Los biocombustibles (carburantes procedentes de cultivos energéticos usados como biodiésel o bioetanol) que se pongan en el mercado en la UE a partir del 2010 deberán tener un sello ecológico que garantice que su obtención no se hace con cultivos o plantaciones que comportan la deforestación de bosques de gran interés natural. Así lo recogerá una nueva directiva de la UE para fomentar las energías renovables. Con ella, la Comisión Europa pretende, entre otros objetivos, hacer frente a las críticas que están recibiendo en los últimos tiempos el descontrol sobre los biocombustibles, detrás del cual está la mano de multinacionales que talan y deforestan en Indonesia o en Sudamérica para plantar palma y otros agrocombustibles.

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En Indonesia, por ejemplo, se está produciendo actualmente una velocísima sustitución de bosques primarios tropicales y turberas, de gran valor ecológico, por plantaciones de palma, un árbol con cuyo fruto se fabrica biodiésel. El fenómeno puede destruir en pocos años una selva única. El problema es que la UE prevé que en un futuro inmediato se producirán grandes importaciones de este producto para cumplir sus planes para introducir combustibles más limpios (con menos emisiones de CO ) para 2 ir desterrando la gasolina y el gasóleo en cumplimiento del protocolo de Kioto.

La nueva directiva sobre energías renovables de la UE mantendrá los mismos objetivos actuales sobre fomento de estas fuentes limpias (lograr un 10% de biocombustibles en el 2020, y conseguir que en esa misma fecha el 20% de la energía primaria se produzca con fuentes limpias, como solar, eólica o biomasa). Sin embargo, buscará perfeccionar los actuales instrumentos, de forma que "hará una directiva a escala europea para exigir un certificado de origen de los biocombustibles, para que se tenga en cuenta el ciclo de vida de estos nuevos carburantes para evitar que proceda de un proceso de deforestación de áreas forestales valiosas", según avanzó la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, durante una visita al parque nacional Gunung Leuser, al norte de Sumatra, en Indonesia, donde se vive con especial intensidad este problema. Se trata de evitar que "bajo el pretexto de producir carburantes que no generan CO se destruyan 2 precisamente bosques que son grandes sumideros" que recogen el CO de la atmósfera, agregó la 2 ministra.

La intención de la UE es elaborar esta nueva directiva en el año 2008, dar trámite a los debates en el Parlamento Europeo el año próximo y aprobarla de forma definitiva en el 2010. El sello ecológico haría surgir algo parecido a los que ya existen para certificar madera procedente de un bosque duradero, aunque sería obligatorio, agregó la ministra a La Vanguardia.

Los biocombustibles representan una cuota muy pequeña del carburante consumido; sin embargo, estos agrocombustibles pueden causar fuertes impactos, pues la UE requerirá pronto superficies de cultivos energéticos tan importantes que no podrán ser cubiertas en su propio territorio. Y es ahí donde se abre la puerta a importaciones que pueden hacer agravar la deforestación en Indonesia, Brasil o Paraguay.

Al norte de Sumatra, por ejemplo, miles de hectáreas dedicadas a la palma desmitifican lo que alguien espera encontrar en un bosque tropical, pues junto a la carrera de Medan se extiende un paisaje uniforme de hileras inacabables de esbeltos árboles (parecidos a la palmera) perfectamente alineados y dispuestos para que se les extraiga el oro verde. Camiones con una carga inestable transportan los enormes racimos del fruto en una carretera insegura, convertida en escaparate para los curiosos y ociosos habitantes que se sientan en el porche viendo pasar el tiempo en una zona empobrecida tras el tsunami. "El Gobierno indonesio está prohibiendo las plantaciones de palma ilegales, pero no tiene fuerza ni llega a todas partes", dice Arantzazu Acha, una técnica de la Unesco en Yakarta que intenta concienciar a las población local de los beneficios de conservar el patrimonio del parque natural Gunung Leuser, reserva de la biosfera de la Unesco y santuario de dos tercios de los últimos orangutanes de Sumatra.

LasONG de diversos países productores de agrocombustibles (soja de Argentina y Brasil, o de palma de Indonesia y Malasia) vienen denunciando los estragos de la actual agricultura industrial y los cultivos energéticos, pues comportan deforestación, un monocultivo de plantaciones que destruye la biodiversidad o contaminación de las aguas, entre otros efectos.

Los biocombustibles están bendecidos por los científicos del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU para reducir las emisiones de los gases que calientan la Tierra. Sin embargo, otros estudios de la ONU han advertido de los riesgos de una expansión sin control sobre la base de un modelo agrario injusto. Las reservas y cautelas son compartidas en España por Veterinarios sin Fronteras. En Indonesia, los planes para desarrollar los biocarburantes, vinculados a la política europea, prevén multiplicar por 43 la producción de aceite de palma, lo que destruirá 20 millones de hectáreas de bosque tropical, según esta organización.

(La Vanguardia, Ecotícias, 11/12/2007)