Así lo aseguró el experto Stephen Green durante las Jornadas Argentino-Británicas sobre Cambio Climático que se llevan a cabo en Buenos Aires. Señaló que los hogares generan el 25 % de las emisiones de dióxido de carbono a nivel global, y que pequeños ahorros de energía permitirán un gran beneficio para el medio ambiente. También resaltó la necesidad de invertir para combatir el calentamiento del planeta.
Buenos Aires se despertó esta mañana un poco más ecológica. Unas 150 personas se reunieron hoy en el barrio de Recoleta para asistir a las Jornadas Argentino-Británicas sobre Cambio Climático que se están llevando a cabo en la Embajada Británica. Allí, escucharon las palabras de Stephen Green, uno de los especialistas que intervino en la elaboración del Informe Stern, una investigación llevada a cabo en Inglaterra para determinar los costos económicos del calentamiento global y que ha impulsado un proyecto de ley para mejorar la situación en ese país.
Green, a quien iEco.com.ar entrevistó en exclusiva, comenzó su disertación alertando que si no se hace nada, los costos económicos del cambio climático serán devastadores y no sólo a nivel ecológico. "Ustedes han visto las inundaciones que tuvimos este año", soltó y trajo a la mente de todos los presentes las imágenes de pueblos ingleses enteros bajo el agua y las pérdidas millonarias. "Es más caro no hacer nada que hacerlo", señaló y explicó que las inversiones necesarias para estabilizar las emisiones de dióxido de carbono en los niveles actuales costarán sólo el 1 por ciento del PIB mundial contra entre el 5 y el 20 que costaría quedarse de brazos cruzados viendo como el mundo se transforma en un caluroso vivero.
"Necesitamos una intervención internacional urgente", dijo pero no solo de los países y las grandes industrias, también de las empresas más pequeñas e incluso de los consumidores. "En el Reino Unido, las personas en sus hogares generan el 25 por ciento de todas las emisiones del país y a nivel global esa cifra se repite. Si los consumidores son capaces de ahorrar un 10 por ciento de sus emisiones, no solo ahorrarán dinero porque sus facturas de gas o luz serán menores sino que además eso tendrá un gran impacto en el consumo total de energía", explicó. "Si en un hogar se logra ahorrar sólo el 10 por ciento de la energía, en facturas anuales de 500 libras son 50 libras por año, multiplíquenlo por todos los hogares", sugirió.
El problema es que los consumidores no son todavía lo suficientemente concientes de lo que pueden llegar a hacer. "Saben cuánto pagan en la factura, pero no saben dónde lo están consumiendo. En nuestro país tenemos un sistema que permite conocer a través de Internet cuánto consume cada hogar, dónde y cuánto emite", contó Green. Y aseguró que de a poco, la gente ha tomado conciencia y se preocupa cada vez más por el consumo de los electrodomésticos. "Cuando van a comprar una heladera o un lavarropas nuevos, preguntan cuánto consumen", indicó y agregó que está en manos de las empresas proveedoras de energía explicar a los usuarios cómo ahorrar.
"Tenemos certificados de eficiencia energética. Por ejemplo, cada vez hay más construcciones, edificios, casas con cero emisiones de carbono. Se construyen con un mejor aislamiento, con turbinas eólicas o paneles solares y eso les da los certificados, la gente debe preocuparse y de hecho lo hace por ello", subrayó.
Aunque cueste imaginar un escenario así en Argentina, Green recomendó empezar con las pequeñas acciones, que entre todas suman mucho. Una de las políticas para ayudar a disminuir el calentamiento global es la de incorporar el precio de las emisiones de carbono a los productos, "la gente ve cuánto carbono emitió ese producto y puede elegir comprarlo o no", señaló. Además, dijo que se necesitan mayores inversiones en investigación y desarrollo y que es urgente empezar a corregir las fallas del mercado: "Tenemos que cambiar conductas".
Para terminar, explicó que los costos de prevenir el calentamiento global están bastante distribuidos y que la necesidad de alcanzar los niveles que exige el protocolo de Kyoto hace que los países y las empresas se vuelvan más competitivos y desarrollen nuevas fuentes de energía. "Tenemos que admitir que esto creará nuevos mercados y algunos países podrán aprovecharlo. Hay fuentes de energía que a medida que se emplean no solo reducen las emisiones sino que son mucho más baratas". El ahorro de energía y el ahorro de costos parecieran ser difícil de lograr en especial cuando el precio de esas fuentes sube cada día. Sin embargo, Green da una luz de esperando: "El crecimiento de nuestro PIB ha sido del 50% desde los 90 y el consumo de energía subió el 10% y además hemos reducido las emisiones", lo que se dice un buen modelo de crecimiento.
(Por María Arce,
Clarin, 30/08/2007)