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guerra das papeleiras
2007-08-30
Quince operarios de Botnia, la planta finlandesa que ya produce pasta de celulosa en la margen oriental del río Uruguay, sufrieron grave intoxicación por la emisión incontrolada de sulfuro de sodio. La Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) ordenó un peritaje sobre gran cantidad de palomas muertas en inmediaciones de la planta cuestionada

El gobierno uruguayo anunció sanciones económicas, pero no resolverá la intoxicación en la piel, ojos y vías respiratorias de tres jóvenes gualeguaychuenses que se hallaban sobre el puente que une a ambos países. Son las primeras víctimas argentinas de Botnia. Estos hechos no son accidentales como insinúan la empresa y el gobierno de Uruguay, que concluyen negociando una simple reparación económica sin más trámite; en realidad es un incidente porque se incurre en una falta grave, donde confluyen circunstancias de origen que inevitablemente conducen al daño: Botnia ya está trabajando sin que nadie explique cuales son los mecanismos de control; su chimenea humea noche y día y el ruido del complejo fabril lo sentimos desde el puente General San Martín, como pudimos comprobar con los compañeros de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, sorprendidos también porque la inauguración de la planta se anunció para más adelante, según el propio Ministro de Medio Ambiente del Uruguay, Mariano Arana. Las negligencias abundan; numerosos especialistas advirtieron de la factibilidad de hechos semejantes, emanaciones inevitables de compuestos químicos, debido al propio funcionamiento de la producción de celulosa, esto es, del proyecto Orión de la empresa Botnia, “perjudicial para el ecosistema asociado al río Uruguay y a sus áreas de influencia”, dijera la cancillería argentina.

La empresa habló de tecnología de punta y a sus detractores los tildó de terroristas. Sin embargo la soberbia de este Titanic anclado sobre el río Uruguay ya encontró su primer iceberg. Las tres personas intoxicadas del lado argentino por la nube tóxica de Botnia son Isabel Nievas, Alejandra Crimella y Gabriela Caballero recibidas por la fiscalía después de ser atendidas por médicos de Gualeguaychú: se comprobaron síntomas graves, hinchazón del rostro, picazón, enrojecimiento en piel y ojos, una dermatitis aguda “producto de la inhalación posiblemente de un ácido”. El fiscal Rubén Chaia ordenó que un médico forense las revisara e inmediatamente después de confirmar los daños caratuló la denuncia por “lesiones de contaminación ambiental de índole internacional”.

El derrame tóxico que envió al hospital a quince obreros de la planta, eliminó a gran cantidad de palomas y aves diversas que “caían del cielo como lluvia,” según graficó un empleado de la CARU de la cabina de peajes Gualeguaychú- Fray Bentos, a quien el diario El Argentino de Gualeguaychú le concede reserva de identidad; para el gobierno uruguayo tampoco fue un accidente, en realidad insisten en explicaciones de la empresa, que “hubo una incorrecta manipulación de las sustancias porque no se tuvo en cuenta la volatilidad del producto.” Una vez más la culpa es de los obreros. El 3 de abril de este año un trabajador metalúrgico chileno murió al caérsele encima una plataforma de montaje de una caldera y la empresa finlandesa Botnia comunica que “Rodrigo Rivero (33 años) no debía haber estado allí, en el momento en que ocurrió el accidente”. Este suceso laboral obligó al Sindicato de la Construcción (SUNCA) a paralizar las obras por 72 horas. Meses antes de este hecho, el uruguayo Julio Olivera, de Fray Bentos, se cayó de unos siete metros de altura, después de cortarse la luz. No falleció pero le dejó secuelas que para la empresa se debió a responsabilidad del propio operario. Es larga la lista de hechos semejantes donde la negligencia y la inseguridad de la empresa Botnia son protagonistas, pero sus responsables siguen hablando de tecnología de punta, mientras las escamas polvorientas de sulfuro de sodio desplazan su carga pestilente y tóxica por Fray Bentos y Gualeguaychú.

Con la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú
Disertamos en el auditorio de la Cooperativa Eléctrica de esa ciudad invitados por la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, para transmitirles que impedir el repositorio nuclear de Gastre en la Patagonia chubutense no fue una tarea fácil y que contra ésta Botnia y las que vengan nos tendrán más juntos que nunca por muy complicada y extensa que se presente la lucha. Me referí al libro La Patagonia de Pie porque en él relatamos, en autoría con otros compañeros de la comarca andina austral, las acciones en defensa de los bosques nativos, la expulsión de mega represas, entre otros catorce movimientos sociales triunfantes contra la contaminación y el saqueo. Nos llevo mucho tiempo y esfuerzo, años de dedicación y también retrocesos, porque muchas veces nos sentíamos pequeños como hormigas frente a los gigantes del Norte, aunque laboriosos y solidarios para enfrentar obstáculos poderosos. Fueron triunfos, son gestas ganadas. Con más de tres lustros de épicas acciones antinucleares, Gastre fue un ejemplo, pero la lucha “no a la mina” de Esquel, siempre vigente, es el emblema de un pueblo convencido del camino a seguir. Esto hablamos y debatimos con los amigos y compañeros de Gualeguaychú, habitantes de la cuenca del río Uruguay, acerca de que hay que cargar las mochilas de paciencia.

Con los compañeros Uruguayos en Gualeguaychú
Una nutrida concurrencia de uruguayos acompañó los debates e intercambio de acciones conjuntas, planificando la expulsión definitiva de la fábrica Botnia, de Fray Bentos. Nadie ignora que ambas orillas tienen el mismo destino: unidos contra la contaminación y el saqueo de sus bienes comunes, en defensa del suelo, el agua y las economías regionales dañadas por los monocultivos de la soja y de la celulosa. Después de las declaraciones del gobierno de Tabaré Vázquez, de “supuestos ataques terroristas y atentados con explosivos contra Botnia,” que inventan e intentan justificar los funcionarios de Tabaré, los últimos ex tupamaros en las filas del Frente Amplio uruguayo comienzan a tejer otro partido. “Cada día que pasa se acelera la soledad en la que va quedando Tabaré Vázquez,” coinciden militantes de la Asamblea del Callejón de la Universidad , antiguos seguidores de Líber Seregni, que le reclaman al gobierno uruguayo cumplir con el programa preelectoral, “exigir que las transnacionales pasteras de celulosa dejen de operar en el río Uruguay.” Gerardo Cordero y Pablo Antoria, miembros de la Asamblea del Callejón, rescataron su militancia en el ex MNL Tupamaros y, como tantos otros, abandonaron decididamente a Tabaré Vázquez, “el presidente –dicen- se olvidó del compromiso de 2005 cuando vimos con claridad de qué modo el monocultivo celulósico llevó a los uruguayos a importar trigo por primera vez en su historia”. De igual modo, no es exagerado decir que nos hallamos frente a un éxodo de uruguayos, también incontrolable para el gobierno de Tabaré Vázquez a pesar de estadísticas digitadas que lo minimizan, pero “por primera vez en la historia de Uruguay, el índice demográfico resulta negativo, es decir, menos nacimientos y más emigración, en un marco de desarrollo continuista de la vieja política”.

Ecologistas del Grupo Guayubira también participaron de las reuniones con la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú. Se constituyeron en 1997 para “implementar medidas que ayuden a la conservación del monte indígena y a modificar el actual modelo insostenible de desarrollo forestal basado en los monocultivos a gran escala”.

Delia Villalba, señera militante ecologista de Fray Bentos, denunció la traición de Tabaré Vazquez al pueblo que lo eligió con esperanza secular, “no cumple con lo previsto por el Frente Amplio y continúa con la misma política de blancos y colorados.”

En iguales términos se manifestaron los activistas del Grupo de Ecología Social Chico Mendes – Uruguay, que actúa dentro de la Asamblea del Callejón de la Universidad; la delegación sumó a la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú la opinión y compromiso de Eduardo Galeano. El autor de las Venas Abiertas de América Latina fue durísimo con el gobierno de Tabaré Vaquez porque “la mejor manera de ayudar a este gobierno, que yo siento que es también mío -al fin y al cabo he dedicado mi vida esperando que esto ocurriera alguna vez- es decir que es lo que hace. A mi, convertir al Uruguay en un centro mundial de producción de celulosa me parece un disparate total.” Galeano acusó de esa manera al gobierno del Frente Amplio, de “no respetar un plebiscito donde se votó considerar el agua como bien público,” en consecuencia “traicionó la voluntad popular”. “Mucha gente piensa que soy un traidor a la patria por decirlo” pero “las plantaciones forestales industriales nos van a dejar sin una gota de agua.” “La gente quiso cambiar –dice Galeano- y eso me parece muy bien, por eso no entiendo a éstos gobernantes progresistas, amigos, cuando dicen ‘nosotros hacemos la misma política, acá no cambió nada y vamos a continuar lo que había’. Ah, pero entonces ¿por qué no dejan que lo haga la derecha que tiene más experiencia?”

Uruguayos y argentinos en Arroyo Verde
Miembros de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú estrechan lazos con sus vecinos de la otra orilla. El intercambio laboral es una realidad y “la convivencia se debe priorizar”. Los uruguayos residentes en Gualeguaychú y los asambleístas, entre ellos Alfredo De Ángeli, se esforzaron para realizar el encuentro binacional en Arroyo Verde, en el corte de ruta. Alfredo Sartori (57 años, 30 de residente argentino), Mauricio Sartori (35 años, 30 en la Argentina ), Eber García (montevideano de 44 años, 20 de ellos en Gualeguaychú) , se movilizan por los pueblos uruguayos de Carmelo, Tararira, Nueva Palmira (donde se construye la pastera española Ence) y Fray Bentos, interiorizando a sus compatriotas sobre Botnia y “las consecuencias de tener una industria de esa naturaleza; difunden el mal ejemplo que dejó en Galicia la firma Ence, el impacto ambiental irreversible que produjo y la sublevación del pueblo de Pontevedra. “Nueva Palmira es agropecuaria y tiene un puerto, abastece a ciudades como Colonia, con lácteos, miel, ganadería y otros productos, ¿qué pasara con esta economía? se preguntan los asambleístas uruguayos. En este sentido, Eber García baja un mensaje dirigido a sus compatriotas: “A los uruguayos que viven en Gualeguaychú, que son muchos, que no los vemos pero que sabemos que apoyan nuestro activismo, que se muestren, que se comprometan y se sumen a la Asamblea, porque esta es una lucha de todos, la pastera no distingue nacionalidades.”

La debilidad de un gobierno
El vodevil internacional de Tabaré Vázquez es el hazmerreír de Gualeguaychú, aunque deja amargas experiencias. Es que Gargano, el canciller Uruguayo, denunció al asambleísta Jorge Fritzler ante la OEA y La Haya adjudicándole expresiones terroristas. Semejante papeleo es ridículo pero no es nuevo para quien esto escribe, pues no hace mucho debí llevar a la justicia sanjuanina al director de la policía minera de esa provincia cuyana por endilgarme epítetos semejantes. Se retractó sin convencer a nadie, pero tuvo que hacerlo.

Contra Fritzler arremeten de igual forma. Al asambleísta de Gualeguaychú le grabaron y le sacaron de contexto expresiones cuando se refirió precisamente a términos utilizados por un uruguayo. Esta circunstancia, marca en realidad la debilidad del gobierno de Tabaré Vázquez que en hechos como estos no se diferencia en nada de George W. Bush y su xenofobia; tal vez prepara el terreno para ulteriores represalias legales. Para el gobierno de Tabaré Vazquez y la empresa Botnia, los asambleístas de Gualeguaychú son todos terroristas. Parece ser que Tabaré y sus funcionarios creen ver en la chimenea de Botnia a las Torres Gemelas de Bush.

Con Jorge Fritzler cenamos en la pizzería del asambleísta José (Pepo) Pouler. Nuestro agradecimiento por la hospitalidad de todos ellos, Luis Correa, Rodrigo Denadei, Mariano Arocena (el detenido por los actos en Buquebús) y al abogado VíctorRebossio. Hasta las tres de la mañana recogimos las historias fundacionales de la Asamblea de Gualeguaychú con nuestro compañero de Renace, Carlos Manessi, del Centro de Protección a la Naturaleza (Cpronat, de Santa Fe). También nuestro agradecimiento a José Gómez y a Juan Veronesi, con quienes participamos en numerosos encuentros. Seguramente la memoria me juega en contra y omito algunos otros compañeros de la asamblea de Gualeguaychú, sobre todo al numeroso grupo que participó de nuestra charla, pero la hospitalidad de este pueblo tiene muchísimos responsables, la gente de prensa, de la radio y de la televisión, todos comprometidos en la causa del pueblo. Sin embargo deseo agradecer especialmente a Víctor Rebossio con quien compartimos además almuerzos en familia y recogimos el afecto de muchos vecinos de Gualeguaychú, las horas transcurridas con los compañeros del corte en Arroyo Verde, sobre el propio puente San Martín poco después del derrame tóxico, en la pizzería de Pepo Pouler, verdadera Jabonería de Vieytes (aunque en este caso las reuniones de los asambleístas de Gualeguaychú, no son clandestinas como las de 1813); de todos ellos recogimos cientos de anécdotas que incluyen los primeros camiones atravesados en el corte de ruta a Fray Bentos, cuando ninguno de los asambleístas sabía cómo hacerlo. Ahora son expertos que aconsejan a compañeros en acciones semejantes. Una vez más el pueblo embanderado en razones que suelen ignorar gobernantes cómplices del despojo y corruptos al servicio del depredador. La lucha de Gualeguaychú es la misma de los compañeros de Yaciretá, de los auto convocados contra las transnacionales mineras de la Patagonia , Mendoza, Catamarca, San Juan, La Rioja , Santiago del Estero, Salta y Jujuy. Tendría que nombrar a muchos más, como los asambleístas de Córdoba y de Buenos Aires, pero todos sabrán entender que con estos ejemplos están también aquellos que en 2006, el 12 de diciembre a las 12, participamos de la concentración contra la contaminación y el saqueo en Plaza de Mayo, en Buenos Aires, movilización premonitoria de muchas otras que están por venir.
(Por Javier Rodríguez Pardo, MACH/RENACE/UAC, La Biodiversidad, 28/08/2007)




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