precisado diversos científicos a la BBC.
Algunos de ellos creen que ciertos carburantes, particularmente el etanol obtenido de caña de azúcar, podría ser sostenible. Pero recientes artículos científicos publicados en Estados Unidos han advertido de que al arar la tierra para extender las plantaciones de maíz, soja o caña de azúcar se libera al menos tanto carbono como el que se pretende evitar con los biocarburantes. Otro temor, además, es el impacto que su generalización podría tener en el precio de los alimentos.
Liberación de carbono
El profesor Robert Watson estima que algunos cálculos sobre el carbono que libera la tierra son controvertidos, pero admite que este punto es de especial preocupación a la hora de dar o no finalmente el visto bueno a la aplicación de la política comunitaria.
La producción de etanol se ha multiplicado por dos entre el año 2000 y 2005 en todo el mundo, mientras que la del biodiésel se ha cuadruplicado. Brasil lidera tanto la producción mundial como el uso de los biocarburantes, llegando a generar alrededor de 16.000 millones de litros por año de etanol procedente de caña de azúcar. La meta del 5 por ciento establecida por la UE para 2010 queda por debajo del propósito de Estados Unidos de haber doblado el uso de biocarburantes hacia 2012. El Gobierno norteamericano ha favorecido con subvenciones la plantación de grandes extensiones de maíz para la generación de estos combustibles alternativos.
Por otra parte, el 60 por ciento de los coches de nueva fabricación en todo el mundo pueden circular con combustible que contenga hasta un 85 por ciento de etanol.
(Por EMILI J. BLASCO, ABC, 25/03/2008)