Unas doscientas personas indígenas de todas las edades se desplazaron la semana pasada (27 de febrero) desde sus territorios montañosos de Talamanca y otras partes del país, hasta el centro político de San José. Vinieron para exigir que sus derechos sean respetados, y para denunciar la abierta discriminación de que siguen siendo objeto por parte del gobierno, de la Asamblea Legislativa y del Poder Judicial en la presente coyuntura del TLC y las leyes de implementación.
A lo largo de 48 horas, mujeres y hombres indígenas dialogaron con los costarricenses de la calle, hicieron oir su voz dentro del recinto de la Asamblea Legislativa, pronunciaron discursos frente a la Sala Cuarta Constitucional, entregaron su pliego de peticiones, explicaron sus razones a la prensa y corearon consignas recordando la gesta histórica de Pablo Presbere.
Los y las representantes indígenas exigieron que sus derechos a cultivar la tierra, a sembrar sus propias semillas, a practicar su medicina tradicional y sobre todo, a definir ellos mismos el modelo de desarrollo para sus territorios, sean respetados. Desafiaron al Estado explicando y recordando a los costarricenses, que Costa Rica se ha comprometido con la comunidad internacional a respetar esos derechos y a evitar por todos los medios posibles su discriminación.
Denunciaron que en esta campaña a favor del TLC, el gobierno, la Asamblea y el Poder Judicial han desconocido y deshonrado la ratificación del Convenio OIT-169, vigente desde 1993, y también la reciente Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, votada a favor el pasado setiembre por el representante de Costa Rica en ese foro mundial.
El pliego de peticiones indígenas recuerda al lector que la Constitución Política de Costa Rica, en su artículo 7, coloca a los convenios internacionales por encima de las leyes y que el gobierno ha violado los artículos 6 y 7 del C. 169, que definen su derecho a ser consultados sobre proyectos que les afecten y a definir cómo quieren organizar su futuro.
Insistieron en que el modelo de desarrollo definido por el TLC y sus leyes de implementación contradicen la cultura y cosmovisión indígenas: “La ley de la UPOV es incompatible con el origen mismo de nuestra cultura. Sibü nos creó a partir de la semilla, como un símbolo de lo que es la vida misma. ¿Cómo alguien puede apropiarse de la vida?”
Una líder indígena, Victoria González Céspedes, partera tradicional Brunca de la comunidad de Boruca, expresó que “nosotros los indígenas somos los dueños de esas farmacias antiguas; no tenemos ambición, no queremos patentar las medicinas que siempre han sido de todos. Todos somos semilla, la vida está en las semillas. ¿Cómo podemos patentar esa vida?”.
Matilda Fernández Morales, mujer indígena Bribri, de Sepecue en Talamanca, dijo: “Vinimos a San José porque nos sentimos defraudadas y tristes porque las medicinas y semillas van a ser patentadas. Vinimos porque no queremos el TLC, porque nadie nos consultó a nosotros. Nosotras las mujeres indígenas valemos igual que los hombres y estamos todos acostumbrados a estar libres. El TLC nos va a quitar esa libertad. Nosotros respetamos, no vamos a ningún otro país a patentar cosas, ¿por qué quieren venir donde nosotros y obligarnos?”
Maritzel Bejarano, mujer Ngobe (Guaymí) de Tamarindo de Laurel, en el sur del país, indicó: “Si el TLC llega a Tamarindo ya nosotros no vamos a poder vender cosechas de nuestras propias semillas, siendo que la tierra y las semillas son nuestras y que somos sus dueños legítimos. Nadie tiene derecho a quitarnos lo que siempre ha sido de nosotros”.
Las tres mujeres coincidieron en que esta lucha indígena va a continuar el tiempo que sea necesario, que no van a dar marcha atrás, que ya han pasado más de quinientos años y que todavía los pueblos indígenas no se cansan de luchar. Otras frases resonaron también en los discursos indígenas de esa tarde calurosa: “Día que viene y día que va, tenemos que estar de pie”; “Quieren que los oigamos, pero no nos quieren escuchar”; “Somos semillas, somos indígenas de un solo árbol, de una sola rama, de una sola flor…”
En el crepúsculo del jueves 28 de febrero, los indígenas, después de compartir amistosa y dignamente su cultura y las razones de su lucha, levantaron su campamento, recogieron enseres y colchones, arroparon a sus niños y abordaron los buses de regreso. Pocas horas después el proyecto de ley de la UPOV era aprobado en segundo debate por 30 diputados pro-TLC y convertido en nueva Ley de la República, según informó la prensa al día siguiente.
Si el pasado referéndum fuera interpretado como “consulta” en los territorios indígenas, el gobierno y los otros poderes ya saben que el “sí” al TLC solo logró un 10% del total de votos. Un incontestable y rotundo 90% de los habitantes de los territorios indígenas dijo “no” al TLC, según explicaron los denunciantes. Los indígenas prometieron evidenciar el atropello de sus derechos en las instancias internacionales y seguir luchando “por la vida y por la tierra”.
(La Biodiversidad, 11/03/2008)