Sin ningún avance, la Argentina y Uruguay agotaron ayer en Nueva York su segunda ronda de diálogo de alto nivel político auspiciado por la Corona española, en el penoso conflicto por las papeleras. El resultado no sorprendió a nadie en este día de templado otoño en la ciudad: como anticipó Clarín el viernes mediante un diálogo con el presidente Néstor Kirchner, la Argentina acudió a Nueva York ya sin expectativas de una solución negociada y con la convicción de que el conflicto sólo encontrará algún tipo de salida en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
El saldo, ayer, en la voz de una calificada fuente de la delegación argentina: "No es secreto: tenemos dificultades. Los dos países nos mantuvimos en nuestras posiciones y no vislumbramos ningún punto de salida". No había concluido aún el encuentro cuando transcendió aquí que Kirchner convocó para mañana al gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti, y a su sucesor electo, Sergio Uribarri, más el intendente de Gualeguaychú, Daniel Irigoyen, y el electo Juan José Bahillo, para transmitirles la posición oficial del Gobierno en esta instancia del conflicto.
El Presidente salió a tomar las cosas por sí mismo después de haber admitido como un hecho el rechazo de Uruguay a contemplar una relocalización de la planta de Botnia. "La planta está ahí -había dicho el Presidente en un diálogo informal con este diario- y no hay nada que hacer. Para mí se va a resolver en La Haya: hay que acatar el fallo que sea y se terminó", completó.
La Asamblea Ambiental del Gualeguaychú se declaró virtualmente en emergencia cuando Kirchner puso el conflicto blanco sobre negro. Los asambleístas concentraron su reclamo sobre el Presidente -lo acusaron de "traición"- y radicalizaron la protesta: cortarán hoy la ruta nacional 14, la principal vía del Mercosur con un tráfico de unos 7.000 autos diarios.
Una larga fila de voces del oficialismo salió en las últimas horas a ratificar el compromiso del Gobierno con la causa ambientalista. Las fuentes a las que accedió este diario también lo hicieron: "En nada ha variado la posición del Gobierno. Seguimos reclamando en La Haya y lamentamos profundamente que se haya confundido a qué veníamos", dijo, por las versiones surgidas desde Uruguay de que se estaba a las puertas de un acuerdo.
Fueron más de tres horas a puertas cerradas en la residencia del jefe de la misión española ante las Naciones Unidas, Juan Antonio Yáñez Barnuevo, en la calle 72 y la 5ta. Avenida, donde la ciudad es propiedad de los ricos, a metros del Central Park.
Participaron los representantes políticos de ambos países: por Argentina, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el canciller Jorge Taiana; por Uruguay, el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, y el canciller Reinaldo Gargano. Los acompañaron sus equipos técnicos y también el canciller de España, Miguel Angel Moratinos.
El embajador Yáñez Barnuevo fue único vocero del encuentro, sobre el que advirtió en una rueda con periodistas argentinos y uruguayos: "No esperen grandes avances. Subsisten una serie de diferencias entre las partes y hay que ir encontrando la manera de ir enfrentándolas".
Las declaraciones de Yáñez Barnuevo contrastan con el resultado alcanzado en mayo pasado tras el diálogo en Madrid, coronado entre flashes y apretones de manos. Entonces las partes mostraron verdadera voluntad negociadora en torno a las dos cuestiones sensibles del conflicto: la relocalización de la planta de Botnia, que ha sido la principal exigencia argentina, y la liberación de los pasos fronterizos en Entre Ríos, la de Uruguay.
Medido desde entonces, la negociación no sólo no ha avanzado sino que ha retrocedido. Argentina y Uruguay acaban de promover una nueva instancia de presentaciones judiciales ante La Haya y la aspiración de la Corona se ha limitado apenas a que permanezca abierto el canal de diálogo entre los dos países.
El mediador español dio a entender en qué punto estamos uno y otro país: lejos. "Mientras los dos países acordaron una nueva fase de procedimiento jurídico en La Haya, hay muchas cosas que se pueden hacer para evitar que este problema envenene las relaciones", dijo este diplomático que muestra modos suaves y la paciencia de Job ante las diferencias entre los negociadores argentinos y uruguayos.
Gualeguaychú amenaza salirse de control, Uruguay persiste en su política de hechos consumados y el Gobierno sólo mira hacia la Corte de La Haya. Nada se logró para satisfacer la visita del rey Juan Carlos a la región, en noviembre, para la Cumbre Iberoamericana de Santiago. Ni siquiera ese objetivo tan pequeño.
(Por Walter Curia, Clarin, 30/09/2007)