El desarrollo forestal en Chile está marcado por una gran desigualdad en la distribución de la riqueza monetaria generada por esta industria. Las grandes utilidades que son subvencionadas por todos los chilenos y chilenas llevan a los grupos económicos dueños de estas empresas a generar grandes riquezas que dejan a la población mirando como se menosprecian sus esfuerzos y recursos sin recibir a cambio beneficios reales de esta actividad
Los daños económicos producidos por los desastres ambientales son asumidos por los afectados (en Río Mataquito, Río Cruces en Valdivia, por pérdida de agua en zonas netamente forestales, etc.). Por su lado, el Estado y la empresa hacen oídos sordos a los daños que provocan sus plantaciones de pinos y eucaliptos en comunidades aledañas, mayoritariamente mapuche.
Las condiciones del trabajo forestal, junto con sus trabajadores, se mantienen ocultos a la opinión pública e invisibles ante la comunidad, sin que puedan tener acceso a ellos los medios de comunicación, que podrían reflejar las múltiples dificultades que afrontan tanto en el terreno laboral como de salud física y sicológica. La diferencia de los trabajadores de otros sectores, como la minería al igual que los transportistas comerciantes, es que éstos tienen una capacidad de exposición y conocimiento de los problemas mayor porque generalmente se encuentran en zonas urbanas o pobladas y los medios de comunicación difunden estos asuntos mucho más seguido por su cercanía a la noticia. En cambio, el trabajo forestal generalmente transcurre en zonas alejadas y de difícil acceso y además restringidas por tratarse de predios forestales privados. A eso se suma la escasa capacidad organizativa de los trabajadores, por pertenecer a pequeños empresarios contratistas y sub contratistas.
La pérdida de acceso a los bienes naturales afectados por las plantaciones forestales, como el agua, que cada día se hace más escasa alrededor de las plantaciones, es motivo del éxodo de campesinos y mapuches pobres a las ciudades. Los recién llegados generalmente se suman a los cordones de pobreza y a los diferentes servicios de asistencia social.
Por otro lado, los daños millonarios de carreteras y puentes que provoca el tránsito pesado de la cantidad de camiones que acarrean madera, recaen directamente sobre los pequeños productores hortícolas. Éstos, impedidos en esas circunstancias de llevar sus productos a los centros de consumo, muchas veces los terminan perdiendo. Resulta así que los costos no los asumen las empresas sino toda la población chilena que somos quienes aportamos los dineros para pagar las reparaciones de los pavimentos dañados.
Los sueldos de los trabajadores forestales se pagan por producción o rendimiento, medido en metros cúbicos. Suele ocurrir que se alteran las cifras, disminuyéndolas. Se trata de un mecanismo que utilizan algunas Emsefor (Empresas de Servicios Forestales) para manipular la información que dan a los trabajadores de los sueldos a pagar.
No hay una información cabal del total de accidentes laborales porque los accidentes menores (golpes, esguinces, heridas que no requieran una atención mayor) son frecuentes y se tratan fuera del sistema oficial, casi siempre en clínicas privadas o médicos particulares, sin informarlos. Con ello evitan aumentar los índices de accidentes laborales, lo cual aumenta los costos de los seguros.
El régimen de trabajo que mantiene a los jefes del hogar 12 días fuera de sus casas y luego les da 3 de descanso, no facilita una convivencia familiar saludable y altera el mantenimiento de hogares bien constituidos.
El contacto con plantaciones recién fumigadas con plaguicidas, herbicidas y funguicidas, entre otros, y la poca preocupación de la empresa por realizar regularmente exámenes de salud, no permiten que estos trabajadores reciban la debida información de los riegos a los cuales se exponen.
La prueba más clara de las repercusiones de este modelo de desarrollo está en los altos índices de pobreza y bajo desarrollo humano en las regiones mayoritariamente dedicadas al trabajo forestal, como son la octava región y la provincia de Malleco de la novena región en Chile.
Claro que el modelo forestal produce riqueza, y en abundancia, pero la pregunta es qué tipo de riqueza y cuánta de esa va en beneficio de los relacionados a su generación (trabajadores forestales como motoserristas, estroberos, despicadores, jefes de faenas, operadores, transportistas, mecánicos, etc.) y cuánta solo engrosa las arcas de grupos económicos inescrupulosos que se ven beneficiados de que todos los chilenos carguemos con los costos negativos de esta industria.
No cabe duda de que se generan más pobres que los que salen de esta calificación gracias al trabajo forestal. La excusa frecuentemente utilizada por los gobernantes y las empresas para promover el modelo forestal en las regiones más pobres de Chile es la creación de empleo y por lo tanto absorción de mano de obra. Sin embargo los hechos demuestran lo contrario ya que por causa de la industria forestal se han perdido empleos independientes, bien pagados, con trabajadores que se esfuerzan pero obtienen una recompensa suficiente y son libres, y además sin provocar grandes impactos en el medio ambiente, como los empleos que genera la pesca artesanal, el turismo y la agricultura. A cambio se han generado empleos mal pagados, esclavizantes, riesgosos, que además generan grandes impactos en el medio ambiente.
¿Qué tipo de empleos queremos? ¿Qué tipo de empleo quieren nuestros gobernantes? Al parecer a estos últimos no les importa mientras ellos conserven los suyos.
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La Biodiversidad/Boletín Mensual del Movimiento Mundial por los Bosques, dezembro de 2007)