El 6 de noviembre de 2006 al finalizar la Cumbre Iberoamericana de mandatarios, el presidente Tabaré Vázquez hizo mención a un informe noruego sobre la planta de celulosa de Botnia, explicando que éste había sido el que finalmente lo había convencido de que las plantas de celulosa no iban a contaminar. En esa misma ocasión, Vásquez agregó que el informe estaba disponible para quien desease verlo. Sin embargo, recién el día 27 de julio de 2007 fue hecho público a través de la página de la presidencia, a raíz de que diferentes medios de comunicación insistieran en la necesidad de conocerlo. Cabe señalar que el informe está solo en inglés.
Este informe noruego fue en realidad realizado por PFI AS (Paper and Fibre Institute), una subsidiaria con sede en Noruega- de la empresa sueca STFI-Packforsk, que es el centro de investigación y desarrollo de la industria sueca de papel y celulosa. El Directorio lo preside Södra, que es el gigante sueco de la industria forestal, y lo integra, entre otros, Stora Enso.
La primera pregunta que surge es como la industria de celulosa y papel puede hacer un informe objetivo sobre: Consideraciones ambientales relacionadas con la construcción de una nueva planta de celulosa de Eucalyptus para exportación en Uruguay. De un informe realizado por la propia industria solo cabe esperar que las recomendaciones y conclusiones estén dirigidas a apoyar este tipo de industria. ¿Esto no debería haber hecho dudar al presidente Vásquez?
Cabe resaltar que este informe menciona varios convenios y protocolos pero nada dice del Convenio de Estocolmo, del cual Uruguay es parte junto con Suecia y Noruega. En este Convenio los países partes se comprometen a disminuir y eliminar las emisiones de dioxinas y furanos, compuestos químicos que tienen varias características comunes: son muy tóxicos, persistentes, bioacumulables y se biomagnifican, es decir, que aumentan su concentración progresivamente a lo largo de las cadenas alimenticias. Es bien sabido que la industria de pasta de celulosa es una fuente de emisión importante, como también lo es la producción del cloro destinado al proceso de blanqueo. O sea que este tipo de industria emite dioxinas y furanos por partida doble: en la producción de cloro y en la producción de celulosa. Sin embargo, en el informe no se menciona ni una sola vez la palabra dioxina o furano. ¿Esto no debería haber hecho dudar al presidente Vásquez?
Pese a ello, el informe contiene una gráfica bastante reveladora en este tema. Hay que tener en cuenta que en esta industria hay tres sistemas de blanqueo: con cloro elemental (ya prohibido en todo el mundo), con dióxido de cloro (sistema denominado ECF) y totalmente libre de cloro (TCF). La fábrica de Botnia en Fray Bentos utilizará el sistema ECF. En la Figura 4 del informe hay una grafica comparativa de niveles de contaminación con cloro y otros halógenos ("Chlorine and other halogens") en distintas fábricas de celulosa. Allí se puede ver claramente que la planta de Botnia en Finlandia con blanqueo totalmente libre de cloro es la única que prácticamente no tiene emisiones de este tipo. La segunda menos contaminante es la planta de Kaskinen, cuyo blanqueo es una mezcla ECF/TCF. Las tres restantes (las que más contaminan) utilizan el sistema ECF, que es el que se utilizará en la planta de Fray Bentos. ¿Esto no debería haber hecho dudar al presidente Vásquez?
El informe dice reiteradas veces que Botnia utilizará la mejor tecnología disponible. Sin embargo, de lo anterior surge que esto no así, ya que la mejor tecnología disponible, en términos de emisión de dioxinas y furanos, es el sistema TCF, tal como lo indica el propio informe en sus ejemplos de las plantas en Finlandia y Suecia. ¿Esto no debería haber hecho dudar al presidente Vásquez?
La fabricación de pasta de celulosa ha sido reconocida durante décadas como una fuente altamente contaminante y generadora de dioxinas y furanos. Los países escandinavos saben muy bien de esto y han realizado estudios específicos en el Mar Báltico en las inmediaciones de plantas de celulosa que utilizan el sistema ECF En dichas investigaciones se han constatado índices importantes de contaminación con dioxinas y furanos en peces, a tal punto que la institución encargada de controlar los alimentos en Suecia (Swedish National Food Administration) ha recomendado a su población no comer arenques -un tipo de pescado típico de esa zona- por tener índices de dioxinas y furanos no aptos para el consumo humana. El informe, por supuesto, no dice nada al respecto.
Si bien el informe termina dando la luz verde al proyecto de Botnia, finaliza con tres recomendaciones que en realidad significan una luz roja, al decir que en este caso los niveles de emisión son de particular importancia dado que:
1) Las aguas receptoras son las de un río y el punto de recepción está localizado bastante lejos del océano.
2) La fábrica planeada es grande, por lo que tendrá una carga efluente más alta.
3) El río receptor, el Uruguay, es la frontera natural entre Uruguay y Argentina.
¿Esto no debería haber hecho dudar al presidente Vásquez?Por otro lado, el informe nada dice sobre la realidad de que nuestro país NO cuenta con un sistema eficiente para el control de emisiones de este tipo, y las propias autoridades del Ministerio de Medio Ambiente son concientes de esta situación. En ese sentido, sería importante saber si las autoridades tienen pronta una línea de base sobre los niveles actuales de contaminación del río Uruguay y si fuese así, que se lo hiciera público. De esa manera, la población podría estar en condiciones de hacer una evaluación y comparación científica de los niveles de contaminación cuando la planta empiece a funcionar.
Como comentario final, cabe señalar que nos contamos entre los pocos privilegiados que podemos leer inglés y en consecuencia opinar sobre este informe. Para democratizar el debate, la Presidencia debería traducir el informe, dando así la posibilidad a tod@s de opinar sobre el mismo. Si así se hiciera, pensamos que el mismo generaría muchas más dudas que certezas.
(Por RAPAL Uruguay,
Eco Portal, 03/08/2007)